La Constelación Dorada. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] I

Capítulo 28: Los guardianes.

En una pequeña casa al oeste del mundo oscuro, en una de las peores zonas de la aldea para poder vivir, Rina, una mujer guardián preparaba sus cosas para irse igual que su lazo, Kisha.

Un pequeño niño de cabello blanco de repente comenzó a lloriquear en uno de los cuartos, ambos padres alertados y preocupados corrieron por toda la casa abriendo la puerta del cuarto viendo a su hijo en el suelo llorando.

-¿Que sucede, pequeño? -le dijo su padre levantandolo. Al ver sus ojos se frenó en seco, la mujer cubrió su rostro.

-No puedo ver... no veo nada...

Todo se quedó en completo silencio.

-Lo siento... -dijo la mujer entre sollozos-. Es mi culpa...

Kisha la abrazó a ella y a su hijo sintiendo como su corazón comenzaba a desesperarse.

-No te disculpes... nuestro pequeño Risha será un fuerte guardián como tú.

...

Risha con tan solo 30 años se quedó petrificado cuando el instructor golpeó a uno de los chicos. Estaba asustado, su cuerpo tiritaba del miedo y los nervios eran demasiados. Tragó en seco en cuánto el instructor se paró frente a él, no dejó de mirar al suelo, había golpeado a varios por mirarlo.

-¿Cómo te llamas?

-Risha, señor... -les había gritado a varios por no decirle "señor"...

-¿Cuántos años tienes, Risha?

-Treinta años, señor. -le respondió. Había golpeado a varios por no decir "años". El hombre lo miró durante unos segundos.

-Muy bien. Pasa al grupo 2.

-Si, señor. -caminó temblando hasta llegar al grupo dos. Pick le sonrió desde el grupo 3 y le asintió en modo de felicitación.

Cada día de entrenamiento era mucho peor que el anterior, los cambios climáticos que les daban de repente lo golpeaban en el rostro desconcertandolo a veces, en un momento podían estar a más de 50 grados y en otro momento podían estar a grados bajo cero. Los pesos sobre sus espaldas pasaban de los 700 kilos, y a pesar de todo eso no podían ni siquiera parar a beber agua.

A pesar de cuanto se esforzará por mejorar, no lograba llegar a los 10 primeros lugares.

Se dejó caer al suelo en mitad del entrenamiento cuando el chico que estaba en primer lugar lo empujó. No quería quedarse en dónde estaba debía seguir. Alguien corrió lentamente hasta donde él se encontraba.

-¿Te quedarás ahí? -le habló con delicadeza.

-No se porque no logro hacer nada... -sollozó-. Yo no... no puedo...