Capítulo 54: Desastre.

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—¿El rey de los ángeles

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—¿El rey de los ángeles...?

—Señor, ¿Hay alguna manera de hacer que un ángel pueda respirar aire oscuro?

Chase miró a Kin y después a la carta bastante desconfiado.

—Si... —le respondió incrédulo, ¿Por qué de repente le preguntaba eso ahora?

—¿Cuál forma?

—El juramento de la sangre real oscura. —levantó su dedo índice haciéndolo callar—. Habla con Gratt si quieres sabes más.

Kin a su pesar de quedó inquieto, si no hacía algo podrían matar a Jeremy.

Miró la carta de nuevo.

¿El rey de los ángeles? No habían cruzado palabras con él en varios siglos. ¿Que era lo que buscaba ahora?

Abrió la carta y la leyó, su rostro se descompuso en segundos al ver el contenido de esa jodida carta y sin querer se quedó sin respirar por mucho tiempo que cuando lo volvió a hacer sintió que se ahogaba. Se levantó nervioso y se apoyó en el escritorio.

—Dile... a mi padre que venga... —dijo en tono nervioso.

—Si, señor.

Kin fue a esa habitación, tocó la puerta del cuarto de Mikan en el segundo piso, acompañándolo después de vuelta hacia la oficina, al volver a abrir la puerta frenó en seco.

—Alguien te busca en la cocina, Kin. —dijo Chase prácticamente echándolos de la oficina, dándose cuenta Mikan de como estaba de alterado su hijo—. Sal, necesito hablar en privado.

Kin asintió y seguido de una reverencia salió de la oficina, caminó pausadamente hasta llegar a la cocina, al entrar los vió, Kin sin poder contenerse abrazó a Raven con fuerza mientras escuchaba la risita burlona de Black en su costado, habían pasado años desde la última vez que los había visto, Raven le devolvió el abrazo volviendo a sentir ese pequeño cuerpo entre sus brazos.

Después de hablar con él tranquilamente durante un rato con ambos de cómo habían estado sus vidas en ese tiempo, pero de repente todo cambió, todo el ambiente se había ensombrecidó hasta que la conversación fue yéndose lentamente por otro camino haciendo que Kin comenzará a preocuparse, de repente todo se consumió y la actitud de Raven cambió por completo, se levantó y se puso a caminar de un lado a otro revolviendo su cabello nervioso.

—¿Que pasa?

—Lo que te dije no es verdad.

—¿Que?

—Esto me ha estado consumiendo por años porque... si te lo hubiera dicho antes no hubieras tenido que luchar tanto junto conmigo.

—No te entiendo. ¿Que estás diciendo?

—Escúchame Kin, yo no... puedo seguir con esto, siento que ocultarte las cosas solo no te dejará avanzar.

—¿De que hablas?

La Constelación Dorada. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora