Roxana tuvo que reconocer que Tabitha lo había planificado todo mucho mejor que ellos. Tras años experimentando con venenos había desarrollado una toxina que podía acabar con la vida de la persona por mero contacto con la piel. Y aunque pudo informar a Drew de su intervención, prefirió reservarse los detalles por miedo a que el plan no saliera bien.
Como su familia ya conocía sus trucos envenenando la comida, bebida o incluso vasos, tuvo que pensar otro método. El Patriarca solía reservar la cubertería de oro para ocasiones especiales. Así que solo tuvo que bajar a las cocinas durante la noche para empapar cada uno de los cubiertos con la toxina y dejarlos secar. Lo tenía preparado desde hacía bastante tiempo, por lo que no sospecharon su estratagema. Quiso poner el antídoto a disposición de sus primos echándolo en sus copas, pero no pudo arriesgarse. Además, habría sido sospechoso que no usaran los cubiertos para comer, o que directamente no probaran bocado. Así que, a fin de aparentar la mayor inocencia, tuvo que envenenarlos a ellos también. A Tabitha le bastó un breve momento en el aseo para inyectarse el antídoto.
Fue estremecedor verla alzarse sobre todos aquellos hombres antaño poderosos, reducidos a cuerpos moribundos. Podría haber sido la única superviviente de la familia Relish si hubiese querido. Pero en cuanto Diane y Leonor lograron quitarle las esposas, fue apresurada a sacar los antídotos que había escondido en esa misma habitación para que pudieran dárselo a sus dos primos, su hermano e incluso dos de las doncellas que habían estado en contacto también. Sin embargo, no había reservado nada para el mayordomo, aunque alegó que lo dejaba morir porque era tan morboso como el amo al que había servido por más de treinta años.
Una vez administrados los antídotos, Tabitha hizo un breve anuncio a todas las doncellas congregadas. Algunas habían aprovechado la ocasión para huir aterrorizadas. Otras, tan acostumbradas a la sumisión permanecieron en el lugar. Cuando Tabitha les informó que eran libres para marcharse, la gran mayoría dudaron. Apenas cinco de ellas salieron con paso lento de la mansión. Las demás se quedaron, aceptando ayudarla a desplazar los cuerpos de las chicas envenenadas y los tres amos supervivientes a las habitaciones para que pudieran atenderlos.
Fue un arduo trabajo a pesar de la colaboración de tantas chicas. La mayoría eran de baja estatura y complexión delicada. De no haber sido por Leonor, Tabitha y ella, no habrían podido subir a los amos.
Una vez acomodados en sus respectivos cuartos, Sarah se ocupó de estabilizarlos con la ayuda de Diane. A las demás les tocó un trabajo aún más duro. Desplazar los cadáveres de todos aquellos asesinos y violadores al patio trasero para poder incinerarlos. Eran pasadas las cuatro de la madrugada cuando tuvieron todos los cuerpos amontonados. Y es que despojarlos de sus joyas de oro y otros objetos de valor les llevó más tiempo del esperado. Además de empaparlos con alcohol para asegurarse de que ardieran adecuadamente.
Aquel fue sin duda uno de los momentos más significativos para todas las doncellas. Congregadas alrededor de aquella enorme pila funeraria con sus cerillas preparadas. Roxana sentía el pulso tranquilo y sereno rodeada por todas aquellas chicas que habían sufrido multitud de desgracias hasta llegar a aquel momento. Todas con la mirada fija en los malnacidos que las habían torturado por demasiado tiempo.
— Hagámoslos arder – ordenó Tabitha encendiendo su cerilla antes de arrojarla a la vez que todas las doncellas, cada una de ellas observando el cadáver de su violador particular.
Al contrario que la mayoría, Evelyn, Diane, Leonor y ella tiraron la cerilla pensando en Beatrice. En la amiga que habían perdido antes de que pudieran terminar con todo aquello. Roxana contemplo el cuerpo de Anthony ardiendo, y no pudo contener una enorme sonrisa mientras el aire desprendía un fuerte aroma a cerdo asado.
Tras aquella memorable noche, Roxana pasó los dos días siguientes al lado de Patrick. Sabía que no estaba en peligro de muerte, pero su cuerpo tuvo que luchar durante largas horas para recuperarse de la toxina, incluso con la ayuda del antídoto. Durante todo aquel tiempo, Roxana apenas abandonó su habitación.

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Cuando el amor ciega
General FictionADVERTENCIA: Esta no es una historia de amor tóxico. Es un relato cruel donde abunda la violencia, el sexo rudo y las mentes perturbadas. Si eres una persona sensible o eres menor de edad, te ruego que pases de largo y busques otra novela. Pero si...