Final

1.9K 88 23
                                    

Evelyn y Sarah tomaron la decisión de marcharse, con la promesa de ir a visitarles de vez en cuando. Drew les entregó una enorme suma de dinero, les regaló una casa y los terrenos que la rodeaban que solía emplear Harry, el padre de William, para violar a jovencitas a las que seducía antes de que la peste llegara. Les dijo que estaba lo bastante apartada de la ciudad como para que no se pusieran en peligro. Ellas se lo agradecieron y partieron.

Solo Leonor y Diane quisieron continuar junto a William. Este estaba encantado con la noticia. Así que hicieron planes para mudarse de nuevo a la mansión. Contratarían nuevos criados, y ellas serían sus mujeres.

Por otro lado, algunas de las doncellas que habían huido o decidieron marcharse en un principio, acabaron regresando. Se les permitió continuar trabajando como sirvientas. Aunque hubo otras que, tras una buena suma de dinero partieron en busca de algo mejor. Solo quedaron aquellas tan trastocadas que se veían incapaces de comenzar una nueva vida.

Drew y Tabitha anunciaron que deseaban casarse. Lo cual no hizo mucha gracia a Patrick, pero tampoco se negó. Decidieron celebrar el compromiso con un gran almuerzo. Leonor y ella prepararon un abundante banquete en honor a la pareja.

Estaban hablando del futuro cuando Roxana tomó su copa de vino y dio un par de golpes con el cuchillo para que todos le prestaran atención. Patrick tenía uno de sus brazos rodeando sus hombros, y le sonreía como un loco enamorado.

— Me gustaría decir algo que llevo meditando desde hace mucho – comenzó deteniéndose para contemplar a todos los presentes con una radiante sonrisa. A Drew y a Tabitha tomados de la mano. A Leonor y Diane a cada lado de William, que lucía tremendamente satisfecho. Y, por último, a Patrick, que no podía ocultar el deleite que sentía al mirarla -. Cuando llegué a la mansión siendo una joven enfadada e ilusa, no podía imaginar que sería capaz de destrozar a la familia Relish. Una familia tan perversa y malvada que cualquier criminal parecería un santo - Se puso en pie tomando un gran sorbo de vino -. Pero aquí estoy, frente a los restos de la nueva generación. Los mismos que decidieron marcar la diferencia y terminar con todas las atrocidades. Incluso uno de ellos logró enamorar a dos chicas.

Leonor y Diane la miraron divertidas antes de volverse para contemplar a William.

— Cuando Patrick me contó su historia me quedé horrorizada. Era difícil imaginar la terrible infancia que tuvo. Una absoluta víctima, al igual que sus primos. Y luego estaba Tabitha. La única que se atrevió de verdad a plantarles cara a todos esos viejos degenerados. Y, sin embargo, esperó al momento adecuado.

Alzó su copa clavando la vista en la única descendiente femenina de los Relish, que trató de agarrar su vaso de vino. Confundida, se miró las manos notando que algo no iba bien.

— Pudo matarlos a todos en dos ocasiones, y prefirió continuar. Torturó a muchas chicas en el proceso, mientras se labraba un nombre. Incluso los amos aquí presentes que decían odiar lo que eran continuaron torturando a una chica tras otra. Bryce era un monstruo, pero no trataba de hacer creer a los demás que era bueno en el fondo. No hubo hipocresía en él. Tal vez penséis que merecéis una redención después de todo lo que habéis hecho. Que no sois débiles, que solo sobrevivisteis.

Roxana bufó estrellando el vaso.

— Alguien valiente habría acabado con ellos mucho antes. Alguien valiente no habría hecho cosas que estaban mal a personas débiles e inocentes. Podéis usar la excusa que queráis, para mí no hay perdón para seres tan horribles como vosotros.

— ¿Qué coño has hecho Roxana? – gimió Patrick notando como su cuerpo se paralizaba.

— Muy original eso de envenenar los vasos Tabitha. A ti te he puesto una dosis doble. Temía que te hubieras hecho inmune al veneno. Pero con la cantidad que te he puesto en los cubiertos y el vaso de seguro serás la primera en morir. Fue un regalo por cortesía de Sarah y Evelyn, las cuales tras mucho sufrimiento por fin están disfrutando de una vida libre y sencilla. La misma que gozaré yo sabiendo que estáis todos muertos.

Cuando el amor ciegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora