-27-

1.1K 57 2
                                    

Aunque continuaba con la voz ronca por el llanto, Patrick se sentía libre por primera vez en su vida. Revelarle los secretos más dolorosos de su pasado había sido tan aterrador como reconfortante. Por fin había podido abrirse a alguien, confiar en él. Y esa persona no lo había rechazado.

Roxana no había dejado de abrazarlo, ni en las partes en las que el relato se volvía más cruel. No le había juzgado, ni interrumpido. Simplemente había aceptado la carga de aquella información mientras continuaba consolándolo con su cercanía.

Cuando terminó de narrarle aquellos tristes sucesos, Roxana tomó su rostro entre sus delicadas manos para que la mirara.

— Te agradezco mucho lo que me has contado. Y quiero que sepas que estoy dispuesta a ayudaros a ti y a Tabitha en todo lo que pueda. Quizás Anthony no me haya hecho daño directamente, pero acabó con la vida de Beatrice de la forma más mezquina posible. Y te maltrató a ti – susurró acariciándole la mejilla con ternura -. Si lo que dice tu hermana es cierto, solo necesitamos una excusa para reunir a toda tu familia y dar el golpe.

— Encontrar la excusa perfecta para que el Patriarca no sospeche será complicado. Y más aún acabar con todos ellos.

— Tu hermana es una experta con los venenos por lo que me has contado. De seguro que sabrá apañárselas, vosotros haréis el resto.

— No podemos comunicarnos con ella. Ni ella con nosotros. Cualquier carta que le enviemos será sospechosa, y te aseguro que la leerán. Incluso si uno de nosotros se presentara en la mansión del Patriarca daría que pensar. Y no es probable que Tabitha regrese hasta dentro de al menos cinco meses.

Roxana lo observó contrariada.

— Me da la impresión de que no quieres hacerlo.

— Sí que quiero – exclamó alterado levantándose de la cama -. Pero mi padre no es un hombre cualquiera. No se consigue sus riquezas y poder sin estar dispuesto a hacer sacrificios y mancharte las manos. Es capaz de cualquier cosa a fin de preservar su posición. Si descubre que tramamos algo, acabará con todos nosotros.

— Le tienes miedo – suspiró Roxana incorporándose para ir hasta él.

Pensó en negarlo, pero a aquellas alturas le pareció una estupidez. Claro que temía a su padre, cómo no iba temer al hombre que no había tenido reparos en violarlo en repetidas ocasiones. Ese hombre que lo había golpeado casi a diario durante semanas hasta que aceptó sus condiciones. Al contrario que Anthony Relish, él no había nacido siendo un monstruo como él, que disfrutaba haciendo daño a los demás.

— Quiero que veas esto – dijo a Roxana mientras se dirigía a la pared.

Había dejado allí secándose su última obra. En ella se podía ver a un niño de cabellos rubios muy delgado atado a una cama con cuatro postes, y a un hombre enorme a su lado metiéndole el pene. Su primera violación.

La expresión de Roxana fue neutral. Pero era evidente que trataba de contener sus emociones.

Después de aquel cuadro, le enseñó varios más. No era la primera vez que pintaba los abusos que había sufrido de pequeño. Eran imágenes grotescas que le hacían recordar que no debía perdonar, que no debía olvidar, que no podía simplemente continuar con su vida como si aquello no hubiera ocurrido.

El último cuadro que le mostró fue del día que tomó a su hermana. Era quizás el que más le pesaba en el alma. En el retrato, Tabitha lo miraba confiada mientras él, con la cara contraída por el placer, se hundía en su cuerpo virgen como un animal.

Roxana no dijo nada durante un buen rato. Analizó los detalles de cada cuadro con sumo cuidado hasta que por fin se acercó para abrazarlo.

— Creo que hay una forma de librarte de esos demonios.

Cuando el amor ciegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora