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Alguien estaba llamando a la puerta. Roxana se despertó aturdida, sin saber dónde estaba. Pero la calidez del cuerpo de Patrick a su lado le hizo suspirar relajada. Había dormido tan increíblemente bien, que no le apetecía salir de la cama todavía.

Patrick, por el contrario, se incorporó como si alguien fuese atacarlos y permaneció en silencio contemplando la habitación en busca de una amenaza. Volvieron a sonar unos tímidos golpes en la puerta, haciendo que se girase para mirarla. Una cálida sonrisa se extendió por su semblante mientras la cubría con las sábanas antes de darle permiso a quien fuera para que entrara.

Evelyn apareció con la mirada baja, disculpándose a toda prisa.

— Mi amo me envía para informarle que el Patriarca viene a visitarnos. Llegará en menos de una hora.

Roxana notó como la espalda de Patrick se tensaba de golpe. Despachó a Evelyn con palabras destempladas y se dirigió al baño sin mirarla.

— ¿Patrick?

— No te quedes ahí rezongando como una perezosa. Busca mis mejores prendas, arréglate como es debido y baja a preparar el desayuno.

Su tono cortante la desconcertó. Trató de acercarse para darle un beso de despedida, pero la expresión malhumorada la detuvo en seco.

— ¿Es que no me he expresado con claridad? – rugió a pocos centímetros de su cara.

Se quedó tan anonadada que no fue capaz de encontrar una respuesta adecuada. Simplemente fue hasta el armario para sacar sus prendas más nuevas y pomposas. Se colocó su destrozado uniforme de doncella y salió a toda prisa de la habitación. Por el camino a sus aposentos se repitió una y otra vez que no debía tenérselo en cuenta. Era evidente el malestar que le provocaba su padre. En cuanto se marchara, lo hablarían y le pediría perdón.

Más animada, se desvistió para limpiarse las zonas íntimas y frotarse en general antes de colocarse su otro uniforme. Se arregló el cabello con más esmero del habitual, trenzándoselo para hacerse un elegante recogido, y bajó a las cocinas.

Supuso que Patrick prefería estar solo y que no anduviera por la habitación ordenándola en eso instantes. Incluso ella comenzaba a estar nerviosa por conocer al poderoso Patriarca. Un millar de ideas cruzaron sus pensamientos.

¿Cómo sería? ¿Se parecería físicamente a Patrick? ¿Sería tan serio como Drew o poseería ese aire seductor como el de William? ¿Cuán exigente sería con las doncellas? ¿Querría usarlas en algún juego perverso como hizo Tabitha?

Aquella idea le revolvió el estómago. No por ella, sabía de sobra que Patrick no permitiría que le pusiera la mano encima. Pero no podía afirmar lo mismo con las demás. Si se le antojaba, podría someterlas a una horrible tortura para su diversión. Al fin y al cabo, los chicos habían aprendido de él.

Se encontró a Leonor, Sarah y Diane en la cocina, trabajando en perfecta coordinación.

— Ya era hora – le espetó Leonor aparentemente recuperada del día anterior -, ve al comedor a ayudar a Evelyn y Beatrice.

— ¿Ya ha salido de la cama?

— No le han dado otra opción – suspiró Sarah sacando y cortando el pan del horno.

Roxana maldijo en voz baja la insensibilidad de Bryce. De seguro todavía estaría muy débil para moverse. Deseosa por aligerarle la carga, fue a toda prisa al comedor para ocuparse del trabajo más pesado mientras Beatrice colocaba la cubertería.

— ¿El Patriarca viene solo?

— Eso nos han dicho – asintió Evelyn pasándole un trapo húmedo a todas las sillas -. Se quedará hasta mañana.

Cuando el amor ciegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora