La confusión se entremezcló con la frustración. No había logrado que le diera una respuesta clara. Puede que él aún no lo supiera o que no quisiera reconocérselo, pero sus sentimientos no podían ser acallados tras esa endeble máscara de indiferencia.
Roxana comprendía que había pasado toda la vida ignorando esa clase de emociones. Solo había conocido la ira, la enemistad, la desconfianza. Ella debía ser la primera que le mostraba algo diferente. Patrick necesitaba tiempo para asimilar todo aquello, y no podía con su padre cerca. Pero luego estaba ese trato, jugoso y atractivo. Aunque había comenzado a experimentar cierta ternura por su amo, su relación continuaba siendo muy sórdida. Una parte de ella deseaba marcharse. Olvidar aquel episodio de su vida e iniciar una nueva aventura. A ser posible más relajada.
A medida que pasaban las horas, bien en la cocina o lavando ropa para evitar encontrarse con Patrick, más le parecía que algo no encajaba. Por un lado, no veía motivos por los que Tabitha habría tratado de ayudarla a salir de allí. Ni tampoco por qué de todas las doncellas, Anthony la había elegido a ella. Si se trataba de belleza, no estaba justificado ni por asomo. Leonor y Diane eran mucho más atractivas. Incluso Evelyn cuando sonreía cortaba el aliento. Todas ellas eran mucho más obedientes, y seguramente alguien como Evelyn sería mucho más manipulable, al igual que Beatrice.
No podía olvidarse de ella. Su aspecto frágil y delicado. Estaba convencida de que le había hecho la misma oferta. Le encajaba que alguien como ella fuera una buena elección. Sería una esposa obediente y complaciente. Y, sin embargo, las palabras de Sarah resonaron en su mente: Al final los hijos se parecen en mayor o menor medida a sus padres. Partiendo de aquella idea, Anthony no era de fiar. Jamás pondría su vida en manos de Tabitha, mucho menos de su padre.
Y luego estaba ese recuerdo lejano. El de la primera noche que llegó, el de la primera vez que habló con Patrick. Le dijo que esperaba que fuera más inteligente que su anterior doncella. La que había muerto. Nunca le había explicado cómo pasó, cuándo, ni por qué. Tampoco era probable que se lo confesara en esos momentos.
— ¿Por qué suspiras tanto? – inquirió Diane sacando la ropa del agua para tenderla.
— No es nada, solo estoy distraída.
Diane la miró con pesar. Después dirigió un vistazo a su alrededor, corroborando que estaban solas y se acercó para susurrarle:
— Voy a ganarme una paliza por esto, pero no podría considerarme tu amiga si no te lo dijera.
— ¿De qué hablas?
— Es un poco complicado de explicar – suspiró observando la lavandería en busca de alguien oculto entre las sombras -. A todas las doncellas se las somete a pruebas de lealtad. Cada amo tiene sus propios métodos. Aunque en algunos casos ni siquiera ellos tienen elección.
— ¿A qué te refieres?
— A que te están poniendo a prueba.
— ¿La oferta de Anthony es mentira?
— No puedo decirte nada más – negó con la cabeza agarrando la enorme cesta con la ropa mojada.
— ¿Por qué no?
— Porque me van a interrogar, como a todas las demás. Y si descubren que te hemos dicho algo...
Diane se echó a temblar. Le echó un vistazo todo el lugar de nuevo, visiblemente aterrorizada.
— Tengo que irme. Por favor, piensa en lo que vas a hacer y por qué.
Sin más, subió las escaleras a toda prisa alejándose de ella.

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Cuando el amor ciega
Fiksi UmumADVERTENCIA: Esta no es una historia de amor tóxico. Es un relato cruel donde abunda la violencia, el sexo rudo y las mentes perturbadas. Si eres una persona sensible o eres menor de edad, te ruego que pases de largo y busques otra novela. Pero si...