Capítulo Diecisiete. Llevo tu imagen dentro de mí.

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// ¡Es largo, es tierno y les dará pistas para lo que pasa después!


¡Disfrútenlo! //


Esa noche tendríamos una pequeña fiesta para celebrar el aniversario de una de las marcas para las que estaba trabajando, afortunadamente la fiesta era en LA y no en Nueva York, aunque Tom no iría conmigo, muy a mi pesar él estaba revisando los avances con el disco y simplemente no podía ir.

- ¡Tú eres mi diablito favorito, oh sí lo eres! - Jugué con los perros de Bill en el piso de la cocina, Pumba recibía siempre más atención mientras Timón saltaba a nuestro alrededor. Mi casa se había convertido rápidamente en una casa de locos, miré al perro de Tom correr por doquier; siempre me rehusé a llamarlo por su nombre porque de hacerlo él se quedaba pegado a mí lado, así que intenté ignorarlo al jugar con Rize, Bora seguía al par en un modo que a mí me parecía maternal y tierno. Cinco perros en mi casa. Cinco. - ¡SCOTTY! - El perro se apareció frente a mí y se sentó como lo habían entrenado a hacerlo. Me observó mientras yo esperaba a que los otros dos perros fueran corriendo también, pero eran mucho más lentos. El perro más grande se acercó a mí de manera sigilosa hasta que pudo descansar la cabeza en mi regazo. - Pequeño desgraciado... - Jugué con sus orejas, el perro pareció sonreír. Ya sabía que no me dejaría sola hasta que Tom llegara a casa, pero de verdad necesitaba que los perros dejaran de hacer desorden en mi casa.

Bora y Rize se aliaron para molestar a Timón mientras Pumba intentaba meterse entre el perro de Tom y yo, pidiendo mi atención.

- ¡Ven aquí! - Acaricié la cabeza de Pumba y me volteé para ver a los otros tres pequeños perros locos. - ¡Deténganse chicos!

Sonó el timbre y cada perro excepto por el de Tom corrió a la puerta, no ladraron pero se sentaron ante la entrada. Empujé suavemente al perro, él me siguió.

- ¡Ya voy! - Grité hacia la puerta mientras hacía que los perros se movieran, todos estaban curiosos de saber quién estaba en la puerta. - Ten cuidado, me he convertido en la loca de los perros.

- ¡Joder, pero si son como un ejército! - Allison entró. - No creo que me vallas a pedir que los cuide, ¿verdad?

- No, los chicos estarán aquí más tarde. - Hice que todos los perros se fueran al jardín de atrás, claro con una excepción. - ¡Afuera! ¡Por favor, chico, afuera! - Le rogué.

- ¿Qué pasa con eso? - Allison me preguntó. - ¡Afuera, tío! - Ella iba a jalar de la correa del perro, pero no podía dejarla.

- Déjalo, se comportara. - Rasqué la parte de atrás de las orejas del perro y fui al baño a lavarme las manos. Estaba llena de amor canino hasta los codos. - ¿Qué tal te fue hoy en el trabajo?

- Bueno, ¿antes que ahora? - Ella se lavó las manos después de mí. - Bien, hoy hice toda clase de peinados... ¿qué estuviste haciendo todo el día?

- Bueno, fui al gimnasio. - Una sonrisa de lado apareció en su rostro, ella sabía de lo mala que era para cualquier cosa relacionada a los deportes. - Mis piernas están matándome.

- Qué sorpresa. - Me sentó frente al espejo de cuerpo completo en mi habitación. - ¿Qué debería hacerte hoy?

- Después del último corte, deberías dejarlo lacio. - Ella sonrió y estuvo de acuerdo.

- Éste chico es muy callado. - Allison apuntó hacia el perro.

- Sí... ¿Qué hiciste con la pequeña Cleo?

- Esta en casa, ¡esa perra está loca! El otro día fue al baño y sacó el papel higiénico, desperté con un desorden por todo el apartamento. - Me reí. - Pero es linda, y no me puedo enojar con ella por mucho tiempo. Esas orejitas puntiagudas me derriten el corazón... - Murmuró casi enojada. - De todas maneras... ¿sabes de Lily?

2. Are You Still Mine? *En Español*(Tokio Hotel/Tom Kaulitz fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora