Capítulo Veintitrés. Tal Vez Pensé que Éramos Uno.

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// Directamente al capítulo: //


Metí la llave de la puerta de nuestra casa deteniendo la correa de los perros en una mano y poniendo la maleta en el suelo por un segundo. Cuando la puerta estaba ya abierta dejé a los perros entrar y me quedé con las correas en las manos al intentar cargar la meta conmigo hasta el dormitorio. No había movimiento en la casa, Tom no parecía estar allí, y su perro tampoco. Entré al estudio y observé la mi pintura sin tocar. Sentí ganas de quemarla, pero no podía. Eso era último que había hecho a partir del dolor de la perdida de mi papá. Había sido lo último que hice por él. La observé en silencio, lo habría llamado ahora, y habría confiado en que sería el maravilloso papá que siempre había intentado ser. Y él no sabría nada de cómo hacerme sentir mejor pero lo lograría. Aún diría algo que no iba y me haría reír. Lo extrañaba. Una vez más extrañaba a mi papá. Extrañaba a mi mamá y a mis amigos. Había sido sin duda un error pensar que Tom y yo seríamos buenos para el otro.

No quería sentirme del modo en que lo hacía.

Un perro alto me saludó y le sonreí una sonrisa humedecida por las lágrimas que yo no había deseado que cayeran sobre mis mejillas. Llevaba los lentes de sol sobre la cabeza.

Vi a Tom y me enderecé, el perro salió corriendo y bajé la vista olvidándome de que me había atado el cabello esa mañana, así que no tenía la cortina de cabello cubriéndome el rostro. Me saqué los lentes de sol de la cabeza y los sostuve en mis manos sin saber que más hacer.

- Te ves... - Tom no terminó pero su voz lo delató. Él quería decir "mal".

- Lo estoy. - Me limpié la mejilla con la mano y miré hacia arriba, aún sin mirarlo a él. - Demasiado trabajo, me voy a la cama. - Le expliqué y pasé a su lado.

- Sí... oí que te desmayaste. - Tom me siguió al dormitorio mientras me sentaba en el borde de la cama quitándome los zapatos. - ¿Fuiste al doctor?

- No. Acabo de llegar. Pasó ayer. Y no me desmayé. - Me saqué el cabello de la coleta y puse los jeans en el closet antes de ponerme unos shorts. Me quité la camiseta también y me puse la del pijama.

- Aun así, estabas enferma. - Tom se recargaba sobre el tocador.

- Lo estoy. - Le solté al echarme en la cama y cubrirme con las sábanas. - ¿Podrías cerrar la puerta cuando salgas? Gracias.

Tom se sentó a mi lado mientras yo me volteaba hacia el lado opuesto a él; cerré los ojos e intenté dormir.

- ¿Por qué no me hablas? - Tom me preguntó suavemente. Todavía tenía el descaro de preguntar. Mis pestañas se humedecieron cuando parpadeé, él estaba atrás de mí y su mano estaba frotando mi brazo. - No sabía que estábamos molestos... - Bromeó a medias.

- Estoy cansada. - Le dije a Tom, no era completamente mentira pero mientras las lágrimas alcanzaron la almohada supe que mi voz me delataba. - Cierra la puerta al salir, por favor.

Tom se inclinó y me besó la mejilla, deteniéndose un momento al notar esa parte húmeda en mi cara. Se levantó y no dijo nada más, dejándome sola para llorar hasta quedarme dormida.

No habría sabido que dormí tanto de no ser por el hecho de que cuando volví a abrir los ojos tenía los ojos de Tom frente a mí.

- Buenos días. - Él dijo. Miré alrededor. No sabía lo cansada que de verdad estaba. - Como que acabas de hibernar. - Tom me sonrió.

- Lo siento. - Susurré y desvié la mirada al darme la vuelta hacía el otro lado.

- Oye, está bien... ¡No me quejo! - Apartó mi cabello y pasó su brazo sobre mí mientras besaba mi cuello y tuve que apartarme. - Eres toda sonrisas cuando estás en casa, te lanzas sobre mí... ¿qué pasa?

2. Are You Still Mine? *En Español*(Tokio Hotel/Tom Kaulitz fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora