Capítulo Tres. Sueños Rotos.

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- Bueno, si dices algo malo sobre éste...Bill... - Le advertí al salir del probador con un vestido puesto. Se sentía bien y mientras salía y me miraba a mí misma sentí que éste era el vestido que había estado buscando, aunque estaba un poco grande.

Mamá debería haber estado allí para ayudarme a encontrar el vestido, pero me alegré de que en su lugar fuera Bill quién aplaudía al mirarme.

- ¡No tengo nada que decir sobre éste! - Maldijo en voz baja. - ¿Alguna vez te he dicho lo afortunado que es Tom? - Asentí. - Porque desde que te conozco, sentía que él tenía algo contigo que ninguno de nosotros tenía...y... ¡ahora se van a casar! - Su sonrisa se hizo aún más grande y yo sonreí también. - ¿No es tan loco?

- Sí... - Estuve de acuerdo.

- Él es feliz, ¿sabes? - Mire a Bill por el espejo. - Él no ha dejado de escribir música, es que está como... súper inspirado. Creo que es por ti.

Esa misma noche fuimos a cenar a un restaurante con algunos amigos de Bill y Tom, me perdí en la conversación con ellos, todos bromeaban y charlaban acerca de cualquier cosa que se les viniera a la mente. Mi teléfono sonó y le dije a Bill a un par de asientos de distancia que iría afuera mientras salía hacia la acera a contestar el teléfono lejos de las fuertes risas y el ruido del restaurante.

- Hello, Jo Jurado. - Contesté el teléfono.

- Hola, ¿ho-hola? - La mujer del otro lado de la línea hablaba español, pero tenía un acento extraño que nunca en mi vida había escuchado.

- Sí, ¿diga? - Le hablé en español a la mujer. Ella suspiró y continuó hablando.

- ¿Josefina Jurado? - Murmuré un "".

- Digo...sí, sí...soy yo. ¿Quién habla? - Le pregunté a la mujer que llamaba quién era.

Inmediatamente supe de qué se trataba cuando dijo que llamaba de un hospital en Méxic, casi se me resbala el móvil de las manos; tuve que retroceder hasta la pared y apoyarme en ella mientras ella seguía hablando.

- Estuvieron en un choque de autos. - Repetí después de la mujer. - ¿Cómo están? - Mi cerebro estaba funcionando demasiado rápido para tan siquiera descifrar mis propios pensamientos, pero aun así podía hablar en español, de alguna manera...

- No puedo dar información de pacientes por teléfono, lo siento; tendrá que venir al hospital. - Me enfurecí en ese mismo instante.

- ¿Está consciente de que me está llamando a Los Angeles? ¡No es como que pueda subir al auto e ir al hospital, no puedo estar allí en cinco minutos! - Grité a la bocina del teléfono.

- De verdad, disculpe. Son reglas del hospital. - La mujer mantuvo la calma mientras yo intentaba no vomitar.

- ¡Bien, pues gracias entonces! - Estaba molesta. - Si algo más llega a ocurrir llámeme, ¿eso no esta contra las reglas?

- No, señorita...

- Mire... lo siento. ¿Cuál es el nombre del hospital y exactamente dónde está? - Me calmé y escuché con cuidado antes de agradecerle a la mujer mexicana y colgar el teléfono con lágrimas en el rostro. Escribí la información en una nota en mi teléfono y grité hacia la calle ganándome un par de miradas desaprobatorias de gente que iba pasando. - ¡Mierda!

- Oye, ¿esa fuiste tú? - Tom apareció por la puerta del restaurante y me vio recargándome en la pared. - ¿Qué te pasa? - Intentó cogerme las manos mientras me aferraba a mi propio torso para contenerme de gritar de nuevo, ni una vez antes me había pasado nada parecido. - Oye, Jo ¡Tómalo con calma! - Dijo fuerte cuando lo empujé alejándolo de mí con mis ojos cerrados.

2. Are You Still Mine? *En Español*(Tokio Hotel/Tom Kaulitz fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora