Capítulo 2

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Francis

Caminé por los pasillos de la casa, dirigiéndome hacia la puerta principal para subir a mi coche e ir al Club Leone, el club de la familia. Tenía que ver que tal iba todo por allí. Pero en el camino, me crucé con mi hermana, quien venía por un pasillo a mi izquierda.

—Gina —la llamé por su nombre, se detuvo y dirigió su mirada sin emociones, por el momento, hacia mí.

—¿Qué quieres, fratello? (hermano) —preguntó bruscamente.

El amor fraternal entre nosotros se había perdido con el paso del tiempo.

—Voy a ver cómo está todo en el club —comuniqué sin dar vueltas. A Gina le gustaba que vayas directo al punto a la hora de hablarle, si hacías lo opuesto, se dejaba llevar por la ira. Observé el lugar por el cual venía y me di cuenta hacia dónde se dirigía. —No te metas en problemas, y no hables con papá sobre el tema del insider. (infiltrado)

—No me molestes, Francis —exclamó en un tono que exigía que dejara el tema, dando a entender que haría lo que quisiera. Siempre lo opuesto a lo que se le pedía.

Enfrentaría a nuestro padre por su cuenta aunque aquello siempre acabara en desastre.

—Hazme caso, Gina. Tus conversaciones con papá solo traen problemas —le recordé.

Shut up (Cállate) —contestó y me dirigió una mueca de molestia, buscando que la conversación termine de una buena vez —Ve y diviértete con una cualquiera que encuentres por ahí.

Me dio un empujón que no logró moverme mucho del sitio y siguió su camino por el pasillo, negué con la cabeza, mientras observaba su silueta de negro recorriendo el pasillo hasta el final, y hacia una mueca parecida a la suya.

Lamentablemente hacíamos los mismos gestos para expresarnos.

Seguí mi camino, salí al exterior y me dirigí a mi Maserati Ghibli Hybrid negro aparcado en la entrada.

Minutos después de conducir por las largas avenidas de la ciudad cubiertas de niebla, recibí una llamada de mi padre. Tomé el celular que estaba sobre el asiento del copiloto y respondí.

—¿Pasa algo? —pregunté abruptamente.

Mi padre llamaba únicamente si necesitaba algo urgente o si estaba pasando algo realmente grave en casa.

Y antes de irme, Gina se dirigía a su oficina.

—Hijo, ¿te diriges al club? —interrogó.

Sin dudas, ya sabía que había salido de la casa y me pediría algo.

—Sí —respondí, observando la luz roja del semáforo, esperando que pida lo que quiera de mí.

Aquel día la niebla era más densa que otros días, dificultaba la visibilidad y ocultaba todo lo que con la luz del día era fácil ver.

—Luego envíame un informe detallado —dijo, sin esperar una negativa.

Desde siempre él se encargó de la contabilidad del club y no quería que nadie más lo hiciera. Pero últimamente lo hacía yo y luego le enviaba un informe sin falta, e incluso así no dejaba de recordarme que lo hiciera.

El señor Leone siempre fue muy celoso y posesivo con sus bienes, y eso es algo que me heredó.

Jamás dejo que toquen lo que es mío.

—Claro, padre —dije y colgué, dejando el celular sobre el asiento del copiloto.

El Club Leone nos daba las menores ganancias, comparado con los otros negocios familiares, pero servía para lavar dinero.

Capture to Sparrow ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora