Capítulo 20

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Gina

Desperté en mi cama, con ambas heridas suturadas y una venda rodeando mi cintura. El dolor persistía, no estaba segura de cuánto tiempo estuve acostada, dormida, pero la ubicación del sol en mi balcón, marcaba el mediodía.

A duras penas, intenté levantarme de la cama con la mano apoyada en el costado, sobre la herida. 

Había un frasco con pastillas sobre la mesita junto a la cama con una nota pegada en la tapa.

Toma una cuando te despiertes.
Son para el dolor.

Lo agarré y saqué una de las pastillas blancas del interior, me la llevé a los labios y la tragué en seco. Luego, dolorosamente, me levanté de la cama, sintiendo fuertes punzadas de dolor en el costado, sosteniéndome del pequeño mueble al lado.

En la mano que me sostenía, tenía la nota que estaba sobre el frasco.

No reconocía la letra de trazos gruesos sobre la misma, me sentía intrigada. Quería saber quién la había escrito. 

Sin embargo, dejé el papel sobre la almohada y caminé hacia la puerta lentamente.

Cuando abrí, descubrí que el hombre que no deseaba ver, en aquel momento, estaba sentado en el sillón frente a mi puerta.

Se levantó y me dedicó una sonrisa.

A mi mente llegaron todos los momentos que compartimos en las últimas horas en el puerto, no había olvidado nada y aún podía oírlo diciéndome no te duermas.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Owen Wixx, manteniendo sus ojos sobre mí en todo momento. —¿Has tomado la pastilla para el dolor?

Su pregunta me hizo pensar en algo que nunca hubiera imaginado. Con los ojos fijos en los suyos arqueé las cejas y pregunté:

—¿Tú fuiste quien las dejó? 

Apoyé la mano libre en la pared al sentir que perdía estabilidad.

¿Se había metido en mi habitación para dejarlas?

—Sí, las necesitarás —respondió, observándome detenidamente y sonriendo.

Me sentí extraña, un poco incómoda al saber que había entrado en mi espacio personal sin que lo quisiera. Su expresión cambió, dejó de sonreír. Se dio cuenta de ello. Tal vez esperaba que lo atacara de alguna forma. Y lo hice.

—¿Y puedo tomar mi desayuno con normalidad o debo esperar para hacerlo, doctor? —interrogué con ironía y brusquedad.

No le había pedido absolutamente nada. Y con lo que había sucedido entre nosotros en el puerto, antes de lo de la camioneta, no esperé que hiciera algo así por mí. 

Si hubiera estado en su lugar, habría tirado las pastillas por el inodoro para que sintiera todo el dolor.

Mi irónica pregunta lo sorprendió, tal vez porque esperaba algo más violento de mi parte, pero no tenía ánimos para nada más. Una sonrisa ladina apareció en sus labios y me hizo sentir amenazada. Tal vez sí fue violento para él y logré molestarlo.

Parecía un depredador a punto de saltar sobre su presa.

—Sí, puedes hacerlo —Su sonrisa se acentuó y su mirada se volvió cada vez más penetrante.

Una vez me dijo que podía protegerme de todos menos de él y, por la forma en la que me miraba, parecía ser verdad.

No lo miré un segundo más, comenzaba a sentir cosas que me negaba a sentir, y caminé hacia las escaleras. 

Capture to Sparrow ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora