Extra 1 (Gina y Owen) +18

90 48 15
                                    

Gina

Con sus manos en mi cintura, las mías agarrando su ropa, lo conduje dentro de mi habitación sin cortar el beso, cerré la puerta a su espalda, sin abrir los ojos, y lo ubiqué delante de la cama.

Aquellos besos, aquella pasión sería mi perdición.

Llevé mis manos a su duro pecho y las deslicé por sus brazos, quitándole el saco, queriéndolo con menos ropa, luego lo empujé sobre la cama.

Me observó detenidamente, creyendo que volvería a jugar con él para abandonarlo después.

Fui en busca de mi pañuelo rojo a los cajones del placard a mi izquierda.

Lo quería atado a mi cama otra vez, pero no con las esposas.

Owen Wixx me vio acercarme con el pañuelo en las manos y entendió perfectamente lo que quería sin tener que decírselo.

Se estiró sobre la cama y extendió los brazos hacia el cabecero.

Subí por su cuerpo, rozándolo de vez en cuando para hacerlo morir de deseo.

Me senté en su pelvis, sintiendo el bulto duro detrás de su pantalón de traje, gruñó y me llenó de satisfacción.

Estaba deseando ponerlo a prueba más de una vez.

Estiré mi cuerpo sobre el suyo, provocando que soltara otro gruñido y aproveché para atarlo rápidamente.

Al terminar, apoyé mis manos en sus pectorales, poniéndome recta para admirarlo allí atado.

Se veía realmente bien. Levanté una ceja, sonreí y me mordí el labio.

Me quité la campera de cuero, la camisa y el sostén ante la atenta mirada de Owen Wixx.

Su pecho subía y bajaba con cada respiración, e iban en aumento, y sus pupilas se dilataron más al tenerme sobre su cuerpo con la parte superior del mío, desnudo.

—Si hubiera sabido que lograría finalmente callarte, lo hubiera hecho antes —comenté con burla.

Él solo sonrió como siempre lo hacía y no dijo nada. Tal vez temía que si abría la boca, lo dejaría solo y atado a mi cama por segunda vez.

Desabotoné su camisa y bajé de su cuerpo. Me ubiqué delante de la cama, él levantó un poco la cabeza para mirarme y me quité la ropa que me quedaba puesta, menos las bragas.

Le quité los zapatos y medias, luego me acerqué al borde de su pantalón y tiré del mismo, dejándolo desnudo de la cintura para abajo.

La verdad es que no esperaba que no llevara puesta ropa interior.

¿Siempre andaba así? ¿O solo fue cosa de aquel día?

Owen Wixx me había sorprendido.

Su miembro erecto apuntaba al techo, era de buen tamaño, tenía venas hinchadas que lo recorrían y su punta brillaba con el líquido preseminal.

Estaba ansiosa por sentirlo dentro de mí.

El corazón me latió con más fuerza, aceleró mi respiración y preparó mi cuerpo para una noche de placer.

Me quité las bragas con urgencia, caminé hacia un cajón del placard y saqué varios condones, los cuales tiré sobre su pecho. 

Me sonrió encantado.

Subí por su cuerpo, su mirada se volvió feroz por no poder tocarme, apretaba los puños al igual que la mandíbula, y mi deseo aumentó.

Abrí uno de los condones y lo deslicé por la caliente erección de mi guardaespaldas. 

Me levanté un poco, llevé su glande a mi centro lubricado y me dejé caer sobre ella.

—Ooh, Gina —gimió y tiró de las ataduras.

Arqueé la espalda de placer, gimiendo con la boca cerrada y clavando mis uñas en su pecho.

Lo miré. Su rostro estaba contraído de placer y no habíamos ni siquiera empezado.

Comencé a cabalgarlo.

Su miembro me llenaba por completo, haciéndome experimentar mucho placer al profundizar más con cada segundo que pasaba.

Ambos gemíamos sin importarnos si nos oían.

Su miembro tocó un punto dentro de mí y un orgasmo comenzó a formarse, profundamente, sin necesidad de estimular mi clítoris.

Intensifiqué mis movimientos, Owen Wixx comenzó a levantar su pelvis, encontrándose con los míos y grité en pleno orgasmo.

—¡Owen!

Me permití gemir su nombre, disfrutando de cada segundo intenso de placer mientras me movía más despacio. Cerré los ojos al sentir su miembro engrosarse y eyacular dentro del condón.

Respiraba pesadamente y abrí los ojos. 

Sus ojos azules me miraban con intensidad y su sonrisa de lado delataba que haría algo a continuación.

Sus manos me agarraron por la cintura y nos dio vuelta sobre el colchón.

En algún momento se había desatado.

No opuse resistencia, ya no, al menos no por el momento, y esperé por su siguiente movimiento.

Llevó mis manos sobre mi cabeza y las sostuvo allí con una mano mientras con la otra me sostenía por el cuello.

Unió sus labios a los míos, besándome apasionadamente.

Cuando estuvo satisfecho, salió de mi interior, se quitó el condón, le hizo un nudo y lo tiró al suelo.

Bajó por mi cuerpo, agarró mis pechos y succionó uno por vez, haciéndome apretar los puños sobre la cabeza y gemir bajito.

Luego los soltó, besó mi vientre, también la doble cicatriz, ubicada en mi cintura, de las heridas de bala que obtuve desde que lo conocí, luego besó mi pubis, llegando a mi sexo.

Abrió mis piernas, deslizó sus brazos por debajo de mis rodillas, para poder abrirme más si lo deseaba, y llevó sus manos a mis pechos, así podría pellizcar mis pezones entre el índice y el pulgar.

—Ahora voy a hacerte lo que he fantaseado algunas noches antes de dormir —murmuró seductor, sonriendo, y hundió su cara en mi sexo, quitándome el aliento.

Capture to Sparrow ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora