Mayka despertó poco a poco en el cuidado de Madame Pomfrey. Intentó poco a poco sentarse sobre el respaldo hasta que la mujer la detuvo.
—No deberías esforzarte niña. Acabas de despertar de un largo sueño —replicó la mujer.
—¿Cuánto tiempo... ¡Auch! —sintió un dolor punzante en el cráneo. No sabía qué lugar dentro de su cabeza se sacudía más a causa de la jaqueca—. Duele —terminó en tono casi suplicante.
—Claro que duele. Al caer te golpeaste la cabeza con una roca, y dormiste durante tres días. Ya estábamos por acudir a tu madre —sentenció la mujer.
—El director sabe que vivo con mi abuelo. —corrigió—¿Qué pasó con las cl... ¡Auch! —el dolor se hacía presente, haciéndola sentir como un envase hueco con piedras dentro, que al sacudirlo, estás rebotaban.
—Ya te he dado la medicina necesaria, ahora necesitas descansar. Nada de visitas, y reposo por al menos tres días más.
—Pero los entrenamientos —alcanzó a decir antes de sentir otra punzada de dolor.
—Tu recuperación es más importante. Y no, no puedes.
Sin más opción, se tumbó en la cama, esperando a que el martilleo en su cabeza se detenga. Al poner la frazada hasta la cabeza recordó que había soñado sobre algo importante, un asunto que parecía urgente. Pero, ¿qué era? Comenzó a buscar en su cabeza fragmentos, imágenes... algo. Sólo sentía nostalgia y tristeza. La presión en su pecho se hacía más profunda, recordándole cómo se sintió el día en que tuvo que separarse de su querida hermana.
De pronto se encontró pensando, ya no más en el sueño, sino en su hermana pequeña. Alexia siempre fue la inteligente de los dos. Su único "defecto" fue nacer sin una gota de magia. Cuando aquel que no debe ser nombrado empezó a hacerse con el poder, Mayka rogó a su abuelo que la ocultara, que ni siquiera ella pudiese hallarla. Sabía a ciencia cierta que su madre no dudaria en entregar a su "despreciable" y muggle hija a su señor. Y su padre ni siquiera opinaba realmente. Así fue como, por culpa de su familia, se alejó de quien consideraba a su mejor amiga. Esperaba que Alexia se encontrara bien.
Al cabo de algunos minutos lamentándose, e intentando recordar su sueño, una voz amigable interrumpió sus pensamientos.
—En cuanto oí que despertaste vine a todo pulmón ¿Cómo te sientes May? —preguntó Amelia con auténtica preocupación—. Estaba muy asustada. Mcgonagall me dejó venir aunque no sea horario de estar fuera de las camas.
—Estoy bien —respondió, intentando incorporarse—. Pero siento una jaqueca terrible. De todas formas la señora Pomfrey dice que si descanso me recuperaré.
—Quizás sea lo mejor. No te preocupes por las clases, puedo prestarte mis apuntes, así puedes descansar. Sabes, oí a James hablar sobre los entrenamientos. Estaban muy alegres con tu actuación, y esperaban a que te recuperes. Realmente estuviste genial —comentó su amiga con un deje de orgullo.
—Gracias, estaba muy nerviosa sabes. Creo que fue ese el problema.
—Entonces ahora debes relajarte. Voy a dejarte descansar y me voy a la cama. Te veo mañana May.
Saludó a su amiga con un abrazo y volvió a la cama. El dolor cesó un poco, lo suficiente como para volver a dormir.
En sus sueños sintió un mundo más colorido, con algo que parecía otro tipo de magia: tecnología. Tenía un aparato con el que veía su película favorita. Ya había leído los libros y visto las adaptaciones, pero nunca era suficiente.
Presenció la escena del "niño que vivió" recostado en el suelo sucio, dibujando un pastel de cumpleaños en la arena. Acto seguido, Hagrid tiraba la puerta del lúgubre lugar, despertando y aterrando a todos los presentes.
—Lo siento, lo siento —se disculpó el semi gigante con torpeza.
—¡Le exijo que se vaya! Esto es propiedad privada —gritó tío Vernon apuntando directo a Hagrid. El hombre ni siquiera se inmutó ante las amenazas del muggle. Se acercó a él con paso decidido, doblando la escopeta con sus propias manos.
—Cállate pestilente rata inmunda —expresó el gigante con seriedad. Luego se dirigió a Dudley Dursley—. No te veía desde que eras un bebé Harry Potter. Veo que has crecido, sobre todo después de ver ese estómago, hehehe.
—Yo no me llamo Harry —contestó el niño, casi con un suspiro.
—Ah... Soy yo —respondió un chico flacucho que se asomaba por detrás de la chimenea.Al verlo, Mayka comenzó a tener más consciencia en su propio sueño ¿Harry Potter? ¿Acaso se inventó un niño igual a James? Porque lo era. Excepto por sus ojos... Eran igual a los de ¿Lili?¿Qué?
Mayka no podía entender por qué pasaban esas cosas por su cabeza. Hasta que más recuerdos comenzaron a invadir su mente. Cada vez más rápido y con más fuerza, sentía información llegar a su cerebro. Harry Potter, Lord Voldemort, segunda guerra mágica, y muchas muertes. El dolor de Harry al perder a su padrino. El dolor de Los Weasley al perder a Fred. Lupin y Tonks sacrificando sus vidas. Neville visitando a sus padres en San Mungo sin esperanza de que mejoren. Dumbledore cayendo de la torre de Astronomía. Snape siendo asesinado por Voldemort. Torturas, tragedias y un final agridulce.
Comenzó a entender que esa historia iba más allá de su propia imaginación. Mayka sabía que no podría haber inventado todo eso. De alguna forma entendió que no era así. La vida de otra persona también se hizo patente en sus visiones. Una chica llamada Lucía, no mucho mayor que ella. No sería capaz de explicar a alguien más el porqué, pero sabía que eran la misma persona. Una suerte de revelación le hizo entender que había vivido antes bajo ese nombre, y que ahora tenía una segunda oportunidad.
Al cabo de unas horas Mayka despertó muy de mañana, y no dudó en darle una visita a su director. Tenía que contar todo lo que vio y sintió. Sin embargo, ¿le creería? Valía la pena intentarlo. Después de todo, sabía a ciencia cierta que ya conocía ese mundo desde otros ojos. Y quería impedir a toda costa que ese futuro lamentable se hiciera una realidad.
ESTÁS LEYENDO
¡Reencarnada en Hogwarts! Cambiando el destino |𝑆. 𝐵𝑙𝑎𝑐𝑘★| COMPLETA
FanfictionMayka Nott creció en el mundo mágico. Pero todo cambió cuando comenzaron a aparecer recuerdos de otra vida, sobre su historia favorita: Harry Potter. Ahora tendrá la oportunidad de conocer y salvar las vidas de aquellos por los que lloró durante...