Capítulo 23: Hogar dulce hogar

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   —Has tomado la decisión correcta. Me alegra verte nuevamente, hija mía. Espero que en esta ocasión te comportes.

   —Sabes, me recuerdas a una muggle. —Mayka se detuvo para observar a su madre de arriba a abajo. Cabello negro azabache, haciendo juego con una larga capa del mismo color, y piel extremadamente pálida y contrastante.

   —No me interesa saberlo —dijo tranquilamente, sin darle vueltas al asunto.

   —No de verdad, eres idéntica. Mi amiga Lili me enseñó una serie de televisión llamada La Familia Addams, y te pareces mucho a la madre. —Sostuvo su mentón en seña de estar pensándolo mejor—. ¿Cómo se llamaba? Oh sí, Morticia. Creo que te queda bien.

   —No me compares a un muggle —señaló, sin perder la calma.

   Mayka sabía que jugaba con su suerte al decir aquello, pero hacerlo le generaba cierto placer del que no se quería perder. Sabía que el compararla con una muggle la molestaría internamente, como también era consciente de que así y todo, no se inmutaría; era el tipo de persona que jamás perdía la compostura. No, su madre era una persona aparentemente reservada y tranquila, similar a una serpiente silenciosa que espera al momento idóneo para atacar donde más duele. La sagacidad de la bruja era aún más peligrosa que cualquier insulto afilado que pudiera efectuar. Quizás por eso esperaba verla reaccionar, al menos una vez, y de una manera en que no pueda controlar sus emociones como en aquel momento. Después de todo, no sentía un apice de respeto por la vanidosa señora que se había casado con un apellido, a pesar de despreciar su procedencia. De hecho la odiaba por eso.

   —No, la actriz que interpreta a Morticia es más hermosa. Y probablemente se asemeje mejor a un ser humano.

   Ni siquiera le respondió, como si de una mosca molesta se tratara. Algo diminuto y de poca importancia.

   —Al final lograste todo lo que deseabas en la vida. Tu hija se puso del lado oscuro, tu esposo mestizo ni siquiera se inmiscuye en tus asuntos, y tu suegro traidor de la sangre está muerto ¿No habrás sido tú quien lo hizo?

   Por fin, Altea volteó a observarla. Una minúscula, casi imperceptible, sonrisa retorcida se formó en su rostro. Y, por algunos segundos, Mayka fantaseó con la idea aventarle cualquier objeto. Ver sangre.

   Conocía muy bien a su madre, pero nunca podía terminar de comprender cómo podía ser de aquella forma. Qué era lo que provocaba que una persona fuera tan fría y maliciosa. Y por sobre todas las cosas ¿Por qué tenía que dar a luz? Claramente era una persona inútil para formar familia.

   Sin éxito alguno en sus provocaciones, se dirigió a su cuarto para tumbarse en la cama. Tenía que avisar a Dumbledore, pero no podía usar una lechuza. Tampoco había sido capaz de efectuar un Patronus corpóreo que le facilite la tarea. De todas formas, lo más probable fuera que a pesar de haberlo conseguido antes, las circunstancias actuales se lo impidieran. Se sentía completamente sola. Su abuelo había muerto, y aquel que la consolaba cada noche, junto con sus únicos amigos, probablemente la estarían odiando en esos momentos. Alexia estaba lejos, y lo último que podía hacer era hablar con ella. En resumen, todo parecía oscuro y desesperanzador. Quizás las cosas hubieran sido más fáciles si su apellido no fuera Nott, o sus padres fueran otros. No, la única manera en que todo habría resultado más sencillo era sin guerra alguna. Por lo tanto, debía ser fuerte para que ayudar a Dumbledore y que nadie más deba seguir sufriendo.

   Toc, toc.

   —¿Qué? —respondió a los toques de su puerta.

   —¿Puedo entrar? —habló la voz de un hombre.

¡Reencarnada en Hogwarts! Cambiando el destino |𝑆. 𝐵𝑙𝑎𝑐𝑘★| COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora