Capítulo 20: La marca tenebrosa

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   —Expecto Patronus —dijo Mayka con dirección a su varita.

   Finalmente, la luz blanca se hizo eco en su varita, dando forma a un perfecto escudo protector. Sirius se puso de pie y corrió a abrazarla.

   —¡Lo lograste! Lo sabía —rompió el abrazo para darle unos cuantos besos en el rostro.

   —Aunque no es corpóreo —habló, dubitativa.

   —¿A quién le importa? Lo has conseguido ¿En qué recuerdo pensaste?

   —Pensé en ti, y lo que ocurrió anoche, todo aquello. Por eso creí que era buena idea practicar hoy.

   Mayka le dedicó una amplia sonrisa al chico que tenía en frente. Él le devolvió el gesto con gusto. Se veía entre agotado y feliz. Su cabello estaba más enmarañado que de costumbre, pero de alguna forma lo hacía ver aún más sexy.

   —¿Y ahora? ¿En qué piensas?

   —Pienso que mi mente se ha perturbado —bromeó, aunque Sirius no pareció comprenderlo, por lo que se explicó un poco más —ahora no puedo dejar de darle vueltas a lo sexy que te ves en pijamas.

   —Eso explica muchas cosas —volvió a tomarla de la cintura, besando su cuello con dulzura.

   —¿Cómo qué? —ya comenzaba a perder la cabeza nuevamente al sentir sus labios.

   —No estás concentrada totalmente. Sin concentración no se puede realizar el Encantamiento. Creo que en estos casos, lo mejor sería eliminar aquello que te desconcentra —habló con un tono cálido, casi en su oído.

   —¿Te refieres a ti?

   —Podría ser, pero mejor cumple lo que pasa por tu mente.

   Sin decir más volvieron a la cama una vez más, donde pasaron la mayor parte del tiempo el resto de la semana. Sentía que estaba loca por el, y su deseo, en lugar de calmarse, se intensificaba a cada día. Parecía que nada podría salir mal. Pero siempre hay acontecimientos que pueden arruinar las más hermosas situaciones. Así les sucedió en su último día allí.

   La pareja se encontraba empacando para ir casa de su abuelo Thadeus. Él anciano les envió un vociferador gritando que no debían dilatar más la visita o iría a buscar a Sirius, no para conocerlo, sino para lanzarle un merecido crucio.

   Cuando se encontraban a punto de partir, el cielo pareció oscurecerse de pronto. Posteriormente, unas cuatro figuras negras se aparecieron frente a ellos. No tardaron en sacar sus varita para apuntar a los extraños. Mayka era mala en muchas cosas, pero afortunadamente no era el caso en los duelos. Los magos frente a ellos parecían irreconocibles a causa de las máscaras. Pero para Mayka, hubo dos figuras que le resultaron familiares.

   —Altea y Carlion Nott, no puedo decir que es un gusto verlos.

   El matrimonio se miró mutuamente, y ambos hicieron un asentimiento silencioso para luego quitarse las marcarás. Aquellos rostros, que hacía años no veía, se encontraban justo de pie frente a ella. Su madre, Altea, fue la primera en esbozar una sonrisa. La mujer siempre le había parecido hermosa e imponente, pero en aquellos momentos sus rasgos sobresaltaban más. Su cabello se acercaba al negro azabache, largo y brillante. Mientras que sus ojos hacían competencia con los de Sirius, ya que eran de un tono gris llegando al blanco. Su mandíbula afilada y tez pálida la hacían verse más como un vampiro que como una bruja.

   —Mayka, hija mía. He esperado tanto por este día en que volvería a verte. Parece que tú también, porque no has tardado en reconocernos.

   Los movimientos de la mujer al dar un paso en frente se asemejaban a los de una serpiente sigilosa, esperando para captar a su presa. Su padre, en cambio, quedó atrás de su esposa. Mayka no recordaba lo mucho que se asemejaba al hombre físicamente. Aunque se veía demacrado y con la mirada perdida, aún conservaba el cabello rubio como la miel, con ojos de un tono dorado haciendo juego. Parecía agotado y sin fuerzas, incluso le provocó un poco de lástima.

¡Reencarnada en Hogwarts! Cambiando el destino |𝑆. 𝐵𝑙𝑎𝑐𝑘★| COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora