Capítulo 28: Amelia Migdon

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   —Fui un poco tonta, porque intentaste hablarme en todo este tiempo, y... no fui capaz de intentarlo. Yo... perdón.

   —No es tu culpa, se que eres un poco temperamental, y para ser sincera... Te alejé a propósito —dijo Amelia, incapaz de dejar quietas sus manos. Estaba claro que se veía nerviosa, y un tanto avergonzada. Podía verse por la forma en que intercalaba las fracciones de su rostro que iba rascando: el mentón, luego la frente, la nariz, la mejilla derecha, la izquierda, el mentón nuevamente, y así sucesivamente.

   —Lo entiendo ahora —respondió Mayka, observando sus pies de a ratos. Sin embargo, para preguntar lo más importante, miró a su compañera a los ojos—. Pero ahora, dime ¿Por qué?

   —Es cierto que cuando era más jóven me gustaba Sirius. —Comenzó a reír sola, como si se burlara de si misma por el simple hecho de pensarlo. Fue algo positivo, rompió bastante la tensión—. Pero cuando me di cuenta de cómo te miraba, descarté por completo la idea.

   A Mayka se la volvieron a humedecer levemente los ojos. Pensó en la forma en que la veía Sirius, y la diferencia abismal en su mirada el día en que lo vio en el ministerio.

   —Ya no me ve así. —Sonrió con ironía, apresando el dolor que se asomaba.

   —Pero Mayka, tú ¿Por qué te...

   —Comencemos por tu historia —la interrumpió—. Quiero saber primero qué está ocurriendo en tu vida. Tu sabes, soy así de egoísta —señaló con ironía.

   Amelia empezó a reír ante esa respuesta. Actitud que no tardó en contagiarse. Eso era bueno, no tener el menor atisbo de nervios o tensión, tal como en los viejos tiempos.

   —Bien, egoísta —dijo, sonriendo una vez más—. Lo que ocurrió fue que, el último verano antes de comenzar Hogwarts, mis padres... bueno, ellos... ellos se unieron al Quien-tu-sabes.

   Mayka debió abrir los ojos como platos, porque Amelia volvió a sentirse nerviosa. Su mano derecha volvió a recorrer cada centímetro de su rostro de forma inconsciente.

   —Perdón, es que me sorprendió un poco. Tus padres, bueno, eran de Gryffindor y Ravenclaw. Entonces, es que, no sé, me sorprende.

   —A estas alturas deberías entender que no importa a qué casa pertenezcan las personas, sino las decisiones que tomen luego.

   —Bueno, si, es cierto. En fin, no voy a juzgarte. No importa lo que digas. Después de todo, estoy cansada Amelia, muy, muy, muy cansada. Así que di lo que quieras, y daré todo de mi para entenderte sin ser la misma bocona de siempre.

   Ella sonrió levemente y continuó:

   —No quería decirte que mis padres se habían unido a él, porque sabía cuál sería tu reacción. Me dirías que debía alejarme de ellos, salir corriendo, odiarlos. Pero eran mis padres, y no podía hacer nada de aquello. Entonces comencé a sentir miedo de que, de descubrirlo, me tratarías como cobarde. Así que callé.
   »Pero el tiempo fue pasando, y ellos comenzaron a pedir que te convenza de alguna forma. Sus cartas eran cada día más imperativas, expresando la importancia de acercar a tantos como fuera posible, y sobre todo a tí. —Frenó para dar un sorbo de té.

   —Y a día de hoy no lo entiendo. No ha habido una misión en la que fuera necesario recurrir a mis poderes a favor de Voldemort.

   Amelia se atragantó con lo poco que tomó al oír que decía ese nombre.

   —Perdón, no quise —dijo Mayka, notando la incomodidad que provocó en la chica al nombrar a Voldemort.

   —No, está bien. —Soltó una risotada—. No esperaría menos de ti. Sólo intenta que no te maten.

¡Reencarnada en Hogwarts! Cambiando el destino |𝑆. 𝐵𝑙𝑎𝑐𝑘★| COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora