Capítulo 10: Vacaciones

232 43 0
                                    

   La llegada a casa resultó tal y como esperaba. Los robustos pinos rodeando la casa pintados de blanco nieve, representantes absolutos del majestuoso e imponente invierno; el fuerte olor a café negro, mezclado con un dulce toque a canela, proveniente de alguna receta que seguro se estaría cocinando; las paredes amaderadas, brindando la agradable sensación de calidez humeante, como la que brota de una chimenea expulsando el frío del exterior. Amaba tanto ese lugar. Estaba en casa.

   Al entrar en el hogar se encontró con algo diferente a lo habitual, un pequeño gatito color cobre recostado sobre el respaldo del sofá como si su vida dependiera de aquello.

   —Abuelo, nunca te gustaron los gatos ¿Por qué...

   —Es que es mío.

   Una figura femenina apareció desde la cocina sonriendo. Llevaba un sweater borgoña con un pequeño pino en el centro, sosteniendo una fuente con galletas en forma de árbol de navidad. Su cabello, color miel como lo recordaba, estaba recogido y enmarañado, seña de ser la culpable por el aroma a canela que invadía la casa. Mayka solo la observó, estupefacta. Quería correr y abrazarla, pero solo pudo mirarla, feliz. Fue Alexia quien tomó la delantera, soltando la fuente y corriendo hacia su hermana, estrechando con fuerza su cuerpo. La chica por fin pudo escapar del shock que la invadía, abrazando a su hermana pequeña, que ya no era tan pequeña, en respuesta.

   Mayka no supo cuánto tiempo duró ese abrazo, ni tampoco en que momento su cara se humedeció por completo a causa de las lágrimas, solo supo que el primero en hablar fue su abuelo.

   —Quería disculparme como es apropiado. Ustedes no se han visto por al menos cinco años, y es todo mi culpa.

   —No lo es, es culpa de su guerra, lo entiendo —contestó Alexia.

   —No es culpa solo de la guerra —dijo Mayka, mirando al suelo, dejando al aire a aquellos a quienes deseaba culpar más que a nadie. Luego se dirigió hacia su abuelo —. Pero ¿Por qué ahora? Que ha cambiado?

   Thadeus dió un paso adelante hacia sus nietas, ayudándose de su viejo bastón. Miró a una y a la otra, una y otra vez. Luego procedió.

   —Al principio temía que le hicieran daño si venía aquí o te veía. Tu madre misma no deseaba que estuvieran en contacto. Por lo tanto, mis pequeñas, el miedo me llevó a separarlas todos estos años. Al principio, quien no debe ser nombrado solo atacó a muggles o nacidos de ellos, por eso temía por ti, Ali, cariño. Y Mayka, deseaba que estuvieras en casa porque sabía que explotarían tu habilidad al tenerte en sus manos, por eso fui en contra de tus padres para tenerte. Bastó algunas noches de pesadillas para convencerlos. Sin embargo las cosas han cambiado.

   »La guerra ha ido a peor, y aniquilan a quien sea que no esté de su parte. Temo que quien más corre peligro ahora, eres tú May. Intentan reclutarme, creo que realmente tienen esperanza de que me les una. No sé por cuánto tiempo preguntarán sin atacar. Pero lo que sí se es que cuando termines el colegio irán a por ti también, sin aceptar un no por respuesta. Por lo tanto, este es mi cobarde intento para pedirte que huyas tu también. Escóndete con tu hermana hasta que todo termine y puedas vivir en paz —concluyó el anciano.

   Las chicas estaban boquiabiertas. Estaba claro que Alexia no estaba al tanto de los planes de su abuelo al visitarlo y sólo se limitó a observar a su hermana, quien tampoco sabía cómo reaccionar.

   —Abuelo, debo admitir que tengo miedo, mucho. El director ya me advirtió antes que intentarían reclutarme, y eso me aterra. Mis ilusiones no son tan estables o realistas como las tuyas, por lo que no sería tan efectiva en una batalla. Aún así, no puedo alejarme ahora, porque las cosas no mejorarán por si solas. Quiero ver a Alexia tantas veces como desee, sin preocuparme que quieran matarnos a ambas. Voy a ayudar a Albus Dumbledore —la cara de Thadeus se deformó de manera inmediata al escuchar lo que la chica decía —no quiero quedarme de brazos cruzados y observar como matan a mis amigos, como intimidan a mi abuelo, e impiden la libertad de ver a mi hermana pequeña crecer, como ya lo han hecho. Por eso, no puedo huir.

   —Me temo que entonces no hay nada que pueda hacerle. Ya imaginaba yo que me darías esa respuesta, pero aún así tenía esperanza en que te pusieras a salvo. Sabes que cuentas conmigo para lo que te propongas —se resignó su abuelo.

   —Esto es muy injusto —agregó Alexia con tristeza.

   La impotencia y resignación se respiraban en el aire, penetrantes. Pero Mayka recordó que, fuera por el motivo que fuese, su querida hermana estaba ahí. Decidió concentrarse en lo que estaba en sus manos hacer, y no en aquello que escapaba a su poder. Por lo que cambió el tema.

   —Hay un magnífico olor a galletas aquí ¿Las hiciste tu Ali? ¿Cómo ha ido tu vida? ¿Puedo saber con quién vives y cómo estás?

   Había tanto por saber, que no perdieron más el tiempo. El abuelo preparó más café y se sentaron frente a la chimenea encendida a comer. Las hermanas no se separaron ni por un momento. Alexia le contó que estaba en casa de quién era hermana de su abuela muggle. La mujer con gusto aceptó tenerla. En la casa de ella, Thadeus colocó un encantamiento Fidelio, librandose de cualquier posibilidad de ataque. La mujer no había tenido hijos, por lo que durante los últimos años la trató como una. Iba a una escuela de muggles, en la que ya se encontraba en quinto año.

   —Al principio lloraba todas las noches, pero gracias a mi Nona pude adaptarme. También hice amigos en el colegio, y paso mucho tiempo con ellos. Ustedes siempre están en mi mente pero... —su voz comenzaba a quebrarse con cada palabra que emitía —. Por fin, después de años, creo que me he adaptado un poco a mi vida. Tengo un hermoso gato que está conmigo en todo momento, así que no me deja tiempo para estar tan triste. También, —comenzó a sollozar, sin oportunidad de terminar con la frase.

   —Está bien, no tienes que decirlo si no puedes —la abrazó con fuerza Mayka, esperando así absorber el dolor de alguna forma.

   —Extraño a mamá y papá. Eso me pone aún más triste, porque se que ellos a mí no —cuando hubo dicho eso, Alexia ya no pudo contener el llanto ahogado, y solo explotó.

   Lo que decía era cierto, y Mayka sentía que el que fuera verdad, hacía todo peor. Sus padres las habían amado de la misma manera en que se puede amar a una herramienta de trabajo: si es útil la cuidas para que haga bien su trabajo, y si no lo es la desechas. Era injusto, después de todo, fueron ellos los responsables de darlas a luz, pero ahí estaban, haciendo su vida más complicada.

   Luego de un rato, con ayuda de Thadeus y Mayka, Alexia pudo calmar sus ansias y volver a sonreír, pensando en otros asuntos.

   Cuando se hizo la noche, todos fueron a dormir. La nieve ahogaba los alrededores, lo que provocaba que la casa fuera más acogedora. Las hermanas durmieron en la misma habitación, dónde siguieron actualizando todo sobre sus vidas actuales. Mayka le contó todo sobre Amelia, para luego pasar a hablar sobre Sirius, Lili, James y Remus. Habló sobre los sentimientos que había comenzado a albergar por su amigo, y el miedo que esto le provocaba. Alexia también habló sobre sus mejores amigos, y que ninguno aún se había fijado en alguien. Expresó cómo era ir a una escuela de muggles y lo difícil que era matemáticas.

   Hablaron hasta quedar dormidas ese día, el otro, y el siguiente también. Durante las dos semanas que duraron las vacaciones, Mayka se centró por completo en su familia, olvidando por completo todas las inquietudes y preocupaciones. Cocinaron, cantaron e hicieron hombres de nieve con las cantidades abismales que habían caído. Cada noche cenaron junto a la fogata y jugaron algún juego diferente. Cada día que pasaba decoraban el árbol un poco más, agregando algún objeto nuevo y diferente. Para la noche de Navidad el pino tenía muchos objetos completamente diferentes unos de otros, y en año nuevo terminó por derrumbarse, provocando un completo desastre en la sala. Por suerte el abuelo se valió de magia para ordenar todo en un santiamén y proceder a los festejos.

   Las vacaciones concluyeron, provocando que las chicas tuvieran que volver a sus respectivos lugares. Mayka se sentía desolada, realmente estaba aterrada por perder a su hermana de nuevo, así que su abuelo le prometió que volverían a verse pronto. Con esa idea en mente, la chica viajó hacia el expreso de Hogwarts, para continuar con el último periodo de clases.

¡Reencarnada en Hogwarts! Cambiando el destino |𝑆. 𝐵𝑙𝑎𝑐𝑘★| COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora