Capítulo 16

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Nuevo día, nuevo capítulo.

Estoy segura van a amar este capítulo y que van a querer matarme por no continuar inmediatamente.

Si comentan mucho, el próximo capítulo estará disponible en un abrir y cerrar de ojos.

—No estoy de acuerdo —dijo Rhaenyra, mirando a su esposo, frustrada.

Llevaban discutiendo ya media hora.

Los sirvientes habían huido de los aposentos, atemorizados por siquiera mirar a los príncipes, que, aunque no gritaban, parecían capaces de saltar el uno encima del otro en cualquier momento.

—Rhaenyra, querida, ya te lo he explicado —dijo Daemon, intentando mantener la calma en su tono.

—Y yo te he dicho que no me parece bien —refutó la princesa, mirando a su marido—. ¿Puedes culparme por querer que estes a salvo a mí lado durante el torneo?

Daemon miró a su esposa, que lo observaba atentamente, con preocupación clara en sus grandes ojos. Parecía al borde del llanto, y Daemon no era capaz de comprender porque la situación la afectaba tanto.

El príncipe bufó. Odiaba que ni siquiera ahora que su esposa estaba siendo molesta tuviera la capacidad de enfadarse de verdad con ella.

Se acercó hasta donde estaba la princesa, tomando los costados de su cara con delicadeza para que le mirara a los ojos.

—Soy un hombre de guerra, Rhaenyra —le explicó—. No puedes esperar que me quede sentado. Pensé que tú más que nadie lo entendería.

—Lo entiendo, amor mío, de verdad que lo entiendo —le respondió ella, negando con la cabeza, desesperada—. Pero antes no tenías nada que perder. Ahora tienes una familia, una familia que no desea observar cómo intentan herirte.

—Para herirme, tendrían que poder conmigo, esposa —dijo Daemon, con burla, una sonrisa ladeada en su rostro—. ¿Crees que pueden vencerme?

Rhaenyra no negó con la cabeza, aún nada convencida. Las manos de Daemon hacían que sus ojos se mantuvieran fijos en los de su esposo, aunque ella lo único que deseaba hacer era bajar la mirada al suelo.

—Sir Criston va a representar a los Hightower —anunció Rhaenyra, que se había enterado gracias a Baela.

Criston Cole iba a abandonar los deberes con su casa en honor de los Hightower, ya que su representante se encontraba indispuesto, y era mucho menos capaz que el guardia de la reina.

Algunos tachaban el acto de traición, otros alababan su compromiso con la corona.

—Más motivo para que participe —respondió Daemon—. Por fin podré darle su merecido a sir Crispin y nadie podrá culparme.

—Criston tiene un problema personal conmigo —le recordó Rhaenyra—. Intentará hacerte daño.

—¿Y te preocupa que lo consiga? —preguntó Daemon, divertido—. Podría matarlo con los ojos cerrados, esposa. Lo sabes.

—Lo sé —repitió ella— pero no deseo ver tu sangre en el suelo mientras lo ganas. No puedo, Daemon.

El príncipe sintió pena por su esposa. Parecía tan afectada y preocupada por él, algo a lo que no estaba para nada acostumbrado, que se planteó darle el gusto y renunciar al torneo.

Pero, ¿en qué le convertía eso ahora que había confirmado al rey su participación? En un cobarde, y seguidamente en un hazmerreír.

—Te aseguro que no permitiré me pase nada. Ahora —dijo, comenzando a hablar en Alto Valyrio—, ahora tengo un motivo para volver a casa, amor mío.

FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora