Daemon sabía desde el minuto en que puso un pie en la arena de la playa que Rhaenyra le seguiría. Si tuviera que explicarla a alguien el porque de su certeza, no sabría hacerlo, pero podía apostar cualquier cosa con la absoluta certeza de que no perdería a que ella iría en su búsqueda.
Y lo hizo. Rhaenyra apareció en la playa menos de dos minutos después de que él bajara.
Daemon intentó disimular, que no se notara que había bajado hasta allí solo porque sabía que ella le seguiría.
—Princesa —saludó. Rhaenyra se giró a mirarlo inmediatamente. Sus ojos estaban muy abiertos, como si quisiera observarle con mucho detalle por si en algún momento no podía volver a hacerlo—. ¿A qué debo el honor de su presencia?
La princesa dudó. Rhaenyra estaba segura de que su tío se imaginaba el motivo por el que había bajado. Era evidente. Pero, aún así, una cosa era saberlo y otra cosa decirlo.
—Creo que sabes el por qué, Daemon.
Daemon sonrió. No le había pasado desapercibido que ella no había usado el parentesco que les unía para referirse a él, sino su nombre de pila, cosa que agradeció enormemente. En el pasado, cuando Rhaenyra le llamaba tío, quería sacarle esa palabra de la boca, hacer que se le olvidara de las maneras más prohibidas y salvajes posibles.
Porque, cada vez que Rhaenyra le llamaba tío, él recordaba la realidad: que ella solo era una niña. Era sencillo olvidarse de eso cuando la veía, pero había momentos de lucidez en los que era perfectamente consciente. Y se odiaba a sí mismo por pensar de su sobrina en esa manera.
Los Targaryen se casan entre ellos, sí, pero Rhaenyra merecía algo mucho mejor que alguien como... él.
Ella era la delicia del reino, una mujercita con compasión en su corazón, ganas de aventuras, llena de alegría, sueños e ilusiones. Él, sin embargo, era un calculador nato. Disfrutaba de la violencia más que la persona promedio, vivía por una buena pelea y, cuando no la había, le gustaba causarla. ¿Cómo iba a ser él suficiente para ella? ¿Cómo iba a poder estar con ella sin corromperla, sin ensuciarla? ¿Sin hacer que perdiera todo lo que la hacía ella?
Sencillamente no podía.
—Esta playa es hermosa —comentó Daemon, pero no era precisamente la playa lo que estaba mirando—. Me gustaría pasearla —Esperó que Rhaenyra captara la indirecta, pero ella no pareció entenderlo, así que aclaró—. Contigo si se me permite, princesa.
Rhaenyra lo observó con sorpresa, tragando grueso, pero asintió. Ambos comenzaron a caminar por la orilla, lo suficientemente lejos del mar como para no mojarse con las olas que rompían en la costa, pero lo suficientemente cerca como para oír el romper de las olas.
Caminaron en silencio por lo que a Rhaenyra le pareció una eternidad. Tenía tantas cosas que decirle, que confesarle, que el silencio la alteraba.
—Dilo, Rhaenyra —la animó su tío, sonriendo—. Sé que tienes mucho que decirme.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —contraatacó ella, no dispuesta a darle la razón.
—Te conozco, Rhaenyra. Cuando quieres decir algo, lo noto.
—¿Ah, sí?
—Sí —aseguró él, completamente convencido.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Cuando estas nerviosa porque quieres decir algo, muerdes tu labio inferior —señaló él, desviando su mirada hacia los labios de Rhaenyra—. Tal como estás haciendo ahora.
Rhaenyra contuvo la respiración. Se dejó de morder el labio inmediatamente, por supuesto, pero él ya la había visto. No fue eso lo que la alteró, sino el hecho de que Daemon la había observado lo suficiente como para notar esa manía suya. Más que eso. Lo que verdaderamente la alteró fue que Daemon le estaba mirando los labios atentamente, los Dioses sabían desde cuándo.
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FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)
FanfikceDiez años han pasado desde la última vez que Daemon y Rhaenyra coincidieron. Ambos han rehecho sus vidas lo mejor que han podido, pero cuando se vuelven a ver se dan cuenta que hay fuegos que nunca dejaron de arder. A lo mejor es verdad lo que algun...