Capítulo 18

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Estoy teniendo problemas con mi PC, no me va bien el cargador y no consigo que funcione, así que para que tuvieran el capítulo hoy estoy actualizando desde el móvil :(

Si ven que se cambian los guiones largos por guiones cortos o cosas del estilo, es por esto. Lo corregiré lo antes que pueda

Dicho esto, disfruten del capítulo, que es larguísimo y toda una montaña rusa de emociones.

Las batallas estaban a punto de comenzar. 

El príncipe Daemon, ya completamente vestido con su armadura y con la bendición de su esposa e hijos, se disponía a salir al campo de batalla con su caballo blanco para elegir cuál sería su primer contrincante, un privilegio que siempre le era concedido por un motivo u otro al principio de la competición. 

Había un total de once hombres esperando en fila en el campo de batalla, entre ellos Criston Cole y Aemond Targaryen.

Criston Cole vestía orgullosamente los colores y el emblema de la casa Hightower, la emoción recorriéndole ante la perspectiva de poder vencer al príncipe Daemon Targaryen por segunda vez. 

Quería humillarlo, y humillar a Rhaenyra en el camino, que afirmaba tener una confianza tan ciega en él.

No se podía creer que la misma princesa que había rechazado huir con él, como si fuera la mayor locura que le habían ofrecido nunca, riéndose básicamente en su rostro ante su propuesta, había sido la misma que no había ni siquiera pestañeado para fugarse con su tío y casarse, en contra de los deseos de la corona y de la corte.

Rhaenyra, comprendió entonces, nunca lo había amado a él. Siempre había sido el estúpido de su tío Daemon Targaryen para ella. 

Criston Cole lo veía ahora en la manera en que los ojos de la princesa brillaban cada vez que el príncipe estaba cerca, en como lo defendía con fiereza una y otra vez.

 Lo había utilizado y lo había puesto en riesgo a él, usándolo, solo porque no podía estar con quien ella verdaderamente quería, y por ello tenía que pagar. 

Tenía que haber consecuencias reales para el mal que ella había hecho, la manera en que lo había utilizado. 

No solo le había hecho daño a él, también había herido a Alicent. Se había resistido de mirar a la reina para no generar ningún tipo de chisme —sabía bien que las malas lenguas hablaban mentiras acerca de por que se implicaba en la defensa de los Hightower, cuando se supone su deber era con la corona ante todo—, pero estaba seguro de que la reina tenía sus ojos puestos en él, rezando porque nada le ocurriera.

Alicent, pensó, era una mujer mucho mejor que Rhaenyra. Integra, honesta y leal tanto a su casa como a su marido. Una mujer dispuesta a arriesgar su vida y felicidad por cumplir su deber con su casa y con su rey. Ella era una auténtica reina, no Rhaenyra.

Aemond, por el otro lado, temblaba de emoción. Llevaba una armadura vieja y su rostro oculto. Había conseguido sobornar con un poco de oro a un caballero que verdaderamente no deseaba participar en la justa, y deseaba más que nada comenzar a pelear.

Cuando su tío Daemon salió, en su caballo, con una confianza envidiable, Aemond sonrió. Admiraba a su tío demasiado, era todo lo que su padre no era y todo lo que él deseaba ser.

Las gradas estallaron en vítores al príncipe. Los hombres gritaban su nombre, las mujeres silbaban y gritaban emocionadas. Si bien Daemon Targaryen no era bien visto en la corte, en la calle era uno de los miembros de la realeza más queridos. 

La gente no olvidaba fácilmente los años que había dedicado a servir a la gente del pueblo, protegiéndolos de los delincuentes y los violadores, asegurándose de que King's Landing fuera un lugar más seguro. Si bien había dejado esos días atrás cuando se mudó a Pentos con su segunda mujer, el pueblo aún lo tenía en alta estima.

FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora