Capítulo 31

773 93 27
                                    

¡Nuevo capítulo! Debo admitir me siento un poco mal porque creo que estos últimos capítulos han sido algo aburridos, pero están sucediendo muchas cosas y tenemos que ir pasando por todas poco a poco. 

Muchas gracias por leer y, como siempre, recuerden comentar :)

En el próximo capítulo ya habrá más acción, así que por favor, no os aburráis de mí jeje.

El viaje a King's Landing no era largo ni complicado cuando se hacía a las espaldas de un dragón. Rhaenyra se empeñó en que montar en dragón no era peligroso para su condición, y ya que todos ellos menos Rhaela y el pequeño Joffrey disponían de uno, Rhaenyra se ofreció a llevar a Rhaela en Syrax y Daemon a Joffrey con Caraxes. 

Aegon y Helaena se habían mostrado algo inseguros de utilizar a sus dragones para un viaje que ellos consideraban demasiado largo, sobre todo teniendo en cuenta que no habían tenido oportunidad de montarlos con regularidad y formar un lazo fuerte, pero finalmente habían sido convencidos por Aemond y el resto de niños, que les habían asegurado todo iría perfectamente. Al fin y al cabo habían estado trabajando en su conexión con los dragones y habían mejorado muchísimo más en tres lunas que en varios años.

Los cielos proporcionaban un descanso para su sangre que tierra firme no podía, y todos se encontraban felices de sobrevolar en sus dragones, incluso los hijos de Alicent tenían que admitir que no rehuir de las necesidades de su sangre era liberador. Pasaban tanto tiempo intentando renegar de lo que les hacía Targaryen que abrazar el sentimiento era como un gusto culposo.

Daemon esperaba que pudieran llegar a la Fortaleza a mediodía, lo que les dejaría tiempo de sobra para volar a Essos una vez presentaran sus respetos al Rey. Cuanto antes partieran y derrotaran la guerra, más seguros se encontrarían sus hijos y Rhaenyra.

La princesa mentiría si dijera que no estaba preocupada por presentarse en King's Landing cuando tanto ella como Daemon estaban acusados por el septo. Sabía que no se atreverían a hacer nada, no mientras contaban con la protección de su padre como rey, la cual solo se afianzaría cuando este supiera de su estado, o por lo menos eso esperaba.

Su padre había sido su más fiel defensor en sus tres embarazos anteriores. Al principio la sombra de la duda y el miedo había cruzado sus ojos, pero cuando Jacaerys llegó sin mayores complicaciones, esta desapareció, y su padre se adjudicó la difícil tarea de defender el honor de sus hijos como defendía el suyo propio.

¿Cómo se tomaría su padre que Rhaenyra estuviera embarazada de nuevo? La princesa ya había demostrado con anterioridad que era capaz de generar herederos, pero ahora no iban a ser solo sus hijos, iban a ser también los de Daemon. Hasta hace relativamente poco su padre se mostraba reticente a la unión, aunque eso parecía haber quedado en el pasado.

Entendía que para su padre podría ser un poco extraña la idea, pero esperaba lo dejará atrás pronto. Ya bastante extraña era la situación para todo el resto de la Corte como para que ni el propio rey mostrara su conformidad. 

Su padre la apoyaría, sin dudarlo. Puede que tuviera sus reservas, pero al fin y al cabo un hijo siempre era una alegría para él. Los hijos de Rhaenyra, por pequeños, gritones o problemáticos que fueran, siempre le daban al rey alegría; y ahora tendría un nieto a la semejanza de sus dos personas favoritas, su hermano y su hija. 

Rhaenyra sabía que el hijo que llevaba en su vientre tendría todos los rasgos de los Targaryen, desde el pelo blanco hasta los ojos violetas, y egoístamente esperaba que tuviera el contorno de los ojos de Daemon y su misma mirada penetrante. Daemon le había dicho sutilmente que le gustaría que su hijo tuviera la sonrisa de su madre, y eso había hecho que el corazón de Rhaenyra latiera como si fuera un tambor.

FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora