Capítulo 30

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Nuevo capítulo antes del estreno de hoy porque estoy nerviosa y temo con mi vida con lo que les puedan hacer hoy a Daemon y Rhaenyra (espero que no sufran mucho, sé que es mucho pedir pero bueno).

En mi pequeño fanfic se vienen conflictos, pero por este capítulo quería que hubiera una breve sensación de calma, paz y familiaridad. Son una familia bonita, preciosa, unida. Las desgracias se las dejo a la serie lol.

Muchas gracias por leer y vamos comentando esta actualización y el capítulo de hoy ;)

Rhaenyra se miró frente al espejo con detenimiento. Su rostro se veía más cansado y sus ojeras más marcadas, pero no le importaba. Ella se sentía bien, aunque su cuerpo estuviera ligeramente exhausto.

Era recién entrada la madrugada, pero tanto ella como Daemon habían pasado la mayor parte de la noche despiertos, pensando en la guerra y en cómo iban a afrontar los próximos meses. El peso de la corona estaba resultando ser muy pesado y mantener su familia sana y salva en medio de todo el caos estaba demostrando ser complicado.

—Ya no voy a poder ocultarlo más —le comentó Rhaenyra, poniéndose de lado para observar su estomago abultado. Sonrió con cariño mientras posaba sus manos sobre su vientre, donde esperaba que su hijo estuviera creciendo fuerte,  sano y sin ninguna preocupación.

Daemon la miró desde la cama, también con una sonrisa ladeada. Él ya se había dado cuenta que su estómago estaba muy abultado, como también era muy consciente de como habían crecido sus pechos, a los cuales prestaba especial atención. Compartirlos con su hijo iba a ser una tarea complicada, pero no debía estar celoso de un crío que ni siquiera habia nacido.

En un rápido movimiento se levantó de la cama y posó sus manos sobre la de Rhaenyra, ambos acariciando su estómago. Rhaenyra se relajo ante el calor y el toque de su esposo. Daba igual lo que sucediera, en su presencia siempre se sentía protegida y querida.

—¿Te he dicho que te ves hermosa llevando a nuestro hijo? —preguntó el príncipe, depositando un beso en su mejilla mientras Rhaenyra reía.

Un beso en la mejilla era lo máximo que se permitía estos días, porque cualquier otro toque de sus labios le llevaría a desear más, y Daemon no iba a arriesgar la salud de su esposa e hijo por la pasión del momento. Podía controlar sus impulsos, o por lo menos de ello se convencía a si mismo cada vez que reparaba en la erección de la que tendría que hacerse cargo cuando estuviese solo.

Ganar guerras no era nada comparado con resistir la tentación que suponía estar con su esposa.

—Debemos anunciarlo a mi padre y al reino —dijo Rhaenyra, aún con una sonrisa en sus labios—. No podemos confiar en que la gente de Essos no se haga eco, y si nosotros no lo confirmamos...

—Mandemos el mensaje, entonces —interrumpió Daemon, para intentar evitar que Rhaenyra pensara en cosas preocupantes.

—No podemos hacerlo por mensaje, mi padre se sentirá decepcionado si no se lo decimos en persona —le recordó Rhaenyra.

Daemon estuvo a punto de rebatir, pero se mordió la lengua. Si Viserys se enteraba del estado de Rhaenyra a lo mejor no le permitía abandonar más la Fortaleza hasta el parto, lo que evitaría a Rhaenyra y los niños tener que ir a la guerra, una idea que se le antojaba más bien apetecible.

—Si es tu deseo, esposa —concedió, demasiado satisfecho ante la idea.

—Le diremos a padre que queremos recibir el consejo de algunos maestres de Essos. —compartió Rhaenyra, como si le hubiera leído la mente y quisiera recordarle que él no iba a ir a ninguna parte sin ella.

FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora