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—No debemos partir sin contarles de mi estado —le dijo Rhaenyra a su esposo.
Ambos habían estado algo temerosos de compartir la noticia del embarazo de la princesa con sus respectivos hijos.
Si bien sabían que sus hijos no harían o dirían nada que les hiciera sentir que la noticia había sido mal recibida, tenían cierto miedo a sus reacciones.
Baela y Rhaela habían perdido a su madre en el paritorio hacia demasiado poco. Si a Daemon aún le perturbaba la imagen de Laena luchando y sufriendo hasta el último minuto de su vida, no quería imaginar lo que sus hijas sentían por las noches en sus pesadillas.
Daemon podía ver cómo sus hijas se sentían cada vez más cómodas con Rhaenyra. Disfrutaban de su presencia y admiraban sus consejos. En parte era gracias a Laena, que aparentemente se había encargado de inculcarles a sus hijas la comprensión por los sentimientos de Daemon hacia la princesa.
Rhaenyra, por su parte, había tenido que anunciar a sus hijos embarazos antes. Jace le preguntó una vez, incluso, si era un bastardo. Nada podía ser peor que eso.
Pero precisamente por ese tema sentía miedo por sus hijos. Sabia que habían tenido que sufrir muchos comentarios acerca de su descendencia, y muchas acusaciones de las malas lenguas por no ser de sangre pura Targaryen.
Era verdad que no eran de sangre pura Targaryen, pero eso a ella no le importaba. Sus hijos eran suyos, sangre de su sangre, y la sangre del dragón corría por sus venas.
—No podríamos ocultarlo por mucho más tiempo de todos, amor mío —respondió Daemon, extendiendo su mano hasta la barriga ya algo abultada de Rhaenyra, que sonrió ante el toque—. ¿Crees que están preparados para aceptar la idea?
—Todo lo preparados que pueden estar —aseguró Rhaenyra, con una sonrisa al ver la delicadeza con la que su esposo tocaba su estómago algo abultado.
El príncipe Daemon apoyó su frente en el vientre de su esposa, acariciando su costado con las manos.
A Rhaenyra aún le sorprendía lo increíblemente dulce que podía llegar a ser su marido.
Si bien no siempre se mostraba cariñoso, y ciertamente parecía preferir el contacto rudo y pasional al tierno y pausado, a veces la sorprendía su delicadeza.
—Es extraño que estés sobre tus rodillas y no me estés haciendo nada —bromeó Rhaenyra, juguetonamente.
—Puedo solucionar eso, si es lo que quieres —sugirió el príncipe, levantando una ceja.
—Luego, esposo. Luego —le dijo Rhaenyra, con una sonrisa pícara.
Ciertamente eran insaciables, pero debían disfrutar todo el tiempo que pudieran antes de que el estómago de Rhaenyra se hinchara y no fuera prudente continuar con sus actividades matrimoniales.
Daemon se retiró de la habitación, queriendo dejar todo listo para su viaje. Debían dar de comer y beber a los dragones, además de informar y preparar a los empleados para que llevarán la casa en su ausencia.
Sabia que podían hacerlo, lo habían hecho innumerable cantidad de veces, pero ahora iban a dejar a sus hijos solos en esa fortaleza y debían garantizar su protección.
Rhaenyra mandó a una de las doncellas a llamar a sus dos hijos. Cuando aparecieron, con sus ropas de entrenamiento, la princesa sonrió.
Jacaerys se estaba convirtiendo de a poco en todo un hombre. Rhaenyra no dudaba que dentro de poco le daría algún que otro quebradero de cabeza, era la costumbre Targaryen a esa edad.
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FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)
FanfictionDiez años han pasado desde la última vez que Daemon y Rhaenyra coincidieron. Ambos han rehecho sus vidas lo mejor que han podido, pero cuando se vuelven a ver se dan cuenta que hay fuegos que nunca dejaron de arder. A lo mejor es verdad lo que algun...