Capítulo 27

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Si comentan mucho en este capítulo, mañana subo el siguiente ;)

La reunión de ese día era importante. La reina Alicent lo sabía. Debían reunirse y discutir con el septo acerca de las acusaciones que se llevarían a cabo contra Rhaenyra y Daemon.

Debía admitir que sentía algo de pena por poner a la que alguna vez fue su amiga en semejante posición, pero sabía que era necesario. Rhaenyra no dudaría en mover ficha contra ella y sus hijos cuando fuera necesario, y debía asegurarse de desestimarla antes de que eso ocurriera.

Lo único que mantenía una frágil paz entre ellos era la existencia del rey Viserys, que aún empeorando diariamente por su enfermedad, hacia un esfuerzo admirable por instaurar la unidad entre sus dos familias.

—¿Hemos recibido alguna noticia de los príncipes Targaryen? —preguntó uno de los encargados del septo. Alicent negó con la cabeza.

—Sabia que era una mala idea ponerles sobre aviso de nuestras intenciones —dijo Otto, en voz alta.

—Ya lo hemos discutido, padre —dijo Alicent, con pesadez. Odiaba que su padre se pusiera así—. Mis hijos, por orden del rey, están con Rhaenyra. Hasta que ellos no vuelvan, no se hace nada en contra de los príncipes.

—¿Estas segura lo haces todo por tus hijos? —la acuso Otto, sabiendo que Alicent aún le guardaba una mínima estima a la princesa. 

Sir Criston, que escuchaba la conversación desde la puerta, no le gustó el tono que utilizaba sir Otto hacia la reina.

—No podemos arriesgarnos a que hieran a Aegon —les recordó—. ¿O no es él nuestro futuro rey?

Otto miró al muchacho, intentando no delatar ninguna emoción. Cada día notaba más la intensidad de las emociones del guardia por su hija, y como esta correspondía levemente sus atenciones, sin llegar nunca al adulterio.

No le gustaba esa cercanía que se estaban permitiendo, ni los rumores que esta alimentaba entre las malas lenguas de palacio.

—Si la princesa Rhaenyra no responde en dos días, iré personalmente a buscar a mis hijos a Rocadragón —declaró la reina, mirando al septon supremo—. Ustedes serán libres de hacer con los príncipes Targaryen lo que les plazca entonces.

El líder del septo asintió, dibujando una pequeña sonrisa.

—Al que queremos ver arrestado es al príncipe Daemon Targaryen —confesaron—. Ha burlado y humillado nuestra fe durante años con total impunidad. Ha llegado la hora de que pague por sus pecados.

—No debemos olvidarnos de los crímenes que ha cometido la princesa Rhaenyra —comentó sir Criston—. Es una adultera y una asesina, además, sus tres primeros hijos son bastardos.

La reina miró al caballero con advertencia clara en sus ojos. A veces, Criston Cole olvidaba su lugar y atacaba a la princesa, demostrando el resentimiento que aún no había pasado con los años.

Incluso cuando el guardia juraba no sentir nada por la princesa ya, siempre parecía tenerla en su mente, y Alicent sospechaba que también la tenía de cierta manera en su corazón. De la misma manera en que ella tenía a Daemon, pese a todos los años que habían pasado.

Alicent se retiró, queriendo ir a su habitación. Dentro de poco tendría que ir a visitar a su esposo, asegurarse de que estaba bien y siendo bien atendido. Lo hacía porque le complacía y, al mismo tiempo, porque la ayudaba a no levantar sospechas acerca de sus reuniones con el septo.

Su marido era bueno, pero necio. Su enfermedad lo volvía inútil y manipulable, cosa que tanto ella como su padre aprovechaban.

Lo único que la enfermedad no parecía conseguir que Viserys olvidara era el amor a su hija, y su deseo de que esta fuera su heredera. Era lo único que siempre repetía.

FIRE ON FIRE (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora