— Luke.
Lucerys Velaryon cortó abruptamente el hilo de sus pensamientos descarriados; recién en ese momento se había percatado de que sus pasos se habían detenido justo antes de colisionar con el torso de Jacaerys, su hermano mayor. Al levantar la mirada, vio el ceño fruncido del otro dirigido hacia él, más no parecía molesto.
Si no, preocupado.
El silencio los envolvió en aquel corredor solitario, oscuro y frío. El fuego de una antorcha cercana bailó débilmente producto de la brisa que ingresaba por los ventanales abiertos aún a esas horas de la noche en aquel castillo inmenso y prácticamente desconocido para él en la actualidad.
Jacaerys separó los labios e inhaló, listo para iniciar alguna retahíla de consejos que Lucerys no estaba en condiciones de oír en esos instantes. Luego, de un momento a otro pareció arrepentirse y sus labios volvieron a unirse en una fina línea apretada mientras Lucerys lo veía tragar. Probablemente, se estaba engullendo sus propias palabras.
— ¿Te encuentras bien?
La pregunta descolocó un poco al menor, quien esperaba otro tipo de comentario. Fue su oportunidad de fruncir el ceño y luego, cuando el entendimiento atravesó su joven mente, arqueó las cejas y resopló sonoramente, el sonido haciendo eco en las paredes de piedra.
— No estoy asustado por lo que pasó, si es lo que te preocupa.
Ambos enfrentaron sus miradas, desafiantes. Durante un breve período de tiempo que a Lucerys le pareció una eternidad, ninguno pronunció palabra alguna.
Jacaerys, porque seguramente sopesaba sus palabras seriamente, analizando la expresión de su rostro.
Lucerys, porque temía que su voz saliera de su garganta demasiado aguda y que su hermano terminara notando que, de hecho, estaba bastante nervioso.
Sin embargo, no por los motivos que su hermano mayor seguramente estaba imaginando.
Jacaerys suspiró y acortó la distancia entre ellos con pasos cortos y lentos; finalmente, posó ambas manos en sus hombros y presionó débilmente, moviéndolo en su sitio.
— Lo que sucedió recién...lo siento, no quería que pasaras por eso.
De nuevo, Lucerys se sorprendió por el cariz que aquella conversación estaba tomando. Por un lado, le fastidiaba saber que su hermano aún lo veía como si fuera un niño pequeño que se atemorizaba por las discusiones de los adultos, pero por el otro se permitió relajarse parcialmente al percatarse de que no había notado nada extraño en su comportamiento en apariencia acobardado.
—Ya te lo he dicho, no estoy asustado. Era obvio que algo así iba a terminar pasando.— soltó atropelladamente.
Ambos soltaron otra vez el aire retenido mientras Jacaerys lo soltaba. Nuevamente, el silencio se hizo presente entre ellos, aunque en esa ocasión no fue incómodo.
—¿Oíste el resoplido que soltó Daemon?
Jacaerys había susurrado aquello conteniendo la risa y Lucerys no pudo evitar sonreír.
—Sí. No sé si estaba cansado. O furioso.
—Yo creo que un poco de las dos. Si hubiera estado presente nuestro abuelo cuando Aemond comenzó a joder, se habría puesto hecho una furia.
Mientras Jacaerys ponía cara de circunstancia probablemente imaginando la reprimenda que se les venía al día siguiente por parte de Daemon, Lucerys agradeció que lo hubiera soltado justo a tiempo, porque ante la mención de quien sabía era su tío de sangre lo había puesto nervioso otra vez, su cuerpo entero poniéndose tieso de repente.

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Tóxico [Lucemond]
Roman d'amourLucerys Velaryon esperaba encontrarse en cualquier situación peligrosa...pero no en aquel tipo de problema, menos con su tío Aemond. Omegaverse, R+18