28 - Entre el sueño y la realidad

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Sanem

"Soy yo, siempre he sido yo..."

Mientras susurra estas palabras, su cálido aliento acaricia la sensible piel bajo mi oreja. Escalofríos de una excitación acerba recorren mi cuerpo perdido, completamente nuevo en estas sensaciones.
Las manos que apenas rozan mis brazos se apartan para mirarme directamente a los ojos con una expresión de intención.
"¿Por qué me buscabas Sanem? ¿Por qué buscabas el albatros? ¿Qué querías decirme? "
Le miro desconcertado. ¿Cómo puedo responder a su pregunta? ¿Cómo puedo decirle que ese beso para mí fue el primero y que fue capaz de adueñarse de todos mis pensamientos desde el primer momento?
Sacudo la cabeza sin poder decir nada, es imposible formular un pensamiento con sentido cuando todavía no puedo creer que él, Can Divit, sea el albatros.
Mi albatros.
Siento que sus manos comienzan a moverse lentamente en una suave caricia desde mis brazos hasta mis hombros, sus ligeros dedos acarician mi cuello y luego se entrelazan con mi pelo en la nuca. Sus pulgares rozan mis mejillas y luego pasan lentamente a acariciar mi labio inferior, donde su mirada se detiene durante interminables momentos.
Sus ojos buscan entonces los míos, los capturan y los mantienen en un hechizo que he llegado a conocer, el que sólo él es capaz de hacerme sentir.
Le veo inclinar la cabeza mientras lentamente su rostro y sus labios se acercan cada vez más.
No puedo evitar cerrar los ojos, igual que hice unas noches antes en la puerta de casa, cuando decepcionó todas mis expectativas al susurrarme al oído que aún no era el momento y luego retirarse.
Contengo la respiración sin poder ni siquiera respirar por el deseo imperioso de sentir su tacto y esta vez sucede, sus labios están sobre los míos y en un instante entiendo lo que quería decir.
Este es el momento. El momento justo para recrear la magia de ese beso inconsciente en la oscuridad de un teatro.
Ahora que sé quién es y que el hombre que me estrechó entre sus brazos es el que fue capaz de sacudir mi mundo de sueños presentándome los primeros temblores, las primeras palpitaciones del corazón, ahora todo es perfecto.
Reconozco su sabor, el olor de su piel que no es un eau de toilett sino que es él en el sentido más verdadero y masculino de la palabra. La barba haciéndome cosquillas en la cara, sus manos moviéndose lentamente en mis caderas. Él no me obliga, soy yo quien instintivamente, en mi inexperiencia, parezco saber lo que es correcto cerrando a medias mis labios dispuestos a recibirlo. Suspiro ante su invasión cuando el beso se profundiza y ya no es un roce de labios, sino un intercambio, un saborear para conocerse plenamente. Siento que me estrecha cada vez más en un abrazo casi desesperado, como si no me sintiera lo suficientemente cerca mientras nuestros cuerpos se sienten y se reconocen como un ajuste perfecto. Huecos, salientes, redondeces que encajan y combinan con naturalidad.

Este momento parece estar hecho para no terminar nunca, un sueño en el que no puedo decir cuánto tiempo permanecemos, abrazados el uno al otro, perdidos en un beso que es conocimiento y reconocimiento, exploración y descubrimiento.

Es Can quien pone fin al tiempo fuera del tiempo que nos ha capturado por completo. Se separa de mí, sigue abrazándome mientras enlaza su mirada con la mía largamente. Finalmente es él quien rompe el silencio susurrando de nuevo la pregunta que yo no había contestado.

"¿Por qué buscabas el albatros Sanem? ¿Qué querías decirme?"

Sacudo la cabeza, no sé qué responder, no sé cómo decirle que ese hombre misterioso ha ocupado tanto mi corazón que sin él me sentía incompleta.

También sacude la cabeza ante mi obstinado silencio.
"¿No vas a responder? Entonces te diré algo, yo también he estado buscando a la misteriosa mujer a la que le robé un beso. He pensado en ella incesantemente desde aquella noche en el teatro, no he podido quitármela de la cabeza, ni a ella ni a aquel maravilloso aroma de flores silvestres. La busqué en cada mujer que conocí y no podía creerlo cuando me encontré sosteniéndote en mis brazos, justo en medio del salón de mi casa, encontrándome inhalando ese mismo aroma inconfundible. No puedes creer que sea yo ahora más de lo que yo podría creer que fueras tú, y sin embargo es así. ¿Qué pudo ser sino el destino lo que nos reunió de nuevo?"

Todavía sacudo la cabeza, todo parece tan surrealista, sus palabras hicieron que mis latidos se volvieran locos. Pensó en mí, me buscó y....

"¿Lo sabías todo el tiempo? Quiero decir, ¿lo sabes desde uno de nuestros primeros encuentros? ¿Por qué no me lo dijiste? "

Se encoge de hombros con un suspiro. 'Estuviste en mi casa buscando un precioso anillo de compromiso, ¿qué podía hacer? Tuve que tomar nota de que ya eras de otra persona y tuve que dar un paso atrás. Sólo podía observarte desde la distancia, quedarme en mi sitio hasta que, de alguna manera, una vez más el destino parecía habernos reunido de nuevo y no sólo eso, jugaba con nosotros hasta llevarnos a esta noche, a nuestro compromiso oficial."

Sus palabras me devuelven a una realidad de mentiras y subterfugios mientras toda la verdad de lo que he hecho se derrama como un peñasco sobre mí hasta el punto de avergonzarme de mí mismo. No puedo hacer otra cosa que ponerme rígida entre sus brazos, intentando alejarme de él, que me lo impide estrechándome aún más contra él.

"Puede... déjame... tú... no puedes entender..." Intento zafarme de su mirada. Me siento culpable y tengo miedo de que lo vea, me siento mal por lo que hice.

Me deja llevándose las manos a la cabeza en un gesto de fastidio mientras me alejo unos pasos y me giro para mirar las luces de Estambul al otro lado, hacia el Bósforo. 'Puede, no puede ser, no puede funcionar'. Aunque ahora sé que es mi albatros, ¿cómo puedo pensar en casarme con él, en empezar una vida juntos, sabiendo que tengo tantos secretos que ocultarle?

Siento su firme agarre en mi brazo mientras me obliga a darme la vuelta agarrándome a su pecho.

"¿Qué te pasa? ¿Por qué haces esto? Tienes que olvidarlo. Después de todo, ¿no me buscabas aunque seguías comprometida con Osman? Creo que lo tuyo no era amor verdadero, si no, él habría venido hace tiempo a pedir tu mano y tú no te habrías tomado tantas molestias para buscar "el albatros".

Tiene razón, a sus ojos mi comportamiento debe parecer bastante extraño, pero debo dejar que me considere superficial e incoherente antes que decirle la verdad. No puedo dejar que sepa lo que tramé a sus espaldas junto con su hermano.

Suspiro suavemente "No es fácil...".

Percibo su furia contenida mientras me estrecha aún más contra su pecho, casi impidiéndome respirar. "Sin embargo, tendrás que hacerlo, querida, no puedes haber olvidado ya lo que ocurrió hace menos de una hora en tu casa. Tú y yo estamos ahora unidos el uno al otro, esa cinta roja que se ha cortado esta noche es como si siguiera aquí para unirnos y dentro de quince días lo estaremos para siempre. Pronto seremos marido y mujer Sanem, olvida a tu Osman y supéralo'.

Me deja de repente y por un momento me tambaleo en busca de un equilibrio que sólo él parece poder darme. Lo veo alejarse unos pasos hasta llegar a unas rocas más adelante y luego detenerse de espaldas a mí.

"Vamos, te llevaré a casa, creo que ya se ha dicho todo lo que había que decir".

Con un apretón en el corazón me doy cuenta de que lo he arruinado todo, nuestra frágil relación y el ambiente de una noche que debería haber sido una de las mejores de mi vida, pero también de la suya. Me muevo lentamente hasta estar a su lado cuando vuelve a caminar sin mirarme, sin intentar cogerme la mano como había hecho justo antes de traerme aquí. Tengo lágrimas en los ojos de arrepentimiento, de culpa por la idea de haber hecho todo mal, desde el principio, con este hombre que resultó ser mucho más de lo que podía imaginar.

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora