33 - ¿Buscar y encontrarse para perderse?

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Sanem

Sus acciones me han desplazado. Había llegado a la agencia esta mañana dispuesta a dar la batalla para hacerle entender que debe aprender a respetarme y que no puede decidir por los dos en cada situación. Empecé a temer lo peor para el día cuando vi llegar a Huma y Polen con su habitual arrogancia. Sonreían satisfechos por la jugada sorpresa de la noche anterior y me lanzaban miradas triunfantes por haber conseguido crear problemas entre Can y yo. No tenía ningún deseo de quedarme mirando cómo Polen volvía a pavonearse de mi prometido como había hecho delante de los fotógrafos en la fiesta de la noche anterior. Estaba a punto de irme cuando lo que hizo Can me dejó sin palabras. Ya lo había arreglado todo para deshacerse de Polen lo antes posible y casi no podía creer las afiladas palabras que utilizó para hacerle entender que su relación había terminado para siempre con la sesión de fotos y que era hora de que volviera a Londres. Me ha gustado este nuevo Can, asertivo y de carácter fuerte, que por fin ha puesto claridad en su relación con la mujer que aún no se resigna a haberle perdido mientras que ha sido una sorpresa descubrir que Can ha estado viviendo en el cobertizo todo este tiempo y no en la misma casa con su ex como Emre astutamente ha intentado hacerme creer. He aquí una nueva razón para desconfiar de todo lo que dice o hace el hombre.

Tenemos que hablar, aprender a hablar". Me gusta pensar que con esas palabras Can quería decirme que entendía que no sólo tenemos que hablar, sino que lo más importante es que tiene que dejarme a mí también la oportunidad de hacerlo, tiene que haber diálogo entre nosotros no sólo monólogos por su parte. Sentí brevemente una sensación de alivio después de tantos días de angustia abrumadora ante una situación que me parecía sin salida, pero sus siguientes palabras lo devolvieron todo a la misma situación. "Después del daño que el "espía" ha conseguido hacer a la agencia necesitamos urgentemente el contrato con Fabri" Sus palabras volvieron a sumirme en un abismo de ansiedad por lo que había hecho y pasé todo el tiempo juntos mientras editábamos las fotos casi en silencio, pensando y dándole vueltas a lo que era correcto hacer.

"Te llevaré a casa para que tengas más tiempo para prepararte para la noche". Su propuesta mientras subíamos las escaleras de la agencia al final del día me pilló desprevenida. Quise declinar la oferta, tomarme un tiempo a solas para pensar, pero un ansia desconocida de estar con él se apoderó de mí y acepté sin darme tiempo siquiera a pensar.

En su sonrisa, en la ligera charla que compartimos en el coche, leí su afán por dar un nuevo impulso a nuestra relación, que al parecer está decidido a que funcione. Cuando llegamos a mi casa, apagó el motor del todoterreno, se volvió hacia mí y me sorprendió acariciándome suavemente la mejilla. "No me apetece pasar la noche con Fabri, pero lo superaré si estás a mi lado". Me miró con una dulzura nueva que nunca antes había dejado traslucir, mientras que en su tacto y en su mirada sentí algo diferente a lo que temo dar una definición. Por un momento pensé que pretendía besarme, deseé que lo hiciera, pero la calle estaba llena de gente que nos lanzaba miradas curiosas y él debió de pensar que era mejor evitarlo. Me dejó con una sonrisa y un "Hasta luego princesa" dicho con una voz áspera que hizo que me temblaran las piernas durante un buen rato.

Me preparé como en trance, sólo capaz de pensar en lo que ha pasado durante el día y en lo que pasará dentro de unas semanas. Es como si nuestra relación hubiera alcanzado un nuevo nivel, algo está cambiando y Can parece realmente decidida a hacer que las cosas funcionen entre nosotros. ¿Y yo qué? ¿Qué voy a hacer? Sacudo la cabeza mientras me rocío mi perfume, "ese" perfume en las muñecas y el cuello pensando en él. No quiero pensar en ello durante horas, sólo quiero disfrutar de la velada con él.

Cuando oigo el timbre, bajo las escaleras y abro la puerta llena de expectación, con el corazón acelerado y las palmas de las manos sudorosas por la emoción. ¿Qué es lo que me hace sentir tan excitada sólo con la idea de volver a verle? Ante mí está de nuevo esa sonrisa seductora y su mano extendida invitándome a seguirle hacia su todoterreno, la estrecho y le sigo con la sensación de estar viviendo un sueño del que ya no quiero despertar. Durante el trayecto, música romántica, un diálogo silencioso de miradas furtivas sin querer admitir que son incapaces de apartar los ojos el uno del otro.

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora