54 -Realidad

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Mientras la tengo entre mis brazos no puedo evitar que mi corazón lata a un ritmo enloquecido, sé que me siento atraído por ella de una forma loca, pero realmente esta noche sólo quiero tenerla cerca de mí, nada más que eso.
Me quedé atónito ante su belleza cuando esta noche, al entrar en casa excitado ante la idea de volver a verla después de un día en el que no había hecho más que pensar en ella, la encontré frente a mí con aquel maravilloso vestido blanco.
Durante toda la velada la miré y la traté con adoración y me di cuenta en un instante de que lo había hecho, no porque fuera lo que había que hacer para seguir con nuestro fingimiento, sino porque por primera vez me había permitido dejarme llevar y experimentar mis verdaderos sentimientos.

Tampoco tengo ni idea de cuándo ocurrió esto exactamente, pero esta noche me he dado cuenta de que esta mujer se ha convertido en algo esencial para mí, no puedo pensar en alejarme de ella. Me cautivó su belleza y espontaneidad desde el primer momento, fui consciente de ello. Me sentí atraído por ella incluso antes de saber a quién pertenecía aquel suave cuerpo de mujer al que me aferraba mientras la besaba en la oscuridad de un teatro. Acepté la situación que surgió tras nuestra noche en la cabaña y decidí pedir su mano porque, de alguna manera, me había dado cuenta de que me hacía sentir algo que no había experimentado antes con ninguna otra mujer. Entonces, como un rayo, llegó su confesión y me obligué a dejar de lado todos esos sentimientos, dejándome dominar sólo por la rabia y la desilusión, y pude dar lo peor de mí misma.
Sin embargo, esta noche, casi de repente, me he dado cuenta de que todas esas emociones siguen ahí, quizá incluso amplificadas después de haber pasado la noche más increíble de mi vida con ella, nuestra noche de bodas, que fue perfecta, si tan sólo no lo hubiera arruinado todo con mis estúpidas palabras a la mañana siguiente.

No mentía cuando dije que cuando pedí su mano en matrimonio ya sabía que era la indicada para mí, no era consciente de ello pero en el fondo sé que elegí casarme con ella porque sentí que era lo mejor que podía hacer para ser feliz.
Esta noche he vivido un sueño, el más hermoso de los sueños, he tenido una muestra de lo que puede ser mi vida con ella y.... Me he dado cuenta de que no puedo ni quiero renunciar a ello. Al diablo con las mentiras y las intrigas, no me importa lo que haya hecho siguiendo instrucciones de Emre, quiero a Sanem de verdad, maldita sea.
Es mi mujer, es mía, a pesar de todo es mía y no quiero que eso cambie, la quiero, ahora y siempre.
Me bastaron unas horas en las que pudimos ser nosotros mismos, libres de tensiones y malentendidos, para darme cuenta de que juntos somos algo especial y de que, a pesar de todo lo que ha pasado, ella y yo en esta casa podemos vivir realmente un cuento de hadas.
Mi corazón empezó a sospecharlo anoche, mientras la abrazaba en la oscuridad de la terraza oculta, pero esta noche, mientras la tenía a mi lado, orgulloso de llamarla mi esposa, se confirmó. Podemos ser felices juntos.

Ahora estamos aquí, abrazados en la oscuridad de la noche y sólo quiero girarla hacia mí y besarla hasta quedarme sin aliento y luego decirle todo lo que siento, que nada importa salvo nosotros, juntos, aquí, ahora y siempre. Me quedo sin aliento de la emoción al pensar que podría hacerlo, pero lo que me detiene es lo que le hice experimentar, mis palabras la mañana siguiente a nuestra primera noche juntos. ¿Podrá perdonarme alguna vez por haberla tratado tan vilmente? Antes de pedirle perdón, debo demostrarle que he hecho justicia, incluso con ella, por haber sido utilizada por mi hermano y maltratada por mi madre. Pronto, muy pronto, volveré con ella y podré decirle que ambos pagaron por lo que nos hicieron y por fin podré pedirle perdón.

La estrecho imperceptiblemente más contra mí y la oigo suspirar, cierro los ojos para saborear la sensación del calor de su cuerpo, de ese perfume que se ha vuelto imprescindible para mí de una forma que no creía posible así como la piel de mi mujer que ahora sólo está sobre el papel pero que, si juego bien mis cartas, pronto será verdaderamente mía en todos los sentidos.

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora