65 - Si sólo

2.1K 104 21
                                    

Sanem

Desciendo por la escalera de caracol con el eco de sus sentidas palabras aún en mis oídos.
"Espera, no te vayas, por favor".

Tantas cosas se dijeron esta tarde, había llegado el momento, todo lo que no se había abordado pesaba sobre nosotros como un peñasco. El Can que me acompañó aquí en Gölcük es muy diferente del que conocí y dejé atrás en Estambul, tanto que sólo puedo preguntarme cuál es el verdadero.
Llego a mi habitación y, por primera vez desde que está aquí, cierro la puerta no sin antes trasladar la maleta con sus cosas al salón. Sé que puede sonar infantil, pero ahora mismo necesito estar sola, repasando palabra por palabra lo que nos hemos dicho esta noche para intentar entender cómo me hace sentir todo lo que me ha dicho. No me ha traicionado, siente haberme dejado sola, no haberme escuchado, haber llegado a conclusiones precipitadas.

Es mucho que procesar y no sé si tengo fuerzas para hacerlo en este preciso momento, me cambio y me meto bajo las sábanas, apagando la luz. En la oscuridad de la noche mis pensamientos se detienen largo rato en la frase que más me impactó: "Quiero que sepas que nuestro hijo fue concebido en la noche más increíble de mi vida, en la que realmente me perdí en ti y en lo que sucedía entre nosotros, de esto nunca debes dudar por favor".

De alguna manera estas palabras calman un profundo dolor. El de una chica decepcionada, que entregó su cuerpo a su marido por primera vez siguiendo su instinto, convencida de que lo que siente por él es único, que no puede haber nadie más, sólo para descubrir en él únicamente intenciones de venganza. No era agradable pensar que su hijo fuera otra cosa que el fruto de esa venganza.

En un momento dado oigo un ligero golpe en la puerta y el picaporte bajado, no contesto y poco después oigo el eco de sus pasos alejándose por el pasillo. En la oscuridad mi mirada se posa en el sillón del salón en el que duerme desde que está aquí, he intentado varias veces sugerirle que se mude al sofá, pero siempre ha cortado por lo sano diciendo que quiere estar cerca por si le necesito durante la noche.
Es extraño este nuevo Can, es dulce, servicial, comprensivo, en una palabra es realmente irresistible a mis ojos y eso no es algo que me pueda permitir. Me impresionó profundamente la sensibilidad con la que manejó la llamada con mi madre, no esperaba que mintiera para protegerme, para ayudarme a no tener un problema con mis padres.
¿Cómo conciliar a este hombre cariñoso y comprensivo con el hombre que quería hacerme daño a propósito con cada palabra?

Me cuesta conciliar el sueño, paso horas dando vueltas en la cama hasta que al amanecer consigo quedarme dormida, justo antes de que suene el despertador y me devuelva a la realidad de mis confusos pensamientos. Me preparo para ir a trabajar y luego, con cautela, salgo de la habitación al darme cuenta de que todo está en silencio y por un momento pienso que se ha ido. ¿Por qué de repente esa idea me hace sentir como si me faltara el aire? ¿De verdad me he acostumbrado tanto a él que no puedo vivir sin él?

Justo cuando estoy a punto de admitir que es así, se abre la puerta del baño y Can sale con una toalla alrededor de las caderas mientras con otra se seca el pelo mojado. Me quedo paralizada en medio del pasillo esperando que no me vea mientras no puedo apartar los ojos de su pecho, sus musculosos brazos y sus piernas apenas cubiertas por ese pequeño trozo de tela.
Alá, Alá, ¿qué me pasa?
Deben de ser las hormonas del embarazo que hacen que mis pensamientos recorran caminos que normalmente no tomaría, o tal vez sea el cosquilleo que siento en las yemas de los dedos al recordar haber tocado cada centímetro de ese cuerpo que me estremece tan profundamente.
Casi ha entrado en el salón cuando, por el rabillo del ojo, debe de haberme visto de algún modo. Se baja la toalla a los hombros y me lanza una mirada inquisitiva. No puedo evitar sonrojarme ante mis propios pensamientos.
"Günaydın Sanem, casi he terminado, es hora de vestirse y prepararé el desayuno".
Sacudo la cabeza balbuceando.
"No te preocupes, yo me encargo".
Me apresuro a la cocina para sacar lo necesario de la nevera mientras oigo cerrarse la puerta del baño detrás de él, que claramente ha vuelto para vestirse.
Ah Sanem ah, después de la charla de anoche era justo lo que necesitaba para encontrarse babeando detrás de sus pectorales, ¡bravo!
Cuando poco después entra en la cocina, intento no mirar en su dirección manteniéndome lo más alejada posible de él mientras se mueve a mi alrededor para ayudarme a poner la mesa. Cuando el té está listo, me siento y centro toda mi atención en el plato.

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora