14 - Posiciones opuestas

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Sanem

Esta noche he dormido poco y mal. Llegué a casa muy tarde después de pasar horas en las rocas mirando las estrellas mientras pensaba seriamente, quizá por primera vez en mi vida, qué hacer con mi futuro. Entré con mucho cuidado de no hacer ruido y me metí en mi habitación para no tener que enfrentarme a mis padres. En el transcurso de la noche oí a mi madre asomarse por la puerta para comprobar que había vuelto y fingí estar profundamente dormido.

Me levanto de la cama con todo el peso de la noche de insomnio, pero con la certeza de que es hora de empezar a dar forma a mis planes de futuro. Es martes y hay que aclarar la situación lo antes posible, antes de que mi madre comience los preparativos para una visita que no será.

Salgo pronto de casa para llegar a la agencia, evitando entrar en la cocina a desayunar porque no tengo ninguna gana de conocer a mis padres y no espero a Leyla para no tener que aguantar todas sus preguntas durante el viaje a la agencia, no sería capaz de hacerlo ahora.

De camino a la parada del autobús, paso por delante de la carnicería de Osman justo cuando abre sus persianas.

"Buenos días Sanem, ¿a qué viene esa cara oscura de madrugada, echas de menos a Ayhan? Volverá esta noche, no te preocupes, la tía Merve se ha recuperado y ya no necesita su ayuda".

Sonrío felizmente, estos días Ayhan estaba en Esmirna para asistir a su tía que estaba siendo sometida a una delicada operación y había sido imposible incluso escucharnos por teléfono ya que no había cobertura de móvil en el hospital donde estaba. Todavía no le he contado nada de lo que pasó después de la fiesta de la empresa de Fabri, no sabe nada de Can ni de la absurda situación en la que me metí.

'Bien, la he echado mucho de menos. Necesito hablar con ella, han pasado tantas cosas..."

Bajo la mirada porque sé que Osman puede leer cada matiz de mi estado de ánimo, siempre lo ha hecho.

"¿Estás bien Sanem?" Se acerca y apoya sus manos en mis brazos buscando mi mirada con expresión de preocupación. "No soy Ayhan, pero sabes que puedes hablar conmigo de cualquier cosa que te preocupe ¿verdad?"

Asiento conmovido y llevo una mano a su mejilla en una suave caricia de agradecimiento. "Eres muy querido Osman, sé que puedo contar contigo como un hermano, gracias". Intercambiamos una sonrisa de sincero afecto abrazándonos, hemos crecido juntos y somos realmente como hermano y hermana para siempre.

Oigo el sonido del motor de un coche que se detiene detrás de mí, me giro distraídamente y, con una punzada en el corazón, me encuentro con los ojos cerrados y rasgados de Can Divit, que me observa con una mirada seria.
"¿Puede?"
Asiente con un gesto de saludo "Sanem..."
Sorprendida por encontrarlo de madrugada en las calles de mi barrio, me deshago del abrazo de Osman y hago las presentaciones un poco incómoda.
"Osman, este es mi jefe, Can Divit. Puede ser Osman".
No digo más, Osman es Osman para mí, es hermano y amigo, confidente y compañero de juegos, pero este no es el lugar para decirle quién es el chico que siempre ha sido tan importante para mí. Can le hace una rápida inclinación de cabeza y luego se dirige a mí con un tono gélido. "Ven Sanem, he venido a buscarte para ir juntos a la agencia".
Me sorprende que haya venido a buscarme al barrio, no me lo esperaba, pero al menos tendré la oportunidad de hablar con él tranquilamente.

Asiento con la cabeza, me vuelvo brevemente para saludar a Osman y me subo al todoterreno. La lata se pone en marcha en cuanto cierro la puerta con un chirrido de neumáticos, me sorprende el repentino movimiento del coche y me encuentro desplomado contra el asiento de forma desordenada.
Lanzo una mirada de sorpresa hacia él, que mira fijamente la carretera con una expresión sombría. Pronto me doy cuenta de que no estamos en la carretera de la agencia, sino que nos dirigimos hacia la costa.
"¿A dónde vamos?"
Me lanza una rápida mirada y luego vuelve a mirar al frente, con el rostro impasible.
"Te dije ayer que íbamos a hablar hoy, así que hablemos primero y luego vayamos a la agencia".
No me gusta su forma de controlar, pero sólo puedo estar de acuerdo con él en que es hora de hablar. Miro por la ventana en silencio, preparando mentalmente el discurso que he estado meditando desde anoche para comunicarle mi decisión.

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora