Can
La veo levantarse y volver al dormitorio sin decir una palabra, esto es la confirmación de que lo que la acusé es la pura verdad, ni siquiera intentó defenderse.
Me paso las manos por el pelo en un gesto nervioso, sé que fui muy dura con ella, pero desde que abrí los ojos esta mañana lo único que he hecho es pensar en ese audio y maldecirme por lo que pasó anoche. No debí permitirlo, me lo había prometido desde que descubrí los verdaderos motivos detrás de cada acción de la mujer con la que me encontré casado.
No hubiera querido escuchar las palabras de Huma cuando, la noche antes de la boda, se presentó en mitad de la noche en mi casa. Sólo Alá sabe que no confío en ella desde hace mucho tiempo, así que había interrumpido su petición de hablar conmigo.
"No tenemos nada que decirnos Huma, te he dicho y te repito incluso ahora que quiero que te alejes de mí, fuera de mi vida, ahora y para siempre. Vuelve a donde has estado todos estos años, aquí nadie te necesita".
Levantó las manos en un gesto de resignación y dijo: "Bien, bien Can, no me quieres cerca y no me necesitas, pero soy tu madre a pesar de todo y si sé que estás a punto de cometer el mayor error de tu vida no puedo quedarme de brazos cruzados."
Sacudí la cabeza con impaciencia. "¿Otra vez con el cuento de que Sanem no es lo bastante bueno para mí? Me has cansado, déjame en paz, soy yo quien decide mi vida y no tienes derecho a entrometerte".
"Bien, no quieres escuchar mis palabras entonces déjame dejarte escuchar la verdad directamente de la voz de tu amada". Saca su smartphone del bolso y pulsa un botón para iniciar una reproducción de audio.
"Al casarme con Can, ¿no crees que ya me he asegurado de vivir de mis rentas el resto de mi vida? He conseguido mi objetivo".
El corazón me da un vuelco, trago saliva y trato de racionalizar lo que acabo de oír. Sin duda era la voz de Sanem, pero el significado de sus palabras es demasiado para procesarlo de improviso ante la atenta mirada de mi madre.
Me repongo rápidamente. 'Vete Huma, has cumplido con tu deber de madre cariñosa, pero yo sigo reiterando que soy yo quien decide mi vida y lo que quiero seguro es no volver a verte. Hoşçakal, adiós".
Me di la vuelta y entré en casa sin dirigirle otra mirada, ya no merece ninguna consideración, no después de que me abandonara hace tantos años. Al llegar a mi habitación, me dejé caer pesadamente sobre la cama, llevándome un brazo a los ojos como si no quisiera ver la realidad de lo que estaba ocurriendo. Un sonido de notificación me alertó de un mensaje entrante. ¿Quién podría ser a esas horas de la noche? El número era desconocido, no estaba entre los registrados en mi agenda, abrí el archivo adjunto y allí estaba de nuevo, esa voz y esas palabras.
Lo escuché cientos de veces, sin poder parar. Era sin duda la voz de Sanem, de eso no cabía duda, y las palabras que pronunció dejaban poco margen a la interpretación. No podía creer que me hubiera equivocado tanto al juzgar a aquella chica. Inmediatamente me había parecido tan cándida, pura, verdadera de una forma que nunca había conocido en ninguna otra y, en cambio, me di cuenta de que estaba a punto de casarme con una mentirosa, una espía, una manipuladora. Por su culpa casi había perdido mi licencia de fotógrafo, mi trabajo, lo que más me importaba en el mundo, y ahora también descubría que todas sus acciones sólo habían estado motivadas por el deseo de atraparme en un matrimonio escopeta para que pudiera vivir una vida de comodidades.
No fue fácil asimilar estos nuevos conocimientos, esa noche no pegué ojo pensando en todas las soluciones posibles, pero al final tuve que aceptar que la única válida era seguir adelante. Las razones que me habían llevado a decidir casarme con ella seguían siendo válidas, fueran cuales fueran sus verdaderas intenciones, porque el hecho era que no podía faltar a mi palabra dada a sus padres y no podía decepcionar a mi padre. No ahora que su salud se había deteriorado drásticamente. El día siguiente no fue una prueba fácil, tuve que afrontar la boda y fingir todo el tiempo que era la más feliz de los recién casados delante de la gente que estaba allí para observar cada uno de nuestros gestos.
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Decisiones repentinas
FanfictionEse momento de celos, la repentina decisión de tomar su mano y arrastrarla lejos de esa fiesta y de ese hombre intruso, dio un curso completamente inesperado a mi vida y a la suya. Soy Can Divit, un albatros inquieto, posesivo e impulsivo, que quizá...