Can
Entro en casa envuelta de nuevo en la oscuridad y el silencio.
Es casi la una y estoy agotada, he tenido un día terrible. Después de un día frenético, a las ocho de la tarde tenía una cita con Ceyda en el paseo marítimo de Besiktas para decidir si podía ser el lugar adecuado para la campaña publicitaria de su empresa. Habíamos quedado allí, pero cuando me disponía a ir la vi aparecer en la puerta de mi despacho. "¿Qué haces aquí, Ceyda? Habíamos quedado en Besiktas".
"Estaba cerca y pensé que no tenía sentido coger un taxi sola, podría venir contigo ¿no?". No me gustaba nada la idea de llevarla en mi coche, pero con tal de cerrar esta bendita campaña hubiera hecho cualquier cosa.
Al salir del aparcamiento subterráneo me detuve para cederle el paso mientras esperaba para girar hacia la carretera principal cuando ella me pilló completamente desprevenido inclinándose hacia mí para besarme en los labios. Me quedé helado durante unos instantes, tras los cuales me asaltó una rabia ciega mientras me pasaba una mano por los labios en un gesto de rabia.
"Ne yapıyorsun, ¿qué estás haciendo? Cómo se te ha ocurrido lo de Ceyda?". Sonrió mientras apoyaba una mano en mi rodilla. 'Por fin estamos solos y llevaba demasiado tiempo queriendo hacer esto'.
Me quedé incrédula.
"Ceyda, sabes que estoy casado, ¿verdad?".
Sonriendo agitó una mano en el aire despreocupadamente.
"No es un problema para mí en absoluto".
Mi ira amenazaba con alcanzar un nivel que ya no podía manejar.
"En cambio, sí es un problema para mí. Soy un hombre casado y para mí sólo existe mi mujer, no estoy interesado en ti ni en ninguna otra".
Quité con firmeza su mano de mi rodilla diciendo.
"Ahora se le pide que salga de mi coche, nuestra relación debe ser puramente de negocios así que por favor tome un taxi y conduzca hasta el lugar fijado para la "cita". Le aconsejo a Deren que te acompañe, mañana me dirá lo que has decidido". Por primera vez la vi perder la despreocupación con la que siempre se dirigía a mí.
"Pero, Can...".
No estaba dispuesta a escucharla.
"Adiós, Ceyda".
Por suerte no insistió, no sé si hubiera podido seguir manteniendo una actitud civilizada, al diablo con ella y su campaña publicitaria.
Cuando se bajó, me fui furioso, conmocionado por lo que había pasado y no fue fácil recuperar el control de mis nervios, que últimamente habían sido puestos a prueba por todo lo que estaba pasando en mi vida. Llegué al despacho de Metin con bastante antelación, ya que podía ahorrarme la inspección con Ceyda, pero aún así llegué muy tarde para ultimar los últimos detalles de nuestro plan. Por fin hemos llegado al enfrentamiento, mañana saltará la trampa y Emre no tendrá escapatoria.
Estoy preocupada, tantas cosas pueden salir mal, pero si todo sale según lo planeado lo que más me preocupa es la reacción de mi padre. Alá, que encuentre la fuerza para aceptar lo que está a punto de suceder.
Dejo las llaves en el mueble junto a la puerta y mientras llego cansada a mi habitación, me asomo al pasillo para ver si por casualidad la luz de la habitación de Sanem está encendida, pero es muy tarde y por supuesto ya lleva horas durmiendo.
Otro motivo para sentirme mal, para sentirme culpable. Me prometí que haría todo lo posible para compensarla y en lugar de eso sólo le doy más razones para odiarme. Han pasado tres días desde que literalmente desaparecí y eso no era lo que se suponía que iba a pasar, no después de la maravillosa noche en la que pude tenerla entre mis brazos. Me dejo caer cansinamente sobre la cama de mi habitación, llevándome un brazo a los ojos para intentar calmar el terrible dolor de cabeza que me tortura desde hace horas.
Mañana por fin habrá terminado. Volveré con ella y podré asegurarle que ya no tenemos que temer nada, podré contarle lo que he descubierto y decirle que se acabó, que mi hermano y mi madre ya no podrán hacernos ningún daño ni a nosotros ni a la agencia. Siento que a partir de ahí puede empezar una nueva página en nuestra historia, y con esta renovada esperanza me doy una ducha e intento descansar un poco aunque no sea fácil conciliar el sueño. Agarro la almohada que tengo al lado, en la que ella dormía, para acercarla a mi cara y buscar rastros de ella y de ese perfume suyo que siempre me ha atraído con locura y que ahora me hace echarla aún más de menos.
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Decisiones repentinas
FanficEse momento de celos, la repentina decisión de tomar su mano y arrastrarla lejos de esa fiesta y de ese hombre intruso, dio un curso completamente inesperado a mi vida y a la suya. Soy Can Divit, un albatros inquieto, posesivo e impulsivo, que quizá...