45 -Él y yo, juntos

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Sanem

Es la hora, hemos llegado a düğün, el día de la boda. Las últimas semanas han sido agitadas, desde que dejé la agencia mi madre no me ha dado ni un momento de respiro. Todo tenía que ser perfecto, cada detalle cuidado hasta la extenuación y, aunque sólo sea eso, esto me ha ayudado a no pensar en lo que va a pasar en mi vida.

Me siento como si estuviera a punto de dar un salto en el vacío y ésa es exactamente la sensación que tengo en el estómago en este momento mientras, del brazo de mi padre, subo los escalones que conducen a la entrada del lujoso hotel elegido como lugar para la boda. Recorro el largo pasillo de suelos relucientes con el corazón palpitante y tembloroso mientras no puedo evitar pensar en mis fantasías infantiles.

Siempre he sido una soñadora, incluso de pequeña fantaseaba con ser una princesa, con entrar en un salón enorme, lleno de luz, donde un hermoso príncipe me invitaría a bailar. Me cogía de la mano y mi corazón latía deprisa, me llevaba a la pista de baile y me hacía girar sin parar. Pero al final descubrí que los príncipes no viven la vida como yo la imaginaba y el sueño terminó.

Al cruzar la puerta del salón de recepciones, enorme y lleno de luz, entre las muchas caras sonrientes de los invitados, sólo tengo ojos para él, para el apuesto príncipe que me espera cerca de la mesa dispuesta para la ceremonia. Quisiera que todo fuera como en mis sueños, que los ojos de mi príncipe estuvieran iluminados por el sentimiento más puro, por el amor verdadero, el de los cuentos de hadas, pero lo que veo confirma lo que he aprendido a mi costa. Los príncipes no viven la vida como yo la imaginaba, y mi sueño está destinado a terminar para siempre ante la pálida sonrisa del hombre que me tiende la mano. Una vez más me veo obligada a decidir si acepto esa invitación, una vez más me llega una petición suya a la que no puedo decir que no. En el pasado tomé decisiones repentinas y poco meditadas que me hicieron aceptar seguirle, pero hoy tengo que hacerlo por muchas razones que poco tienen que ver con el amor romántico de una joven que sueña con un apuesto príncipe.

Le agarro la mano con firmeza sin levantarle la vista, no quiero mirarle ahora, sólo su contacto me altera mientras me acompaña hacia la suntuosa silla reservada a la novia y luego se sienta a mi lado. Fijo la mirada en el funcionario del Estado que toma asiento frente a nosotros y comienza a leer las frases rituales que apenas puedo oír por el estruendo de mi corazón enloquecido ante la idea de lo que estoy haciendo. Por un momento, sólo un momento, pierdo el aliento y siento el repentino impulso de levantarme y salir corriendo. Quiero huir de este falso matrimonio y de todas las personas que han venido aquí a compartir la alegría de una unión que no existe.

Como si percibiera mi consternación, Can extiende una mano para coger la mía en un gesto que puede parecer afecto a los ojos de los demás, pero que a mí me parece más bien una forma de asegurarse de que no decido salir corriendo todavía. el Registrador me devuelve a la realidad volviéndose hacia él.

"¿Can Divit tener la intención de tomar Sanem Aydin aquí como su esposa?"

Instintivamente, le agarro la mano con más fuerza y me pongo rígida esperando que diga que no, que ponga fin a esta locura, pero su respuesta no tarda en llegar con voz fuerte y segura. "Sí, me gusta".

Aquí está ahora el oficiante dirigiéndome la misma pregunta. "¿Tiene Sanem Aydin la intención de tomar Can Divit aquí como su marido?"
Ahora me parece sentir que me aprieta la mano con más fuerza, no sé si para animarme o como advertencia para que no se me ocurra hacer nada precipitado. No sé adónde nos llevará esto, Alá sólo sabe que esto no era lo que soñaba para mí, pero es lo que mis decisiones precipitadas me han llevado a experimentar y tengo que aceptarlo, así que intento infundir confianza en mi voz mientras decido sobre mi futuro.
"Sí, me gusta".
"Tras su respuesta afirmativa yo, Registrador, declaro en nombre de la Ley que están unidos en matrimonio, pueden besar a la novia".

Decisiones repentinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora