09.═══ canela

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               JOHAISKA SE HIZO un ovillo en el suelo, miró los rosales de su madre, y el olor hizo que se le revolviese el estómago

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               JOHAISKA SE HIZO un ovillo en el suelo, miró los rosales de su madre, y el olor hizo que se le revolviese el estómago. Un hoyo se abrió en la tierra debajo de ella justo cuando las arcadas comenzaron a subirle como escalofríos por la espina dorsal. Vomitó todo lo que tenía en el estómago hasta que sentía un tirón en sus entrañas, que significaba que ya todo estaba fuera. Suspiró con la voz quebrada mientras el hoyo se cerraba, enterrando el vomito color café rojizo. Se limpió con el dorso de la mano mientras hacía una mueca, la consecuencia de haber vomitado ya se sentía palpable, pues sentía una profunda sed.

Antes de siquiera pensarlo, echó a correr hacia el bosque en medio de madrugada, pues no quería poner en peligro a su madre y a Chris. Se agazapó detrás de unos matorrales, escuchando con atención a su alrededor. No tardó mucho en encontrar una presa, pues sus oídos eran muy sensibles. El pequeño perro de la pradera corría por el césped. Suspiró sabiendo que no sería capaz de matar a ninguna clase de perro, pero su atención se dirigió pronto a un ciervo que se había alejado de su grupo.

Comía tranquilo y de vez en cuando miraba hacia los lados, como si sintiese que alguien le observaba desde la distancia. Johaiska se tiró al piso y se arrastró por la hierba alta en silencio, deteniéndose a una distancia considerablemente cercana al ciervo. Paró las orejas, y miró en su dirección, pudo sentir sus ojos penetrarle el alma, y sintiéndolo a través de la tierra, como el cuerpo del animal vibraba, lleno de vida. Su don pareció actuar por instinto, pues unas pequeñas hierbas comenzaron a entrelazarse sobre sus patas, manteniéndolo fijo en su lugar, jalándolo hasta que cayó como si fuese a descansar. El ciervo no hacía ningún intento de escapar, y miraba atento a Johaiska cuando ésta se acercó a él, saliendo de la hierba.

Suspiró, sabiendo que la única forma correcta de alimentarse era de animales, "lo lamento" se dijo por dentro. Y como si el ciervo le pudiese oír, cerró los ojos y agachó la cabeza, entregándose ante su depredador. Johaiska le acarició la cabeza, pasó su mano hasta su cuello, donde con la uña de el dedo índice hizo una cortada horizontal, haciendo que el ciervo cayese desplomado al piso mientras la pelirroja le hincaba el diente, bebiendo de su sangre, mientras las lágrimas se arrinconaban en sus ojos.

Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora