a nuestros rincones

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POV. NATALIA

- Mhm.- Me abrazó Alba cuando salimos fuera a fumar después de cenar. 

- Antes he hablado con Elena, y me ha dicho que me echaba mucho de menos porque había perdido a su mejor amiga, que no entendía porque me tenía que haber ido tan lejos.- 

- Ai pobre. ¿Y tú que le has dicho?- 

- Le he contado el porque me fui así por encima.- 

- ¿De verdad?- 

- De verdad.- 

- Jo Nat, estoy súper orgullosa de ti.- 

- Me ha costado, pero se merecía unas explicaciones.- 

- ¿Tu estás bien habiéndoselo contado?- 

- Me he agobiado un poco, pero bueno, es mi hermana pequeña.- 

- Bueno, eso es un paso.- 

- Ya. Y de verdad que gracias por venir.- 

- Que no me las tienes que dar.- 

- Nunca hubiese imaginado que tendría amigos, y que esos amigos estuvieran cenando en mi casa de Pamplona, hablando tan tranquilamente con mis padres.- 

- ¿Y estás bien con eso?- 

- Estoy genial Albi.- 

- Me alegro muchísimo entonces.- 

- Es que ai.- Dije abrazando a Alba y levantándola del suelo. 

- Me gusta muchísimo verte así.- 

- Me enfada estarlo hoy, después de lo de mi abuelo. 

- Pero el seguro que está mucho más contento de verte así, que no si estuvieras llorando.- 

- También es verdad.- 

- Pues entonces ya está Nat.- Dijo acercándose para besarme, pero no llegó.

- ¿Estáis bien?- Preguntó Elena saliendo al balcón. 

- Eres una arruina momentos.- Dije riendo por la situación. 

- Dice mamá que vais a coger una hipotermia.- 

- Es que hace bastante frío.- Dijo Alba apoyándose en mi, para que le abrazara por detrás. 

- No tardéis en entrar.- Dijo Elena volviendo a entrar. 

- ¿Por donde íbamos?- Dije girando a Alba para que quedase delante mío. 

- Mhm, no me acuerdo.- 

- Yo te hago memoria.- Dije antes de besarla. 

- Nat, yo estaría así todo el día, de verdad que sí, pero tengo tanto frío que tengo los pezones como el timbre de un castillo.-

- A ver.- Dije metiendo mi mano por debajo de su jersey. 

- JODER, estás helada, quita pesada.- 

- Mhm.- Dije sin quitar mi mano de ahí mientras Alba no se estaba quieta.

- Naaaat.- 

- Vale vale.- Dije riéndome y dándole un abrazo y un beso en la frente antes de entrar dentro. 

- Pensábamos que os habíais quedado congeladas.- Dijo Marta cuando entramos. 

- Hace un frío horrible.- Dijo Alba volviéndose a sentar en la mesa. 

- Bueno, estamos en el norte.- Dijo mi padre riendo. 

- ¿Es que a quien se le ocurre estarse tanto rato fuera?- Dijo mi madre sirviendo el postre. 

pequeña gran revoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora