2. LA VOZ

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El dolor punzante en mi cabeza me despertó

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El dolor punzante en mi cabeza me despertó. Parpadee varias veces y mis oídos se abrieron ante los murmullos que me rodeaban.
   —Despertó, démosle espacio —la dulce voz de una castaña, parada junto a mí.
   —Finalmente. Buenos días —un joven ladeó una sonrisa.
   — ¿Dónde estoy?
   —En el Hotel Prixum —respondió la pelirroja.
   — ¿Hotel...?
   —Apresúrate. Te he dejado ropa en aquella mesa, cuando estés lista baja al gran comedor para desayunar.
   —Pero...
Ambos se retiraron sin responder. Miré a mí alrededor. Parecía un hotel antiguo. Las paredes estaban tapizadas con trazos sofisticados. Los sillones y muebles eran de otra época, aunque se mantenían bien. Las costinas blancas de seda caían hasta el piso. Me levanté y miré por la ventana. No había casas a los alrededores, solo un bosque extenso cerca del jardín del hotel.
   Las enormes rejas de la entrada se abrieron y un auto negro ingresó. De su interior bajó un joven vestido con un traje azul marino. Levantó la mirada hacia mi ventana, como si supiera que lo estaba observando. Cerré la cortina con rapidez. Me vestí con aquella muda que me había dejado la pelirroja y baje hacia el gran comedor.
   Tomé mi tiempo para prestarle atención a la decoración victoriana del hotel. Los cuadros, las estatuas, los tapizados, las alfombras, los muebles y los cientos de habitaciones que había allí. Aun así, parecía estar casi vacio.
   —Por fin te dignas a bajar —chilló el rubio que había estado en la habitación minutos atrás.
   —Podrían decirme como terminé aquí, por favor.
   —Primero siéntate y desayuna —la castaña me sirvió una taza de té—. No nos hemos presentado. Mi nombre es Juana.
   —Yo soy Jimin.
   — ¿Solo ustedes viven aquí?
   —Claro que no, preciosa —Juana soltó una pequeña risa, extraña—. También esta Saddie, que ahora debe estar en el jardín con sus cosas raras —rodó los ojos—. Taehyung que acaba de llegar ... Y por supuesto el dueño del hotel.
   —Por cierto, no nos has dicho tu nombre.
   —Angela, creo —sacudí mi cabeza.
   — ¿Creo?
   —Aún estoy aturdida. Intentó recordar lo que pasó y como acabé aquí.
   —Tranquila, no le exijas a tu mente. Podrías hacerte daño —Juana sorbó de su taza—. Permíteme enseñarte el hotel. De seguro te quedarás un tiempo aquí.
   —No lo creo, debo regresar.
   — ¿A dónde? —Jimin alzo una ceja.
   —A... —mi mente era una laguna. Aunque buscará con fuerza, no podía encontrar información—. No lo sé.
   —En ese caso, te quedarás aquí —Jimin dibujó una sonrisa cínica.
Me mostraron el extenso jardín. Rosas de todos los colores. Estatuas de mármol. Una fuente en medio.
   —Saddie, ella es Angela.
La rubia levantó su rostro. Sus ojos celestes, casi un gris, me intimidaban.
   —Hola —saludó y continuó quitándole los pétalos a las rosas blancas.
   —Es un poco antisocial —Jimin me guío hacia una de las estatuas.
   —También rara —acotó Juana.
   —Bien. Disfruta del aire libre. Aquí suele llover mucho.
   —No sería una sorpresa que algunas gotas caigan.

   Recorrí el lugar sin alejarme de ellos. Una melodía comenzó a sonar. Miré sobre mi hombro al par que continuaba charlando con normalidad. A Saddie que seguía despedazando las rosas. Nadie parecía escuchar.
   Una voz femenina me llamaba desde el bosque. Di un paso, luego otro, hasta que escuché el grito de Jimin.
   — ¡Alto! ¡No entres al bosque!
Mi cuerpo se sobresaltó. Giré encontrándome con la mirada de Saddie, atenta a cualquiera de mis movimientos. Sus ojos bajaron hacia el piso.
   Me percaté de la diferencia entre el césped del jardín, verde y cuidado, y el césped quemado, en un tono rojizo del bosque. Trazando, como si fuera, una línea para dividir el área.
   Me alejé acercándome a Juana y Jimin, que me acompañaron al interior del hotel.
   —Acaba de llegar —masculló Juana—. Ven, te presentaremos al dueño de todo esto.
Caminé detrás de ellos. Los zapatos de Juana resonaban contra el mármol del piso de la entrada del hotel.
   Las enormes rejas se abrieron dando paso a un antiguo Rolls Royce negro.
   El conductor bajó, costeó el auto y abrió la puerta trasera.
   —Llegamos, señor Jeon. 

El Hotel [+18] - Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora