12. GALA SANGRIENTA

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   Dentro del bosque se sentía una energía opresora

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   Dentro del bosque se sentía una energía opresora. Como si una pitón me estuviera abrazando poco a poco hasta querer quitarme la vida.
   —No importa que veas o escuches... —Jungkook sostuvo mi mano mientras caminaba delante de mí—... No hagas caso. Sigue caminando —asentí rápidamente—. Si te sientes débil, continúa. No te detengas por nada en el mundo.
   Comenzaba a aterrarme la idea de estar aquí adentro. Las advertencias de Jungkook me ponían en un estado de alerta. Podía esperar cualquier ataque, pero no estaba preparada para afrontar nada extraño.
   A medida que nos alejábamos del hotel. Que el sonido y las luces se escondían detrás del cumulo de pinos, comenzaba a escuchar esa voz que sonó el primer día que estuve aquí. Cantaba mi nombre, llamándome hacía otro lugar. Apreté la mano de Jungkook.
   —Sigue, no hagas caso —jaló de mí.
Mi corazón se aceleró cuando vi pasar sombras a mi lado. Sentí como si me rodearan y quisieran llevarme. Risas y gritos acompañaban los movimientos de esos espectros.
   Las rodillas se debilitaron. Comencé a temblar. El sonido se perdía en mi cabeza y los parpados me pesaban.
   —No te detengas, sigue.
   —Jungkook —musité. Me deje caer.
Jungkook se apresuró a cargarme en sus brazos y continuar caminando hacia el centro del bosque.
   —No te preocupes. No te pasará nada. ¡Lara!
No podía ser consciente de lo que sucedía. Ni de quien era Lara.
De pronto Jungkook sentí un ardor en la palma de mi mano y algo que se derramaba.
   —Lo siento, Angela. Es necesario hacerlo para que no te hagan daño.
   — ¿Quiénes? —logré hablar.
   —Las sombras —envolvió mi mano en un trapo blanco, el cual no tardó en teñirse de rojo—. Ve Lara, hazlo. Sácalos de aquí.
   Fue algo inexplicable. De pronto el corazón se tranquilizó. Las rodillas dejaron de temblar. Los parpados no pesaban.
   — ¿Te encuentras bien?
   —Si. ¿Qué pasó?
   —No hay tiempo para explicar ahora —me bajó con cuidado—. Vamos, nos esperan en el invernadero.
   Corrí detrás de él. El lugar me parecía familiar.
   Paredes de cristal, un invernadero en el centro del bosque. Todos estaban allí. El tipo ebrio sentado en el medio de ellos. Batallaba para librarse de las ataduras.
   —Finalmente llegan —Jimin se quejó.
   —Luego tendrán tiempo para besuquearse —acotó Saddie.
   —Nosotros no...
   —Bien —Jungkook me cortó—. ¿Él es Sánchez? —Taehyung asintió mientras largaba el humo de su cigarro—. ¿Dónde están los archivos? —se inclinó quitándole la cinta de su boca.
   —No te lo diré, niño —lo escupió.
   —Hijo de puta.
   —Será mejor que nos digas. No querrás morir en este bosque —Juana jugó con el filo de su navaja.
   —No me importa morir. En cuanto se den cuenta de que yo no estoy allí, vendrán a buscarme.
   —No podrán ingresar —Jimin ladeó una sonrisa.
   —Mira, viejo —Taehyung se puso de cuclillas—. Solo dinos donde mierda están los archivos y te dejaremos ir.
   —Aunque se los diga, me matarán de todas formas. No lo diré.
   —No tengo tanta paciencia —Jungkook apuntó hacia la cabeza del tipo con su arma—. Te daré tres segundos para que nos digas donde guardas los archivos. 1...
   —No serías capaz.
   —2... —quitó el seguro. Sánchez se mantuvo en silencio—. ¡3! —Jungkook jaló el gatillo disparando en la rodilla. El tipo gritó desgarrándose de dolor—. ¿Nos dirás? ¿O prefieres otro lugar?
   —Hijo de... —se quejó—. Están... en la biblioteca...
   — ¿Biblioteca? —inquirió Saddie desconfiadamente.
   —En el... en el sector de historia inglesa —respiró agitadamente—. Dentro de una carpeta verde... con letras doradas en... en el dorso.
   —Perfecto, Sánchez —Jungkook sonrió satisfecho—. Ahora bien, libérenlo.
Parte de mí se sentía aliviada de no ver como lo asesinaban. Pero otra parte no creía que lo dejarían ir tan fácil.
   Todos caminaron hacia la salida del invernadero, excepto Jimin que estaba desatándolo.
   —No te asustes. No mires hacía atrás, solo camina —Juana susurró a mi lado.
   — ¡Lara! —Jungkook gritó. Escuché unos pequeños pasos correr hacía el invernadero.
Hice un esfuerzo por no mirar hacia atrás. Intenté evitar escuchar los gritos desgarradores de Sánchez, el cual seguramente estaba siendo asesinado bruscamente.
   Caminamos de regreso al hotel, sin embargo era imposible hacer oído sordo ante las suplicas de Sánchez.
   — ¡AYUDA! ¡POR FAVOR! ¡AYUDA! —La curiosidad me ganó. Giré mi cabeza sobre mi hombro. Divisé un pequeño cuerpo y sombras alrededor del hombre. Lo despedazaban con brutalidad. Sin compasión.
   — ¡Por Dios! —me horroricé. Sentí el calor en mi brazo. Jungkook me tomó de la mano y me jaló hacia su cuerpo. Cubrió mi rostro con su mano mientras me abrazaba—. ¿Qué está sucediendo, Jungkook?
   —Prometo explicarte todo, ahora debemos irnos —levantó mi mentón. Asentí. De alguna forma su mirada me transmitía confianza.

   Llegamos al hotel. La gente parecía recién salida de un trance.
Jungkook subió unos escalones, como si nada hubiera pasado. Dio unos anuncios y pidió continuar con la gala unos minutos más.
   Saddie y Juana se movían de un lado a otro. Hablaban con algunos empresarios, mientras hacían señas con sus manos a Tae y Jimin.
   De pronto la gente comenzó a irse, mientras otros eran retenidos por los encantos de Juana y Saddie. Esos mismos eran las próximas presas.
   Cuando finalmente quedaron solo tres hombres, completamente ebrios y drogados, Jimin cerró las enormes puertas del hotel. Juana se aseguró de que las cortinas no dejarán ver nada extraño hacia el exterior.
   Jungkook volvió a acercarse a las víctimas. Sostenía una navaja dorada en su mano.
   —Bien. Por lo que sé ustedes tres hacían negocios con Sánchez.
   —Así es, señor —uno se echó a reír. Completamente fuera de sí.
   — ¿Dónde está ese dinero?
   —Escondido, claro. Sánchez mismo se encargó —el pelirrojo habló.
   —Por cierto. ¿Dónde está él? —interrogó el canoso.
   —Muerto —respondió Tae.
   —Oh. Mala suerte para él —el rubio volvió a reír. Se puso de pie mientras tambaleaba.
   —Jimin, Saddie, busquen a Lara —Jungkook ordenó. Ambos salieron—. Taehyung, vigila la entrada.
Tan solo quedamos Juana, Jungkook y yo con esos tres borrachos.
   —Bien, no sabemos dónde está el dinero. Déjanos ir, Jeon.
   —No, no se irán.
   — ¿Acaso tú y tus amiguitos nos detendrán? —el rubio descubrió la pistola colgando de su cinturón. Los otros dos hombres se pararon detrás de él. Comenzaba a creer que solo fingían su ebriedad.
   —No, yo no —Jungkook apretó con fuerza su puño.
De repente uno de ellos se lanzó sobre mí. Aprovechó la poca distancia entre nosotros. Colocó el filo de su navaja en mi cuello, dejándome inmóvil. Jungkook se alertó. Juana se acercó a él.
   —Si no nos dejas ir, tu amiga morirá. Tú elige.
   —No los dejaré ir.
   — ¡Jungkook! —logré decir.
   —No te harán daño, Angela.
   — ¿Tú crees? —sentí el ardor de un pequeño rocé del filo con mi piel. Jungkook intentó dar un paso, pero se frenó al ver mi sangre caer.
   —Nos iremos, ahora mismo. Nos llevaremos a tu amiga. Tal vez considere devolverla algún día... o me la quede —besó mi mejilla.
   Comenzó a caminar lentamente. Jimin y Saddie aparecieron captando la atención de todos. Aproveché el momento para apartar el brazo de mi cuello. Quitarle la navaja y clavársela en el cuello. La sangré cubría mis manos mientras salía descontroladamente de aquel tajo.
   — ¡Ahora, Lara!
Una pequeña muñeca corrió hacía los otros dos hombres. Abrió su boca dejando ver los dientes afilados. Un enorme charco de sangre se formó a mi alrededor. Observé mis manos y mi ropa.
Jungkook me tomó del brazo jalándome hacía la escalera.



El Hotel [+18] - Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora