22. ¡NO HABLES!

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   La imagen de Jungkook

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   La imagen de Jungkook. La situación dentro del auto. Los besos. Miradas. La excitación de tan solo su presencia. Todo me daba vueltas en la cabeza y comenzaba a confundirme. La manera en la que intentaba protegerme pero a la vez hacerme sentir como la nada misma. La forma en la que me miraba mientras conectábamos dentro del coche.
   Intentaba concentrarme en el plan. Huir de aquí. Seguir fingiendo que nada de lo que pasa dentro de este hotel es extraño. Ser uno como ellos.
   Terminé de escribir algo de información en mi cuaderno. Donde tenía detalles de cada uno de los que habita aquí. Tal vez esto me ayudaría para manipularlos e intentar escapar tan pronto como pueda.
   Escuché la voz de Juana detrás de la puerta de mi habitación. Oculté en cuaderna tan rápido como pude debajo de mi almohada.
   — ¡Adelante! —grité. Juana ingresó con una sonrisa y una bandeja en sus manos.
   —No te vimos bajar y creí que tal vez quería desayunar aquí.
   — ¡Por Dios! ¿Qué hora es? —giré para ver el reloj sobre la mesa de luz. Había perdido la noción del tiempo.
   — ¿Acaso esa cabeza de enamorada te tiene perdida? —se sentó a mi lado.
   — ¿Cabeza...? No, para nada. No estoy enamorada de nadie.
   —Ay, vamos, Angela. Es muy obvio la atracción que hay entre tú y Jungkook.
   —Yo no le intereso... ¿O sí?
   —Jungkook jamás sale de su despacho a menos que sea algo importante. Desde que tú estás aquí, siempre merodea por el hotel. Te busca con su mirada. Incluso te ha llevado en su Roll Royce.
   —No lo sé, Juana. Soy un poco torpe para ver indirectas —ambas reímos—. Iré a bajar para desayunar con ustedes. Primero me daré una ducha —caminé hacía el baño.
   —Bien, bajaré la bandeja. Te espero allí.

   Trate de prestar más atención a aquello que Juana había mencionado.
Luego de la lluvia de ayer, el sol había decidido aparecer. Eran pocos los días soleados, por lo tanto intentábamos disfrutarlos al máximo.
   Salí a jardín. Me acerqué a Saddie y Juana. La rubia hablaba sobre unos ruidos extraños que escuchó anoche, ya nada me sorprendía. Juana le respondía que no los escuchó. Jimin y Tae jugaban una partida de ajedrez sobre la mesa de piedra. Evité creer que las sombras que deambulaban por el bosque eran reales. Aunque había caído en cuenta de que ya no escuchaba esa voz que solía aparecer los primeros días aquí dentro y aquella línea que dividía el hotel del bosque, ya no era tan notoria.
   La puerta trasera se abrió. Observé por el rabillo de mi ojo al pelinegro caminar. Su mirada intentaba buscar la mía. El corazón se aceleró cuando levanté la vista y me encontré con sus ojos. Tan solo unos segundos, luego se apartó alejándose hacía el bosque.
   — ¿No es peligroso que vaya solo? —inquirí sin dejar de verlo.
   —No. Lara irá con él.
   — ¿Lara?
   —La muñeca —respondió Saddie mientras le quitaba los pétalos a una rosa blanca.
   — ¿Debo asustarme?
   —Si no le caes bien, sí —ladeó una sonrisa torcida.

   La noche cayó. El frio comenzaba a sentirse. El viento del invierno golpeaba las ventanas. El sueño parecía no querer aparecer. Pese a mi temor por cruzarme con algo, decidí bajar por un poco de leche tibia. Recuerdo que alguien, alguna vez en mi infancia, me recomendaba tomarla para poder dormir. Tal vez funcionaria siendo adulta.
   Tomé mi vaso con la leche tibia y caminé para subir las escaleras.
   Los pasillos largos y oscuros me generaban ansiedad. El estado de alerta continuaba encendido en mi cuerpo. Cualquier ruido y sombra me helaba la piel.
   Finalmente cerré la puerta de mi habitación al ingresar. Di un paso hacía la cama cuando mi boca fue cubierta por una mano. El vaso cayó al piso derramando la leche en mis pies.
   —No grites —escuché la voz de Juana en mi oído. Poco a poco quitó la mano de mi boca. Comencé a creer que querría asesinarme. Su rostro no demostraba amabilidad como lo solía hacer cada día. Sus ojos eran oscuros y su semblante serio.
   — ¿Sucede algo, Juana? —ella avanzó. Yo retrocedí. Intentando buscar algo con mis manos para defenderme.
   —Tenemos que hablar.
   — ¿De qué?
   —Lo sé. Lo sé todo, Angela. Sé tú plan.
   — ¿Cuál? No sé de qué hablas, Juana —la castaña sonrió. Procedió a levantar mi cuaderno en sus manos.
   — ¿Cómo...?
   —Guardar cosas debajo de la almohada nunca es bueno. Hay mejores escondites, querida Angela —observo el cuaderno con mucho cuidado.
   —Yo... Ese cuaderno no es...
   — ¿Así que solo nos estas estudiando? —se acercó lo suficiente como para clavar sus ojos en los míos. Sentí un escalofrió en mi cuerpo. Un miedo incontrolable. No había nada para poder defenderme de cualquier ataque.
   —No... He querido hu...
   — ¡No hables! —volvió a cubrir mi boca con su mano. Giró su cabeza en ambas direcciones. Como si le preocupara que alguien nos estuviera espiando—. Las paredes escuchan. Las sombras pueden vernos. Nada es seguro aquí, Angela.


El Hotel [+18] - Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora