¿Qué oscuros y retorcidos secretos hay dentro del Hotel Prixüm? ¿Quién es realmente Jeon Jungkook? ¿Qué pensamientos recorren su mente oscura y siniestra?
Bienvenidos al Hotel, donde las sombras pasean por la noche. Donde dormir puede ser peligroso...
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Encendí la ducha. Observé el cuerpo desnudo de Cielo. Completamente dormida luego de haber tenido sexo. Dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo. Mis pensamientos eran interrumpidos por la imagen de su cuerpo sobre el mío. Sus ojos celestes e intensos. Sus dedos jugando con mi pelo mientras mordía su labio inferior. Durante las últimas dos semanas todo fue intenso entre Cielo y yo. Besos, abrazos, sexo, mucho sexo. No solía permitirme este tipo de comportamiento. No era del tipo romántico. De esos que regalan flores y chocolates. Pero Cielo tenía algo especial que ninguna otra mujer me había ofrecido. Su forma de ser irritable pero a la vez tan dulce como una niña. Su sonrisa perfecta, la cual intentaba ocultar detrás de sus manos. Todo de ella me atraía y no lograba entender el por qué. Pero no quería retraerme, me gustaba sentirme así. Me acosté a su lado. Cubrí su cuerpo con la sabana. Ella recostó su cabeza sobre mi pecho y rodeó mi cintura con su brazo. —Te quiero, Taehyung —musitó. Me quedé inmóvil. Nadie me había dicho que me quería. No sabía cómo responder o reaccionar—. Así se siente el amor, intenso y a veces da miedo. Pero no te preocupes —me abrazó con más fuerza—, de a poco aprenderás. —También... te quiero —logré confesar. Ella sonrió con sus ojos cerrados. — ¿Crees que pueda irme a otro hotel? Ya no quiero vivir aquí —alzó su mentón y abrió sus enormes ojos. —Mañana iremos al hotel donde vivo. Estoy seguro de que ya no hay peligro. Primero hablaré con Jungkook y luego pasaré a buscarte. ¿De acuerdo? —ella asintió. Besé su frente y cerré mis ojos para poder dormir. El corazón me latía con fuerza al recordar sus palabras "Te quiero, Taehyung". Era como un mimo. Una calidez extraña y satisfactoria. Por primera vez en mi vida me sentía importante para alguien.
— ¡Vamos, dormilón, despierta! —Cielo sacudía mi cuerpo mientras reía—. Ya es de día, despierta. —Ya desperté —bufé. Odiaba que me despertarán, pero ella...pues. Relajé los músculos de mi cara al verla sentada frente a mí. Aún seguía desnuda—. Buenos días —me acomodé para poder besarla. Jalé su cuerpo para que quedará encima de mí. No tardé mucho en tener una erección cuando sentí su intimidad rozar la mía. Apreté sus pechos y mordí su labio, ella sonrió. —No tendremos sexo ahora, pequeño travieso —susurró cerca de mis labios. Procedió a bajarse y colocarse la bata—. Debes ir al hotel. Dijiste que hablarías con Jungkook. —Sí que eres ansiosa —despeiné mi cabellera. —Muy —besó mis labios—. Vamos, cámbiate y vete. —Ya voy. Hiciste que mi pene tuviera una erección y ahora quieres que me vaya. —Bien, te ayudaré y luego te irás. ¿Ok? —asentí ladeando una sonrisa. Cielo se quitó la bata y subió encima de mí.
La tarde casi llegaba a su fin. Jungkook había accedido luego de convencerlo por casi media hora. Entendía el riesgo, pero nosotros éramos asesinos profesionales. Podíamos estar preparados para cualquier ataque. Sin embargo Cielo vivía sola. No tenía más que aquella navaja que le regalé el día que nos conocimos. No sabía defenderse ni asesinar a alguien. Decidí preparar yo mismo la habitación en la cual se quedaría. Que de seguro no le daría uso ya que dormiría conmigo. — ¿Qué haces allí de pie, Lara? Dile a tus amigos que me ayuden —la muñeca suspiro y se marchó. Continué tendiendo la cama. De repente otras dos muñecas aparecieron y desempolvaron los muebles y cortinas. En cuestión de minutos todo estaba listo.
Subí al auto y manejé hasta el hotel. En el camino solo podía sonreír. Imaginar como la recibirían los demás. Saddie por supuesto con su sonrisa falsa. Juana y Angela serían las más amables. Jimin sería un caballero y Jungkook sería indiferente. Tal vez Lara la vigilaría desde las sombras hasta entender que no era una amenaza y podría ser una más de nosotros. Claro, si firmaba el libro y cumplía la norma. Me aseguraría de que lo haga, yo la ayudaría para que nada le pase. Un miedo me recorrió al pensarlo. Maldito libro. Estacione el auto y baje emocionado. La sonrisa se borró de mi rostro cuando vi la puerta de su habitación completamente abierta. Corrí desesperadamente hacia el lugar. — ¡Cielo! ¡Cielo! ¿Dónde estás? ¡Cielo! —busqué por todas partes. Prendas de ropa tirada. Manchas de sangre en el piso. La puerta estaba rota. La navaja estaba en el piso—. ¡Cielo! ¿Dónde estás? ¡Cielo! —Joven, joven —una anciana apareció—. Se la llevaron. Se llevaron a tu amiga. Unos matones, en un auto negro. Llamé a la policía, pronto vendrán. —Gracias —corrí al auto. Manejé a toda velocidad de regreso al hotel. Jungkook sabría que hacer. Podríamos ir todos detrás de Yoongi. Abrí la puerta de un jalón. — ¡Jungkook! ¡Jungkook! ¡Ayúdenme, por favor! —supliqué al borde del llanto. — ¡Taehyung! —Juana corrió para abrazarme. — ¿Dónde está Jungkook? —Tranquilo... — ¿Qué pasa? ¿Dónde está Jungkook? ¿Juana, que sucede? —ese maldito mal presentimiento. —Taehyung... —Jungkook apareció. Sostenía una bolsa de residuos en su mano. Su semblante serio y preocupado. —Jungkook. Se llevaron a Cielo —corrí hacia él—. Debemos rescatarla. —Tae... —La tiene Yoongi, lo sé. Ayúdame... —Tae... —Juana posó su mano en mi hombro. Las lágrimas brotaron de mis ojos. Por primera vez, en años, volví a llorar. A sentirme débil. Asustado. Indefenso. —Tae, Cielo... —Jungkook bajo su mirada a la bolsa que sostenía. Le arrebaté la bolsa. La abrí y el corazón se me estrujó. La angustia me arrebató aquella alegría que sentía esa mañana. No fui capaz de ver por completo lo que había dentro. Tan solo ver su cabellera imaginé de qué se trataba—. Lo lamento, tanto —Jungkook intentó palmear mi espalda. Me puse de pie. Yoongi era la persona más desalmada del mundo. Era diabólico. Sequé mis lágrimas. Ahora la ira buscaba la venganza. Quería degollarlo y adornar mi habitación con su maldita cabeza. —Lo mataré. Yo mismo iré a asesinarlo. —Tranquilo, Taehyung —Jungkook me frenó. —Hijo de puta. La mató. Mató a Cielo. ¡Lo mataré! ¡Voy a asesinarlo! —sollocé. —Cálmate. Lo mataremos, pero no con la cabeza caliente —Juana me abrazó. La oscuridad comenzaba a apoderarse de nuestro entorno.