Capítulo 23

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Dylan

Iba de camino a casa más temprano que de costumbre en un intento estupido de cumplir el capricho de mi esposa. Si no llegaba a casa a tiempo hoy, tendría problemas graves. El chofer se detuvo frente a la casa y caminé hasta la puerta sin mucha prisa.

-¡Sorpresa! - el grupo de personas frente a mi gritó inmediatamente al verme entrar y yo casi muero el mismo día en el que había nacido. Sonreí cuando vi a mi hermosa pelirroja sonriéndome coqueta.

Después de saludar a todos y agradecerles su presencia, mi esposa los llevó hasta el jardín, en donde, al parecer, se llevaría acabo la celebración.

Los palumbo se acercaron y los miré.

-¿Dónde está? -me miraron confundidos.

-Abigail, ¿dónde está? -se miraron incómodos. Algo pasaba y lo iba a descubrir tarde o temprano.

-No se encuentra de mucho ánimo -lanzó Giancarlo y enarqué una de mis cejas.

-Abigail siempre está de mucho ánimo el día de mi cumpleaños, este día para ella es un puto evento y ya son las siete de la noche y no he recibido ni un solo mensaje de texto de su parte -gruñí por lo bajo-. ¿Dónde está?

-Mañana iré a tu oficina y te contaré todo, ¿feliz? - miré a Russo. No tenía otra opción.

-Dylan, ve a cambiarte amor, ¿cómo celebraremos sin el cumpleaños? -le asentí y mire a D'accardi-. No te vayas de aquí sin reunirte conmigo, debo entregarte algo.

Fui a ver a mi hijo, el cual corrió a mi de una manera que fácilmente infartaría a mi esposa. Era tan parecido a mi hermano menor que dolía y rayaba en lo humillante. Llenó mi cara de besos húmedos. Fuimos a ver a su hermanita, quien descansaba ya.

Me duché tan rápido como pude y me puse la ropa que mi mujer había preparado para mi, revise mi teléfono por enésima vez en la noche.

La fiesta empezó, April había convertido nuestro jardín en una sala de casino. Los invitados disfrutaban de la música en vivo, la rica comida y los juegos disponibles en las diferentes mesas. Trataba de compartir un rato con cada grupo en muestra de agradecimiento.

Me regalé un tiempo a solas y unos brazos que conocía más que bien abrazaron mi espalda.

-¿Cómo es que tu chica trabajo tan duro preparandote esta sorpresa y tú estás aquí, pensando en otra? -hice que diera la vuelta y la abracé.

-Muchas gracias, amor. Es perfecto -entrecerró los ojos.

-¿No cambiarias nada? -negué y rio-. No tienes que mentir, Dylan. Sé que estarías más feliz comiendo pizza barata en la sala de la casa con Abigail, que todo esto.

-Para nada -enarcó una de sus cejas-. Como es mi cumpleaños, hoy hubiéramos pedido algo más elegante, pollo frito -lancé divertido y rodó los ojos. Acarició mi cara con amor.

-Ah, a la mierda, ven. Me mata verte así -me tomó de la mano y me llevó de vuelta hacia la fiesta. Nos quedamos frente a la enorme pantalla donde pasaban videos de jugadas de blackjack.

Las luces se apagaron y la miré confundido. Señaló la pantalla para mi.

-¿Cuál es mi mejor lado, este o este? -la chica en el video hizo que sonriera de inmediato.

-Eres hermosa, el que quieras -la voz masculina detrás de la cámara respondió con toda sinceridad, poniendo celoso a más de uno en mi lista de invitados.

-Gracias -le sonrió tan coqueta como siempre. El video se cortó un momento y volvió a aparecer viendo directo hacia la pantalla.

-Mientras vida tenga, no va a haber nunca un cumpleaños en el que puedas deshacerte de mi, Dylan Columbo. Es doloroso -fingió limpiarse lágrimas falsas-. Es tan doloroso imaginar que seguro pensaste que lo olvidaría. ¡Obvio no! No podría darle esa ventaja a April nunca -frunció el ceño y todos los presentes reímos.

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