Capítulo 8

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Mis hijos se quedaron viéndome fijamente, confundidos. La voz que escuchaban era de su madre, pero quien se encontraba frente a ellos no.

-¿Eres mamá? -lanzó Alessandra con la actitud que había heredado de mí y asentí mientras le sonreía con amor.

-La mamma ha un aspetto diverso -dijo mi niño viéndome con desaprobación, casi ofendido.

-¿Me veo bonita? -pregunté y los tres negaron con el ceño fruncido. Ese gesto era de su padre, quien posiblemente reaccione igualal verme.

-Mamá ya no es como yo -Alejandra señaló mis ojos y mi corazón se rompió un poco viéndola con ternura.

-Solo será por un tiempo, ¿si? -dije poniéndome a su altura-. Mamá tiene que hacer un trabajo especial y debe disfrazarse.

-¿Es Halloween? -preguntó una de ellas emocionada y asentí mintiendo descaradamente, a penas había sido navidad-. Busquen al abuelo y pregúntenle donde están sus disfraces -no aguardaron un segundo más y fueron corriendo en dirección a la oficina del viejo.

-No creo que haya mejor reacción que esa -maté a Maria con la mirada-. Ni siquiera tus hijos te reconocen con facilidad. Camila está físicamente lista.

-¿Camila? -asintió viéndome a través del espejo-. Así te llamaremos.

-Qué nombre tan ordinario -lancé acomodando mi pelo tratando de adaptarme a él.

Me dio la vuelta y quedé frente a ella. Levantó mi cabeza obligándome a verla.

-Lección número uno: no llamar la atención -escupió cada palabra con lentitud como si quisiera que quedara grabada en mi memoria-. Hablo en serio. Entrarás a un mundo muy peligroso, no solo por el par de hermanos tras tu familia. El bar donde estarás está lleno de criminales y putas que no tienen nada que perder si te hacen daño. Pasar desapercibida te mantendrá a salvo.

-¿Cómo se supone que llame la atención de los Caruso si debo actuar así?

-Ahí estará el detalle, solo debes estar en el lugar correcto, en el momento ideal -la vi confundida y continuó-. Para tu buena o mala suerte sé sus puntos débiles, he trabajado con ellos por años y sé perfectamente que clase de chica pudiera llegar a atraparlos.

Me volteó de nuevo.

-Mírate varias veces en el espejo, esta es tu nueva realidad, debes acostumbrarte a verte así. Ahora mismo te notas bastante incómoda en tu propia piel -noté como tomó su bolso para irse.

-Mañana tienes el día libre, debo resolver algunas cosas pendientes con Palumbo -hizo una pausa-. Disfruta a tú hijos -me ordenó y se marchó cerrando la puerta tras ella.

-Sentirme cómoda... -gruñí y suspiré.

Al igual que mis hijos, también desconocía por completo a la chica que me miraba a través del espejo. El corte en capas y con volumen en mi ya larga cabellera no me disgustaba en lo absoluto, el problema radicaba principalmente en el intenso color negro azabache que lo acompañaba, pues hacía que mi piel se viera más pálida que nunca, y en estos ojos verdes de gata, ya que habíamos optado por tapar mi ojo azul por unos lentes de contacto de ese color. No podía sentirme más incómoda.

Del tatuaje que compartía con mi esposo ya no quedaba nada, lo habían eliminado de raíz con un doloroso láser, sin embargo, ahora tenía un dragón chino rojo que decoraba la parte superior de mi brazo izquierdo y una delicada media luna con cuatro pequeñas estrellas justo en medio de mi espalda, el cual era mi favorito, pues lo había hecho en honor a Enzo y los niños.

Mis orejas ahora tenían unas cuantas perforaciones más y un piercing en mi nariz terminó de darme el último toque de supuesta chica mala.

Cansada de verme, decidí regalarme un baño relajante, lo merecía. Habían sido días dolorosos y de muchos cambios, agregando el hecho de que había vuelto a maltratar mi cuerpo en el gimnasio.

Empecé a desnudarme mientras la tina se llenaba. Justo cuando todo estaba listo, vi a Enzo entrar a la habitación. Los dos nos quedamos viéndonos y por alguna razón, me sentía tímida, como si fuera la primera vez que me veía desnuda, lo que tenía sentido, pues era la primera vez que veía desnuda a Camila.

Quise correr a sus brazos, lo extrañaba demasiado, no me había dejado verlo desde ese día en que discutimos.

El se acercó a mí y se tomó el tiempo de observarme detalladamente. Tomó la mano en donde solía tener el tatuaje con su huella digital y no me atreví a verlo a los ojos.

-¿Qué le hiciste a mi esposa? -dijo luego de apretar un poco mi mano sin hacerme daño-. ¿Dónde está mi mujer?

-Enzo... -intente acercarme a él, pero él dio un paso hacia atrás.

-Espero que sepas que vas yendo directo al fuego, espero que sepas, que si te quemas... si por casualidad, se te cae un puto pelo de la cabeza, estarás matándome, Abigail.

-Enzo, amor. Escúchame.

-¿Para qué? -mi chico estaba dolido-. Siempre haces lo que quieras, no me interesa oír lo que tengas que decir. No quiero verte, no conozco a la mujer que ahora está frente a mí -aplaudió con sarcasmo-. Felicidades, nadie podrá reconocerte, ni siquiera yo -sus palabras me habían dañado y él lo sabía.

Soltó mi mano y se marchó dejándome sola, de nuevo.


AVANCE DEL PRÓXIMO CAPÍTULO


Por fin el entrenador me había dado tregua y pude irme. Sinceramente, no sabía si me entrenaba para mejorar mi cuerpo o para sobrevivir en la guerra, posiblemente estaba al tanto que necesitaba ambas cosas.

Llegué a la casa y mi esposo estaba jugando con los niños en el patio, quienes fueron corriendo a mi encuentro. Ya se habían acostumbrado a mi cambio y a veces hasta lograba que me piropearan. Jugamos un rato más hasta que una de las chicas de servicio fue por ellos para que merendaran algo.

-Mañana vuelvo a América -Enzo por fin me dirigió la palabra, pero no había dicho las palabras que quería escuchar.

-¿Perdón? -dije sin querer creerlo.


-Tengo trabajo que hacer -habla con frialdad, como si quisiera que me dieran cuenta que no me estaba pidiendo ningún tipo de autorización.

-Enzo, sé perfectamente que puedes trabajar desde aquí. Sabes muy bien que ahora...

-Mi mejor equipo estará ayudando a los Palumbo a crear tu nueva identidad y vida falsa -me interrumpió-. Tendrán toda la ayuda que necesiten -se levantó de su asiento y me miró por fin a los ojos después de mucho tiempo-. Mucha suerte, espero sinceramente que todo salga como lo tienen planeado. Recuerda siempre que tienes hijos que te aman y esperan por ti.

Me abrazo con fuerza y besó mi mejilla con cariño. Poco después, se separó con lentitud viendo mi boca, pero no cedió ante la tentación y simplemente se fue.


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¿No les pasa que creen que no se puede poner peor, pero si, se pone peor? 

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