Y aquí estaba yo, de nuevo, a punto de romperle el corazón a alguien, ¿cómo es que habia llegado hasta este punto otra vez? ¿Por qué no me detuve a tiempo? No podía fingir, supe el momento exacto en el que empecé a romper las reglas, pero no pude parar. Sabía, en cierto punto, que terminaría haciendo daño.
Los miré a ambos.
El hombre frente a mi me abrazaba con fuerza, con necesidad y se estremecía, como uno tiembla cuando está a punto de recibir la mejor o peor noticia de tu vida. Por otro lado, el chico que a lo lejos extendía su mano hacia mi, me observaba como un niño pequeño, temeroso de que lo abandonaran.
¿Quién me creía que era yo, para exponer a estos dos hombres maravillosos a pasar por esto?
Suspiré y mi mirada volvió a Luciano. Acaricié su cara con suavidad y cerró los ojos ante mi roce.
-No sabes como desearía ahora mismo poder ser Camila -dije por fin y él abrió los ojos-. Esa chica que le encanta retarte, que disfruta hacerte enojar y llegar contigo de la mano a todos lados. A la que le derrite todos tus actos de caballerosidad, a la que proteges con todo lo que tienes -empecé a llorar-. Esa chica que no tiene hijos que la hagan volver a tierra, a la realidad. Esa persona, que, para bien o para mal, no tiene nada que la ate a ese hombre que me espera ahora mismo con los brazos abiertos... -un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas.
-La mitad de mi corazón se queda aquí hoy contigo -hice que me mirara-. Por favor, nunca dudes, Camila te elegiría a ti una y mil veces -era obvio que él estaba mucho más herido que yo, sin embargo, limpiaba con esmero mis lágrimas-. Gracias por enseñarme que alguien podía amarme tal cual soy, gracias por amarme como Camila, como Abigail. En mi quedarán estos últimos meses como un hermoso recuerdo que llevaré conmigo siempre.
Tomé su cara entre mis manos y besé su frente con suavidad. Di un paso así atrás, debía irme ya o posiblemente no podría hacerlo. Él vio mis intenciones y me tomó del brazo evitando que me marchara.
-Voy a esperar siempre aquí, por ti -lo miré-. No importa cuanto tiempo haya pasado o en donde yo este, dalo por hecho, nena, estaré esperando siempre por ti, estaré por ahí, tratando de olvidarte sin ningún éxito -le regalé una sonrisa y asentí varias veces.
Quizá algun día Camila y él tenga un final feliz.
***
-Mi mujer va a matarte, te lo juro -lanzaba molesto, mientras luchaba por mantenerse consciente.
-Vamos, ella no va a enterarse -la chica, como podía, fingía que quitaría su camisa y grababa. Él se movía inquieto.
-Si lo sabrá, suéltame, no quiero -gruñó e intentó levantarse de la cama.
-¿Cómo lo sabrá? Yo no sé lo diré... -espetó coqueta.
-¡Pues yo se lo diré! Vendrá por ti. En serio, va a matarte -la chica no pudo más y empezó a reír.
-Enzo D'accardi, ¿estás rechazando a una linda chica por tu mujer? -asintió con los ojos cerrados acomodándose en la almohada.
-¿Puedes llamar...? ¿Puedes llamar a mi Mon Amour? Que venga por mi... Muero de sueño -bostezó y poco después se quedó dormido.
No pude parar de reír, siempre que veía el video el hombre me enamoraba más. Ahora que lo trasmitian por la televisión, la cara de los presentadores que antes habían casi acabado con mi matrimonio era un poema.
-¡Te lo dije, te lo dije! -la mujer chilló eufórica a su compañero-. ¡D'accardi es el único hombre sobre la tierra que aún es fiel!
-Debo admitirlo, la rubia nos tuvo en sus manos por un buen rato -negó decepcionado-. ¡Maldición chica! Jugaste con los sentimientos de toda Italia.
-Con este video, pedimos disculpas públicas al Señor y la Señora D'accardi -el co-presentador asintió.
-Sí, es obvio que la broma que le hicieron los Palumbo al papucho de Enzo, escaló mucho más de lo que debería. Desde aquí, les deseamos un amor que trascienda los años.
Me sentía realizada, mi supuesta infidelidad expuesta al público, habia sido aclarada de la misma manera.
Repasaba los canales de televisión sin ningún éxito cuando la puerta de mi habitación se abrió abruptamente, el hombre que atravesaba el umbral estaba rojo de la ira.
-Amor... -le sonreí con inocencia y me pare sobre la cama intentando inútilmente hacerme de su tamaño.
-¿Por qué lo hiciste? -gruñó.
-¿Que cosa, cariño? -dije haciéndome la desentendida mientras caminaba hacia el lado contrario al que él se dirigía.
-¿Cómo pudiste hacer público ese video, Abigail? -lanzó avergonzado viéndome haciendo un tierno puchero y cruzó sus brazos en su pecho. No pude evitar reír y su enojó volvió-. ¡Pequeño demonio, ven aquí!
Me bajé de la cama y corrí hasta la planta baja riendo, los niños nos vieron divertidos y corrieron detrás de nosotros, queriendo participar de nuestro juego. Tomé en brazos a Enzito y lo extendí hasta él.
-Mira qué cosa linda te di, deberías perdonarme cualquier cosa -dije sonriéndole y el bebé también empezó a reír para él.
-Bájalo... -dijo fingiendo que no le habíamos causado algun efecto, pero en su cara ahora habia una sonrisa pintada. Negué.
-Paa paaa paa-todo se detuvo de repente y vimos al bebé.
-¡Dijo papá! -gritó emocionado y empezó a saltar eufórico. Me lo arrebató-. ¡Su primera palabra fue papá! -lo llenó de besos y los miré decepcionada.
-Paa paaa paaa -repitió Enzito, viéndome con una sonrisa como si se burlara de mi.
-Ahora sí, estás perdonada -él sabía que el hecho de que nuestro bebé haya dicho papá antes de mamá, era suficiente castigo para mi.
Un año despues...
Esta vez no tenía prisas, no escatimaría en gastos, le haría pagar a Enzo el haberme pedido el divorcio aquella vez.
Acomodé el pequeño velo en lo alto de mi cabeza y acomodé el vestido blanco que apretaba mi culo con vulgaridad. Moví mi cabello dándole vida a mis ondas rojo vino y puse más labial rojo sangre sobre mis labios.
-¿Lista? -mi amiga me sonrió con complicidad y salimos de la habitación.
Carlos nos esperaba con el auto listo, negó con desaprobación, pero una sonrisa se pintaba en sus labios.
-¿D'accardi puede con todo eso? -me dio la vuelta para verme con detalle.
-Lo está intentando, ¿sí? -todos reímos y subimos al auto.
Llegamos sin ningún problema y no pude estar más emocionada. Salimos de nuestro auto sin esperar nada más. El lugar estaba repleto de personas como esperaba. Fuimos hasta la zona preparada para nosotros y el hombre que nos esperaba se levantó de su asiento al verme, me regaló una sonrisa ladeada y acortó los pasos que nos separaban. Besó mis dos mejillas y se acercó a mi oído.
-Si venir a celebrar tu despedida de soltera específicamente en mi bar, es tu idea de librarte de las garras de D'accardi, está funcionando completamente, Nena -le sonreí y él me miró con el mismo cariño de siempre.
-¿Me veo como una novia en apuro? -pregunté coqueta.
-Te ves como algo que debí comerme cuando tuve la oportunidad -asentí dándole la razón.
-Si lo hubieras hecho, posiblemente, en un mundo paralelo, estaría ahora mismo celebrando mi despedida de soltera en otro lugar, pues tú estarías aquí, celebrando la tuya -llevó su mano a su pecho fingiendo estar herido.
-Me matas cada tanto, Abigail Taylor -ambos reímos y empezamos a disfrutar de la noche.
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¿Qué les puedo decir? La escritora es débil con Enzo D'accardi. Perdón, ¿sí?
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Venganza
RomanceTERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA "-Abigail, si cruzas esa puerta se acabo -caminé con paso seguro hacia la salida. Sinceramente era una decisión que ya habia tomado y sus amenazas no me harian cambiar de opinión."