Capítulo 24

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Abigail

No paraba de sonreír al ver la reacción de mi amigo al recibir su regalo a través del video que me había enviado April, no pude estar más feliz por él, lo merecía todo. Suspiré y decidí que era hora de dormir, pues aunque para ellos la fiesta seguro a penas empezaba, ya mi reloj me regañaba y me advertía que debía haber estado dormida hace ya mucho tiempo.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando sentí la vibración de mi teléfono bajo mi almohada y solo me volteé, seguro era el Dylan "cumpleañero borracho". Que me agradezca mañana. La tercera llamada seguida me obligó a ver de quien se trataba.

El nombre de Renato aparecía en la pantalla y por fin abrí mis dos ojos. Me quedé viendo el teléfono y lo aparté nerviosa.

Poco después, recibí un mensaje de texto.

Renato: Sé que estás despierta, te estoy viendo, Abigail.

Maldita sea, había olvidado por completo las cámaras. Mierda, ¿habrá visto que Luciano paso todo el domingo aquí? Otra llamada, ahora de video, apareció en mi pantalla. Encendí las luces en mi mesa de noche y conteste.

-¿Qué? -gruñí.

-¿Qué mierda es esto, Abigail? -enarqué una de mis cejas. Solo me mostraba una carpeta.

Dios, qué bueno está.

-Yo qué sé -lancé.

-¿Qué te hace pensar que voy a firmar estos putos papeles de divorcio? -estaba enojado y yo también, pero también quería cogerlo-. ¿Me estás oyendo?

-Enzo, es lo que es -respondí-. Una acción, una puta reacción. Felicidades, ahora puedes coger a quien quieras.

Y ojalá sea a mí.

-Sabes perfectamente bien a quien quiero coger -tuve que hacer una mueca para que no se diera cuenta de mi verdadera reacción.

-Enzo, debo ir a dormir, firma y sé feliz -gruñí herida. Suspiró viéndome.

-¿Que tienes puesto? -lanzó viendo mi escote y enarqué una de mis cejas. Era un cabrón descarado.

-Adiós - espeté, pero no colgué.

-No sabes cuanto te extraño -lo miré y no dije nada. Empezó a quitar su camisa.

Maldición.

-¿Me vas a mostrar tu marca de nacimiento? -ataqué recordando las palabras de la chica.

-Mon Amour, seamos sinceros, antes de conocerte no era un santo -lo miré confundida. ¿Cuál era su puto punto?-. Solo digo, que esa chica mencione mi marca, no es nada que debas tomar como verídico. Puedo asegurarte que esa información la ha de tener al menos una chica en cada una de las ciudades de Italia.

Tenía un punto, no lo había pensado antes. Mire su abdomen marcado.

-¿Ya terminaste? Iré a dormir -negó y comenzó a quitar su pantalón. Lo miré.

-Enzo, ¿qué pretendes? -se encogió de hombros y se quedó en bóxer.

-Estaba bastante enojado, pero ahora que te vi, viéndome como lo estás haciendo ahora, pensé que podía olvidar mi enojo por hoy y volver a estarlo mañana.

VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora