Luciano
Logré distraerme por un par de horas. Por más de una vez, me vi tentado a borrar las grabaciones que me había enviado Piero sin siquiera verlas, pero la curiosidad me mataba y empecé a reproducir.
Veinticuatro horas antes
Abigail
Revisaba la carpeta de películas y series que tenía disponible y nada llamaba mi atención. Miré mi teléfono por enésima vez, nada de Enzo, nada de Luciano. ¿Acaso se habían puesto de acuerdo?
Decidí comerme mi orgullo y llamar a Caruso.
-Caruso -rodé los ojos, arrepintiéndome de inmediato de haberlo llamado.
-¿Qué haces? ¿Quieres venir a mi casa? Podemos...
-Estoy ocupado ahora, Camila -lanzó con frialdad y me quede en silencio-. Tengo mucho trabajo atrasado, lo siento -continuó, dándose cuenta la forma en la que había hablado.
-Bueno, pues adiós -colgué molesta y le mostré mi dedo medio a mi pobre teléfono, quien no tenía culpa de nada, pero alguien debía pagar.
-¿Qué mierda le pasa? -gruñí y me levanté del sofá-. No me importa -dije y fui hasta la cocina. Me prepararía algo rico, comería y luego me iría de compras con su tarjeta de crédito.
Inconscientemente, prepare comida para dos y no pude sentirme más traicionada por mí misma. Estaba segura de que aunque pasaban de las tres de la tarde, el pesado con el que había hablado no había almorzado.
-No me importa -dije para mí y fui a comer. No había llevado aún el primer bocado a mi boca, cuando todo mi cuerpo se estremeció, haciendo una rabieta.
Maldita sea. Sí me importaba.
Tomé el teléfono y marqué al único que podría ayudarme.
-¿Qué? -dijo sin hacerme esperar.
-Brutus, Hola, ¿cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar. ¿Cómo estás tú? -espeté con sarcasmo y lo escuché resoplar.
-¿Qué quieres? -dijo después, intentando mejorar la situación. No lo logró.
-¿Sabes si Luciano ya comió?
-No que yo sepa -lo sabía.
-Prepare su comida, ¿puedes venir por ella? -silencio-. También hay para ti -continué tratando de convencerlo.
-Estaré ahí en diez minutos -sonreí negando.
Empecé a preparar las cosas, no podía fingir lo molesta que me hacía sentir, preocuparme así por él.
-Sinceramente, Abigail, ¿qué estás haciendo? -lancé regañándome a mí misma-. El hombre evidentemente te uso para lo que quería y te desechó como basura. ¿Por qué mierda te preocupa si come o no? No es como si fuera realmente tu novio.
-Ya está, llamaré a Brutus y le diré que lo olvide. Que se joda -justo cuando tomé el teléfono para avisarle, vi cómo el chico de confianza del hombre en el que me acababa de cagar, empezó a llamarme de repente.
-En dos minutos estoy ahí, no tengo tiempo para esperar... -dijo sin cortesías y colgó. De inmediato, me apuré a terminar de empacar la comida.
No me hacía caso ni a mí misma.
El hombre llegó tan puntal como siempre hasta mi puerta, le abrí.
-Aquí está, no le digas que lo prepare yo -rodó los ojos y tomó el par de bolsas-. ¡No le digas, Brutus!
ESTÁS LEYENDO
Venganza
RomanceTERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA "-Abigail, si cruzas esa puerta se acabo -caminé con paso seguro hacia la salida. Sinceramente era una decisión que ya habia tomado y sus amenazas no me harian cambiar de opinión."