Setenta Y Ocho

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Para sorpresa de Emilio, Joaquín tomó su rostro besándolo de forma brusca, colocándose lentamente cada vez más sobre él.

El mudo abrió sus labios, aún sin dejarlo ir, pidiendo que la lengua de Emilio entrara y así lo hizo, recorriendo la boca del otro, ahogando un jadeo con su baile.

Joaquín tuvo que separarse de la misma forma que había iniciado aquel beso, respirando agitado, con el corazón muy acelerado y el rostro muy rojo, sintiendo cómo sus pantalones comenzaban a apretarle.

Se dió cuenta que estaba prácticamente sentado sobre Emilip y que podía sentir lo mismo en el otro.

No sabía porqué lo había hecho.

Avergonzado, negó de forma agitada, intentó retroceder, pero los brazos de Emilio se enrozcaron alrededor de su cintura.

— No paremos, por favor — pidió, con ojos suplicantes —. Sigamos... Al menos hasta lo que puedas, Joaco.

Joaquín mordió su labio con nervios.

— Lo dejaremos cuándo creas que sea demasiado, lo prometo — habló Emilio con suavidad.

El chico lo miró con cierta inseguridad, pero asintió lentamente.

Sabía que tendría que hacerlo en algún momento y que quizás era la hora de al menos intentarlo.

Sabía que Emilio sería bueno con él, que podía confiar completamente, repetirse eso lo hizo perder un poco el miedo.

— Comencemos de a poco, juntos — dijo el peligris —. Yo te quitaré una prenda, y luego tú me quitas una a mí — Joaquín asintió —, ¿Quieres empezar?

Joaquín sintió su labio comenzar a doler de tanto morderlo, con manos temblorosas, se acercó a la remera de Emilio, se complicó él mismo para intentar quitarla, así que el peligris terminó por hacerlo él.

Emilio le dió una mirada de permiso antes de hacer lo mismo con la remera de Joaquín.

Para ese punto, Joaquín ya estaba cómo un tomate, sin poder dejar de mirar el torso de su novio, pero sintiéndose inapropiado por hacerlo.

Luego de unos segundos, Joaquín acercó sus manitos a la cremallera de los jeans de Emilio, quién también tuvo que ayudar para que pudiera bajarlos.

Sólo con bóxers, Emilio bajó con suavidad los pantalones del chico mudo, dejándolos a un lado.

Con ambos en ropa interior, Joaquín tenía la frente perlada en sudor por la vergüenza.

Emilio acarició sus mejillas.

— ¿Vas bien? — le preguntó, mirando a sus ojitos.

Joaquín respiró profundamente antes de asentir y sonrió un poco para alivio de Emilio.

El mudo bajó la vista hacía la única prenda que le quedaba a Emilio, sintiendo los nervios a flor de piel.

— Espera — lo frenó el peligris, haciendo que Joaquín lo mirara con sorpresa —. Antes de eso... Te despertaré un poco.

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Seguimos.......

Nos vemos AlbertXioW.

Mute // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora