Ochenta Y Tres

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Joaquín continuó murmurando, Emilio ya se había acostumbrado bastante, así que se concentraba en la música que se escuchaba por el único audífono en su oreja, ignorando las miradas extrañas que Federico comenzó a dedicarle al otro por el espejo.

No podía esperar menos, luego de más de 1 hora y media de viaje y que el chico continúe haciendo lo mismo.

A su lado, Emilio notó a Joaquín cabecear de sueño, con los ojos pequeños por el mismo.

— ¿Quieres dormir? — le preguntó el peligris.

Joaquín negó.

— Falta bastante para regresar a la CDMX — habló Federico, metiéndose en la conversación —. Tienes cómo 1 hora para descansar.

Joaquín volvió a negar.

— Si de-jo de ha-blar... Per-deré — se explicó el castaño con torpeza, hablaba en tono cansado, cómo si le hubiera agitado haber dicho unas cuántas palabras juntas.

— ¿Perder? — preguntó el mayor, mirando confundido al chico por el espejo.

— Mí voz — Joaquín parecía preocupado —. No ten-go que de-jar de ha-blar.

Federico no sabía qué decirle, así que miró a Emilio esperando que a él se le ocurriera algo.

El peligris acarició su cabeza con cariño.

— Bebé — lo llamó, Joaquín se volteó hacía él dejando que su novio acariciara su mejilla —. Si quieres dormir, duerme. Verás que tu voz vá a seguir allí.

Joaquín negó con ganas.

— Si no está, la buscaremos de nuevo, ¿Bien? — habló Emilio con suavidad, de sólo pensar en eso Joaquín se ruborizó completamente, escondió su rostro entre sus manitos, avergonzado de los recuerdos.

Emilip no pudo evitar reir por el gesto del chico.

— Ya, tranquilo — le habló el rizado de nuevo, acomodó la cabeza de Joaquín sobre su hombro, dejando un beso en su coronilla —. Si quieres dormir, no te preocupes.

Emilio tomó la mano de Joaquín, entrelazando sus dedos, dejando caricias con su pulgar sobre el dorso de la pequeña y adorable manito de su novio.

Federico los miró con ternura y no pasaron 10 minutos que Joaquín ya respiraba con tranquilidad, sumido en el mundo de los sueños, apoyado cómodamente en el hombro de Emilio.

Varios kilómetros después, el mayor preguntó:

— ¿Cómo es eso de que encontrarán su voz de nuevo?

Emilio alzó la vista de su celular y miró con cierto pánico a los ojos que lo escrutaban.

— Secreto profesional, lo siento.



— Secreto profesional, lo siento

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Seguimos con el maratón........3/?


Nos vemos AlbertXioW.

Mute // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora