Ochenta Y Cinco

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Ni Joaquín ni su madre se dieron cuenta en qué momento exacto, pero terminaron hablando en señas por las lágrimas.

En un principio, Joaquín había entrado en pánico, porque no había hablado desde que despertó del viaje y esa sensación de ansiedad por perder de nuevo su voz lo había dejado inmóvil en el asiento.

Emilio se había dado cuenta automáticamente de aquello con lo cuál lo había abrazado con fuerza dejando caricias en su espalda y sus cabellos, calmándolo con voz suave.

— Sabes de dónde sale tu voz, Joaco, lo recuerdas — sintió al chico asentir, con el rostro escondido en su hombro —. Ya no eres mudo, puedes hablar y sabes cómo hacerlo, confía en tu voz.

Joaquín tardó un momento en hacer un sonido afirmativo, haciendo sonreír a ambos.

Emilio besó sus labios una última vez antes de bajar del auto, saliendo hacía el frente de la casa, dónde Federico ya estaba tocando la puerta.

Del resto, casi no entendieron nada de las palabras de Joaquín y tampoco de la señora Bondoni, entre las lágrimas, la emoción y esa adorablemente torpe y añinada forma de hablar del menor, las palabras dejaban de ser.

Así que ahí estaban, madre e hijo hablando con señas mientras lloraban con una sonrisa en sus rostros.


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Seguimos con el maratón........5/?


Nos vemos AlbertXioW.

Mute // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora