Setenta

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Al entrar al lugar, Nikolás vió la cabellera mojada de Eduardo desde la puerta y se detuvo un segundo en el umbral.

Los brillantes y adorables ojitos de Eduardo lo miraron un momento y Niko comenzó a sentir su corazón latir más rápido.

Sus miradas se encontraron por un segundo, aunque el menor fué quién apartó la vista primero.

Nikolás pensó en huir, pero le había dicho a Emilio que se quedaría allí.

Así que corrió la puerta a su espalda, cerrándola, dejando la toalla a un lado, un poco alejado de los bordes y dudó un momento en meterse ó no.

Miró a Eduardo, quién le estaba dando la espalda, flotando cómodamente en la parte más profunda.

Suspiró por lo bajo, antes de sentarse, dejando sus piernas dentro del agua.

— ¿No estabas con Joaquín? — le preguntó, sólo para cortar la tensión.

— Fué al baño — respondió Eduardo.

Nikolás asintió, por más que el chico no lo vió.

— Emilio estaba en el baño, así que tardarán un rato.

Eduardo no respondió.

Tuvo más ganas de irse, aunque esperó unos segundos para levantarse, acercándose a la puerta.

Eduardo se dió cuenta de aquello, aunque no lo demostró, se sentía mal.

Nikolás tomó la manija de la puerta, pero apenas pudo abrirla unos centímetros cuándo ésta volvió a cerrarse de golpe.

Intentó abrirla de nuevo, pero la fuerza de otra persona no lo dejaba.

— ¡No se van hasta que se arreglen!

— ¿Emilio? ¡Deja de incluirnos siempre en tus planes!

— Deja de caer siempre en mis planes — contraatacó.

— ¡Mierda! ¿Cuánta fuerza tienes? — Nikolás seguía intentándolo, pero ya no por escapar, sino porque alguien la estaba reteniendo.

— Es un dos contra uno, bobo.

— ¿Dos?

— Joaquín — afirmó Eduardo, desde el agua.

Nikolás soltó la puerta con brusquedad, ya cansado de todo ésto encajando todas las piezas en su cabeza.

Si ese era un impulso por parte de sus amigos para arreglar las cosas, sentía que no estaba listo.

La miró un momento, juntó valentía antes de voltearse y volver a caminar hacía la piscina rápidamente y con decisión.

Siempre, en lo que respectaba a Eduardo, se sentía nervioso, muy inquieto y había costado bastante para que se acostumbrara a los besos ó mimos cuándo estaban a solas, pero en temas serios, importantes, de la relación (incluso en el momento de confesarse) simplemente no sabía cómo reaccionar.

Sintió sus manos temblar, se metió en la piscina, pero el agua pareció llevarse toda su valentía y se congeló ante la mirada de Eduardo.

— No hables conmigo si Emilio te está obligando — dijo el otro —. No tienes que hablarme sino quieres.

Quiso disimular con una tos cómo su voz se quebró al final, pero no pudo.

Nikolás se mordió el labio, sentía su corazón estrujado.

— No, Emilio está ayudando, yo le pedí ayuda — habló, captando la mirada de Eduardo —. Porque soy muy inseguro para hablar y tengo miedo de perderte si vuelvo a cagarla...

Mirando directamente a los ojos de Eduardo, continuó.

— No debí dejarte así el otro día, estuve mal, fuí horrible — Eduardo sólo lo miraba, esperando cada palabra —. En verdad, me gustaría que tuvieras tanta fé en tí mismo, en el tratamiento y en volver a caminar cómo yo lo tengo... Porque sé que puedes lograrlo.

Los ojos de Eduardo se llenaron de lágrimas.

— Pero es tu decisión y es algo que entendí tarde — continuó, Nikolás comenzó a acercarse con lentitud a Eduardo —. Te grité y te dije las cosas mal porque... No sabía escucharte, y tampoco apoyarte, no digo que sea un experto ahora, pero... Dime, por favor, porqué no quieres seguir.

Eduardo se mordía el labio nervioso, un hipido de llanto escapó de ellos.

Nikolás, inconscientemente se acercó más a él, colocando sus manos en la cintura del otro, dándole apoyo.

— Tengo miedo — respondió Eduardo, mirándolo con los ojos desbordantes de lágrimas, que le rompieron el corazón —, de decepcionarme, ¿Y qué si no funciona? ¿Y qué si sigo en silla de ruedas toda mi vida porque ese tratamiento, ese esfuerzo, todo... Fué en vano?

Nikolás se sintió aún peor.

Tirando de ambos hacía la parte más baja, lo suficiente para que pudiera hacer pié, abrazó a Eduardo con todas sus fuerzas dejando que él llorara, sin poder evitar que unas lágrimas se le escaparan también.

— Ante cualquier cosa que decidas, te acompañaré — habló Niko —. Sino quieres seguirlo, seguiré a tu lado. Y si quieres... Voy a estar ahí para pelear contra tus miedos, yo creo que lo lograrás. Y aunque no sea así... Seguiré a tu lado igual, te querré igual, todo seguirá bien.

Eduardo calmó un poco su llanto con esas palabras, se apartó un poco del abrazo para mirarlo, el agua llegaba hasta sus hombros, así que podía permanecer de pié delante de su chico, mirándolo frente a frente.

Encontró que se sentía muy bien y sonrió, no sabía lo tanto que necesitaba escuchar un apoyo cómo ese.

— ¿Me perdonas? — preguntó Nikolás.

Eduardo asintió, tomando las mejillas de Niko para besarlo con lentitud.

Eduardo asintió, tomando las mejillas de Niko para besarlo con lentitud

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Seguimos........

Ahhhhh ya se reconcilió Ediko......

Gracias por los 10k de lecturas mis criaturas. Gracias a todas por todo el apoyo....

Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

Mute // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora