31 | Papá

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— Es bastante pequeña — Dijo Asly refiriéndose al arma.

— Tiene el tamaño perfecto para entrar en tu cartera, solo es en caso de que la necesites. — Esra tecleaba en su celular y hablaba con tanta tranquilidad.

— Contigo nunca se sabe — Revisé las balas.

— ¿Aún sabes disparar? — Preguntó Esra y yo asentí.

— Fue lo único bueno que hizo tu padre. — Sonrió.

— Si dijo que sólo serían clases de defensa personal.

— Te estaba preparando para meterte en el negocio pero luego creyó que lo abandonaste cuando te fuiste con Manuel y la noticia de tu embarazo lo empeoró todo.

— ¿Cuál es el plan?. — Pregunté una vez más.

— Paciencia mi niña, debemos esperar a que él te encuentre, ya tiene a varios hombre vigilando zonas cercanas de donde vives.

— ¿Sabes donde estoy viviendo?.

— Casa color blanca con tonos azules, si lo sé, fue fácil encontrarte, la policía me dio tu ubicación.

— Una vez que él me encuentre ¿que debo hacer?.

— Actuar como siempre, sorprendida agradecida con Dios por tenerlo a él con vida, debes mostrarte con él como siempre lo hiciste.

— No quiero involucrar a Emanuel en esto.

— Deberás hacerlo, porque sabes como es él, querrá conocerlo.

— No definitivamente no, a mi hijo no lo voy a meter en esto.

— Todo esto lo hago para quitar a tu padre del camino, para porfin estar en paz. — Negué con la cabeza.

— Borah es un monstruo — Dije refiriéndome al hombre que llame padre toda mi vida, no pude contener las lágrimas.

— Eres fuerte, ésto no te va a derrumbar. — Esra limpió mis lágrimas.

— Tú no me derrumbaste, él no tiene porque hacerlo.

Salí de ahí, los días transcurrieron con normalidad, salvo porque Hakan no quería recibirme y supe la razón Burak me dijo que le dieron una paliza por mal comportamiento, siento que en cualquier momento me voy a derrumbar, pero observó los ojitos de Emanuel y todas mis fuerzas regresan.

Llegue hasta el estacionamiento estaba por abrir la puerta del auto pero mire hacia ambos lados para asegurarme que no hubiera nadie, gire a la derecha y quede atónita al verlo frente a mí.

— Mi niña, mi pequeña Celeste. — Me abrazo y yo no pude articular palabra alguna.

Tomó mi rostro entre sus manos, sus mejillas estaban llenas de lágrimas, las mías no tardarían en aparecer él me crió, él es mi papá lo abracé y no pude contener las lágrimas.

— Papá, estas estas vivo. — asintió entre lágrimas. — Pero ¿cómo? si yo he llorado todos estos años frente a tu tumba.

— Te amo mi niña, te extrañé mucho, pero estoy vivo de milagro, aunque te cueste creerlo tu madre intento envenenarme. — Tal cual lo dijo Esra.

— ¡Qué! Pero ¿cómo es que estas vivo?.

— Alguien sabía de su plan y me lo advirtió, tuve que fingir mi muerte para poder escapar de su maldad.

— No lo puedo creer papá te tengo conmigo, mamá murió hace unos meses.

— Pagó por lo que me hizo.

— No hables así de ella.

— ¿La vas a defender? — Preguntó y su cara de indignación lo decía todo.

— No, solo es que ya está muerta y... — me interrumpió.

— ¿La extrañas?.

— Un poco.

— Papá está aquí mi princesa, tenemos mucho que hablar. — Dijo tomando mis mejillas.

— Si muchísimo.

— Debes presentarme a mi nieto Emanuel. — Eran las palabras que menos quería escuchar.

— ¿Cómo sabes su nombre?.

— Tengo mis informantes.

— Debes decirme quien es porque no es justo que ese informante sepa mas de mi padre que yo.

— Tranquila mi niña, pueden vivir conmigo su casa es muy pequeña.

— Me estas asustando, ¿conoces dónde vivo?.

— Sé todo de ti mi niña.

— Eh eso me asusta un poco.

— No tienes nada que temer, soy tu papá.

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